Bush "el rojo" le echa un cable a Zapatero
Por acompañar y corroborar lo que dice mi conbloguero Pablo Molina en su última anotación sobre los últimos días de George W. Bush como "pato cojo" al frente de los Estados Unidos de América, traigo aquí un perfil del presidente que publiqué este último domingo en el periódico "El faro" de Murcia.
A la vejez se nos ha hecho socialista
Su biografía, de la que Oliver Stona acaba de hacer una película llamada crípticamente "W", no daría ni para mantener el interés en un "spot" de televisión. Es natural del Estado más orgulloso y solitario de la Unión, que cuando se enfada con los Estados Unidos se independiza cada fin de semana frente a los señoritos de la costa Este. El símbolo nacional de Texas son sus toros "longhorns", porque supuestamente tienen las pelotas más grandes del mundo. Ya no bebe lo que dicen que bebía, pero en Texas tampoco hay mucho más que hacer. Así que, como se aburría en casa con sus hijas perfectas y el pastel de zanahoria enfriándose siempre en el alféizar le dio por lo mismo que todos aquellos que ya tienen dinero por casa y no se atreven a ponerles los cuernos a su esposa porque les riñe el reverendo: tener cuanto más poder, mejor. En el final de este segundo mandato, cuando ha echado mano al departamento del Tesoro para que miles
de altos ejecutivos no se le suiciden, se nos ha vuelto intervencionista, estatalista, keynesiano, providencialista y hasta yo me creo que socialista.
Quien crea que va a asistir aquí a otro formulario exorcismo antibushita de los que abundan en la prensa de todo el mundo (qué digo: en el mundo es improbable que se haga otra cosa que exorcizar al Gran Satán Bush), mejor que no siga leyendo. Bush no me parece mal por todo lo que han dicho, sino por lo que nunca van a decir. El director general de Protección Civil en la Región de Murcia, Luis Gestoso, me trajo de la campaña electoral norteamericana de hace ahora justo cuatro años abundante material propagandístico bushita, que me dí el gustazo de enseñar a las visitas en unos días en que los bienpensantes habían empeñado hasta las escrituras de la herencia del abuelo por el perdedor demócrata John Kerry. Ver el espectáculo de desolación de la prensa española al día siguiente del triunfo de Bush en las elecciones por la más apabullante mayoría de la historia americana era de esas cosas que ningún bien nacido puede perderse. Mereció la pena. El problema es que lo mejor del segundo mandato de George W. Bush fue precisamente eso, los disgustos que se llevaron casi todos por aquella victoria. Después, muchas cosas han salido al revés y Bush puede muy bien pasar a la historia como el Jimmy Carter de los republicanos. El fondo de barril, el "bottom of the barrel" a partir del cual sólo se puede ir hacia arriba.
Siempre me ha encantado la frase del, éste sí, gran presidente Ronald Reagan, actor no tan de tercera como nos quisieron convencer los que no han visto cine americano y una inteligencia privilegiada. "Recesión económica es cuando tu vecino se queda sin trabajo; depresión económica es cuando tú te quedas sin trabajo; recuperación económica es cuando Jimmy Carter se queda sin trabajo". Y la verdad es que el bueno de Carter no ha hecho otra cosa en su vida que contagiar el desánimo y la parálisis allá por donde ha pasado. A eso es a lo que deben llamar "hombre de paz". Bueno, pues, siguiendo la frase de san Ronald Reagan, después de haber celebrado mucho hace cuatro años que los norteamericanos siguieran sin hacer ni caso de lo que se dice de ellos en el resto del mundo, ahora tenemos que reconocer que es preciso que George W. Bush se quede sin trabajo con la mayor urgencia posible. Esa será la auténtica recuperación económica mundial, y
no el que Bush butronee las reservas de oro de Fort Knox para pagar con el tesoro trabajosamente amasado por generaciones de contribuyentes incautos los "pufos" privados de unos pocos avariciosos. Que es exactamente la receta que incluso antes que Bush ha dicho que va a aplicar Zapatero para la crisis en España: arramplar con lo que queda, que no es mucho, de las arcas del Estado, incluyendo dinamitar los sótanos del Banco de España si hiciese falta, para tener a los votantes contentos y que pague el siguiente que venga. Que no creo que sea Rajoy. Habiendo "neocons" de estacazo y servicios dominicales y "halcones" milenarios del "cinturón de La Biblia" sureño para acabar con cualquier rastro de liberalismo, para qué hace falta la izquierda en el mundo. Les están haciendo el trabajo. Por cierto que recuperación económica también es que Rodríguez Zapatero se quede sin trabajo.
Acaba de establecer George W. Bush, el Carter de nuestro tiempo, el "magnate de la mantequilla de cacahuete" del nuevo milenio, un precedente económico mundial gravísimo, ya veremos si irreparable, como Carter inficionó en los Estados Unidos de los setenta el suyo: la desmoralización nacional como saludable propuesta progresista. Este texano que finalmente nos ha salido bastante apasmarotado no sabe lo que hace, queriendo ganarse con derramas económicas el favor de una opinión pública que de todas formas no lo va a poner en su santoral, como Aznar tampoco sabía lo que se hacía queriendo ganarse a Polanco con favores, a los cristobitas de la Cultura con subvenciones o a los banqueros felipistas con invitarles a la boda de su hija en El Escorial. Quién nos iba a decir que este Bush al final iba a romper a rojo.
