Añado al magnífico comentario anterior de mi cofrade (como le gustaba decir a Campmany) Pablo Molina dos notas de primera mano, una narrada por el presidente murciano Valcárcel en mi presencia tras la presentación de un libro de Amalia Gómez (¿se acuerdan de Amalia Gómez? Sí, hombre, la mano izquierda de Javier Arenas cuando fue ministro de Trabajo, una centrista-optimista de mucho cuidado), y otra de esta misma mañana, procedente del Palacio de San Esteban, sede del Gobierno regional.
Empecemos por la segunda. En la sede del poder murciano se contesta a los rumores sobre que Valcárcel va a ser número dos de Jaime Mayor Oreja para las europeas: "que digan lo que quieran". Valcárcel ha ido hablando en privado en las últimas semanas sobre que agotará legislatura como presidente regional. ¿La realidad? Puede que a estas horas no la sepan ni en San Esteban. Con Valcárcel, ya se sabe: hasta el último segundo del último minuto, no hay nada. En cuanto a lo de Chaves, ayer por la tarde hacía sólo un rato que Valcárcel había terminado la reunión con el nuevo ministro de Política Territorial, y su impresión era... perplejidad. Su impresión es que creía haber asistido a una especie de aparición inmaterial o alucinación política en el cuerpo del Manolo de toda la vida a quien bien conoce Valcárcel. Al parecer, Chaves había tratado de explicar a Valcárcel lo inexplicable, eso de que la suma de bilateralidades hace una multilateralidad, o al revés. El Chaves hasta hace poco presidente andaluz, cuya sintonía personal con Valcárcel es buena, ya que se han venido echando una mano en Europa el uno al otro y el otro al uno, estaba como ministro algo incómodo y bamboleante en el sofá blanco de la antesala de recibir de la Presidencia murciana porque en realidad lo que le pedía el cuerpo es darle la razón a Valcárcel en todo, porque era como dársela a sí mismo (por ejemplo, con lo de la deuda histórica o lo del agua) pero a riesgo de desobedecer a su jefe. Esto congratula a la vez que inquieta aún más. En el socialismo español, antaño solidario y cohesivo, no todo el mundo ha perdido irremediablemente la chaveta (nunca mejor dicho lo de "chaveta"), pero todo son amenes a lo que se le ocurre, en su huída hacia el abismo, al Gran Simpático.
La reunión empezó bien y terminó regular y tal vez antes de tiempo. Chaves no sabía bien qué decir, tal vez porque a él mismo le parecía ridículo lo que se veía obligado a decir. Valcárcel no acertaba a explicarse qué le quería transmitir Chaves. Pero no se iban a pelear por un quítame allá 1700 millones de euros que adeuda el Estado a Murcia en concepto de atrasos por aumento de población. Quedaron en hablar. "Tú me llamas cada vez que quieras, y vemos de arreglar las cosas". Conociendo el percal de cómo se las gastan el Gobierno socialista con la Comunidad Autónoma sedicente de Murcia, no es poco. Postdata: léase este comentario junto con el anterior de Pablo Molina, del que es continuación.