El siempre asombroso consejero de Kultur, Turismo y Descanso murciano, Pedro Alberto Cruz Sánchez, piensa, y lo que es más chocante, dice, que la fórmula turística de sol y playa está agotada, con lo cual quiere optar por otra fórmula basada en eventos culturales y deporte (El deporte también se encuadraba antes en "descanso", aunque en la práctica es lo contrario) para que los turistas que no vienen a Murcia en efecto vengan. Yo pienso igual, sólo que al contrario, por usar la frase del difunto Umbral.
De hecho, antes de que lo hicieran consejero pensaba todo igual que Pedro Alberto Cruz Sánchez, y desde que lo han hecho consejero no logro estar de acuerdo en prácticamente nada. La fórmula de sol y playa no parece precisamente que esté agotada en ningún sitio del Mediterráneo. Todo lo más, colmatada. Pero por la propia inercia muchedúmbrica. Hay sitios donde no cabe absolutamente nadie más. No es el caso evidentemente de Murcia. Y no es el caso de Murcia porque, como bien sabe el consejero Pedro Alberto Cruz Sánchez, que es un joven muy inteligente, aquí no se agotado ninguna fórmula de sol y playa, entre otras cosas, porque nunca hemos tenido esa fórmula. Tenemos sol y tenemos playa, cada cosa por su lado. Lo que no tenemos es la fórmula turística que aúne ambos conceptos, como digo. Entre el sol y la playa se supone que debían de existir, desde hace decenios, infraestructuras turísticas modernas precisamente para poder tener turistas. No las hay en la mayor parte del litoral. No se han aprovechado los años de bonanza económica para desarrollar el litoral, gracias a excesos burocráticos en ciertos departamentos de la Comunidad Autónoma (no en todos), unidos a otra serie de incidencias, entre las que no cabe desconocer la mala suerte y una serie de personas manifiestamente incompetentes en los puestos equivocados que, en lugar de facilitar, hacían "tapón". Mal puede agotarse una fórmula que no ha empezado siquiera. En Murcia. En el resto del mediterráneo español sí empezó. Y no se ha agotado. De hecho, aún se espera que nos dé de comer venturosamente muchos años a los españoles.
No termino de entender ese cierto desprecio de la cultura exquisita por el sol y por la playa, y por la sangría y por las moscas. ¿Por qué obligar a los pacíficos moribundos europeos que quieren un olvido junto al mar y bajo el sol que les ríe los huesos a tragar cultura, una elaboración humana, cuando precisamente lo que quieren es olvidarse de todo lo humano? El turismo cultural de masas (el de masas es el único que nos sirve para salir de pobres, aunque sean masas de alto nivel adquisitivo) siempre tendrá más sentido en Praga o en Londres que en Miami o en Murcia. Por no hablar del llamado piadosamente "turismo de interior", gracias al cual algunos "chanclas" han conocido nuestras bellezas subdesérticas a un precio que, desmitifiquemos, no es nada barato. Los socialistas, cuando mandaban en la región, también hablaban de estos turismos alternativos porque también despreciaban muchísimo el mayoritario sol y la playa, fórmula que hace quince años también estaba supuestamente obsoleta como lo estaban las autopistas (merced a aquella curiosa teoría sociata de que no hacía falta construir autopistas porque las grandes ciudades habían llegado a su crecimiento cero y no habría más automóviles). ¿Puede estar obsoleto o agotado nada menos que el sol porque lo diga un pálido archimandrita cultural? ¿Y la playa, que es el olvido que buscan todas las almas agotadas?
No hace falta que vuelva sobre los resultados de aquellas supersticiones sociatas. Y no quería volver, hasta que muchos años después las leo en boca de aquellos a los que he votado.