A la vejez se nos ha hecho socialista
Su biografía, de la que Oliver Stona acaba de hacer una película llamada crípticamente "W", no daría ni para mantener el interés en un "spot" de televisión. Es natural del Estado más orgulloso y solitario de la Unión, que cuando se enfada con los Estados Unidos se independiza cada fin de semana frente a los señoritos de la costa Este. El símbolo nacional de Texas son sus toros "longhorns", porque supuestamente tienen las pelotas más grandes del mundo. Ya no bebe lo que dicen que bebía, pero en Texas tampoco hay mucho más que hacer. Así que, como se aburría en casa con sus hijas perfectas y el pastel de zanahoria enfriándose siempre en el alféizar le dio por lo mismo que todos aquellos que ya tienen dinero por casa y no se atreven a ponerles los cuernos a su esposa porque les riñe el reverendo: tener cuanto más poder, mejor. En el final de este segundo mandato, cuando ha echado mano al departamento del Tesoro para que miles
de altos ejecutivos no se le suiciden, se nos ha vuelto intervencionista, estatalista, keynesiano, providencialista y hasta yo me creo que socialista.
Quien crea que va a asistir aquí a otro formulario exorcismo antibushita de los que abundan en la prensa de todo el mundo (qué digo: en el mundo es improbable que se haga otra cosa que exorcizar al Gran Satán Bush), mejor que no siga leyendo. Bush no me parece mal por todo lo que han dicho, sino por lo que nunca van a decir. El director general de Protección Civil en la Región de Murcia, Luis Gestoso, me trajo de la campaña electoral norteamericana de hace ahora justo cuatro años abundante material propagandístico bushita, que me dí el gustazo de enseñar a las visitas en unos días en que los bienpensantes habían empeñado hasta las escrituras de la herencia del abuelo por el perdedor demócrata John Kerry. Ver el espectáculo de desolación de la prensa española al día siguiente del triunfo de Bush en las elecciones por la más apabullante mayoría de la historia americana era de esas cosas que ningún bien nacido puede perderse. Mereció la pena. El problema es que lo mejor del segundo mandato de George W. Bush fue precisamente eso, los disgustos que se llevaron casi todos por aquella victoria. Después, muchas cosas han salido al revés y Bush puede muy bien pasar a la historia como el Jimmy Carter de los republicanos. El fondo de barril, el "bottom of the barrel" a partir del cual sólo se puede ir hacia arriba.
Siempre me ha encantado la frase del, éste sí, gran presidente Ronald Reagan, actor no tan de tercera como nos quisieron convencer los que no han visto cine americano y una inteligencia privilegiada. "Recesión económica es cuando tu vecino se queda sin trabajo; depresión económica es cuando tú te quedas sin trabajo; recuperación económica es cuando Jimmy Carter se queda sin trabajo". Y la verdad es que el bueno de Carter no ha hecho otra cosa en su vida que contagiar el desánimo y la parálisis allá por donde ha pasado. A eso es a lo que deben llamar "hombre de paz". Bueno, pues, siguiendo la frase de san Ronald Reagan, después de haber celebrado mucho hace cuatro años que los norteamericanos siguieran sin hacer ni caso de lo que se dice de ellos en el resto del mundo, ahora tenemos que reconocer que es preciso que George W. Bush se quede sin trabajo con la mayor urgencia posible. Esa será la auténtica recuperación económica mundial, y
no el que Bush butronee las reservas de oro de Fort Knox para pagar con el tesoro trabajosamente amasado por generaciones de contribuyentes incautos los "pufos" privados de unos pocos avariciosos. Que es exactamente la receta que incluso antes que Bush ha dicho que va a aplicar Zapatero para la crisis en España: arramplar con lo que queda, que no es mucho, de las arcas del Estado, incluyendo dinamitar los sótanos del Banco de España si hiciese falta, para tener a los votantes contentos y que pague el siguiente que venga. Que no creo que sea Rajoy. Habiendo "neocons" de estacazo y servicios dominicales y "halcones" milenarios del "cinturón de La Biblia" sureño para acabar con cualquier rastro de liberalismo, para qué hace falta la izquierda en el mundo. Les están haciendo el trabajo. Por cierto que recuperación económica también es que Rodríguez Zapatero se quede sin trabajo.
Acaba de establecer George W. Bush, el Carter de nuestro tiempo, el "magnate de la mantequilla de cacahuete" del nuevo milenio, un precedente económico mundial gravísimo, ya veremos si irreparable, como Carter inficionó en los Estados Unidos de los setenta el suyo: la desmoralización nacional como saludable propuesta progresista. Este texano que finalmente nos ha salido bastante apasmarotado no sabe lo que hace, queriendo ganarse con derramas económicas el favor de una opinión pública que de todas formas no lo va a poner en su santoral, como Aznar tampoco sabía lo que se hacía queriendo ganarse a Polanco con favores, a los cristobitas de la Cultura con subvenciones o a los banqueros felipistas con invitarles a la boda de su hija en El Escorial. Quién nos iba a decir que este Bush al final iba a romper a rojo.
Pues si, yo creo que debería acabar su mandato de forma gloriosa dándole un gran abrazo a Z. Podría aprovechar ahora que el ínclito anda por sus tierras diciendo gansadas y fantochadas sobre nuestra economía, para pedirle ayuda en esto de la crisis. Y tal vez nuestro Adolescente, con ese gran poder de convicción que lo caracteriza, lo arrastre a la alianza de las civilizaciones, y le infunda "sus ansias infinitas de paz". Menos mal que le quedan dos días en la Casa Blanca, sería demasiado para mí, que Iñaki, el de las hormigas o Wyoming acabasen reconociendo que, al fín y al cabo, tampoco era un demonio, si no que estaba mal asesorado, que como la vice sólo hay una.