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Crónicas murcianas

Argentinizando

Espero que el Rajoy que vayamos a ver en los próximos años, gane o, El Señor Dios de los Ejércitos no lo permita, pierda las elecciones, no se parezca en nada al del último minuto del debate de este lunes noche y en cambio se parezca todo al del resto de minutos anteriores. Obsérvese que en lo de Rodríguez Zapatero ni entro porque lo suyo, como diría Borges, es "irrecuperable", en estos tiempos en que hasta para el Sida se encuentra vacuna. Porque el último minuto del Rajoy del lunes, el de la niña y el globo, lo podría haber firmado sin que le temblara el pulso (el pulso de la mano de llevárselo) cualquier lider justicialista, rama fascista de izquierdas o derechas, del peronismo argentino, y por contra durante el debate en sí Rajoy fue como el Rajoy que todos conocemos y a algún despistado sorprendió (hay quien se había creído al Rajoy inexistente, reaccionario e incapaz que pintan los programas cómicos de las televisiones, o, peor, los telediarios).


Cuando lo de la niña y el globo, me recordé de mi intenso, inmenso e inolvidable amigo Edmundo Chacour, a quien llevo ya diez años poniéndole falta. Chacour era un "turquito" más argentino que el pasto, es decir, más tópico de allá que el ombú, que había sido torturado por la secreta de Videla porque lo creían "monto", cuando sólo era un peronista sensiblero, como todos (como todos los argentinos, quiero decir). De él decía un conocido malévolo que, cuando se ponía a hablar de política, "con él no se podía pensar, sino sólo llorar". Una vez le pregunté por qué era peronista hasta la muerte, no pudiéndolo yo entender. "Oíme, pibe Abarca: Evita me dio una pelota y a mi vieja una máquina de coser". Contra eso no se podía, en efecto, pensar, sólo llorar. Igualito que con lo de la niña y el globo del último minuto del debate de este lunes. Igualito que con la nubecilla azul espeso, cargada de emociones líquidas, sobre la que el PP ha puesto sus siglas en los carteles para estas elecciones. Igualito que el lema del PP también para estos comicios, "con cabeza y corazón", que diríase que todavía lleva la etiqueta sociata de Ferraz puesta. Igualito. Obsérvese otra vez que, para no hacerles perder su tiempo, tampoco entro esta vez en lo de Rodríguez Zapatero, tan igual, tan igual que, conociendo su habilidad para la conexión mediúmnica guerracivilesca, sólo cabría decir lo de aquellos tebeos de "Agamenón": "igualico, igualico, que el defunto de su agüelico".

Que el peronismo apele a la siniestra cursilería va en lo suyo. También el "adanismo", en definición de Arcadi Espada, del actual régimen español. Busquen en la mula "películas argentinas" y les saldrá "Perón, sinfonía del sentimiento", pedazo de título que explica de qué va todo esto, o sea, de qué va también lo de Rodríguez Zapatero (y a algún asesor le gustaría por lo visto que también lo de Rajoy) y al que me veo incapaz de añadir ni quitar nada. Pero a mí si me gusta el líder de la todavía oposición es porque no gobernará con las tripas y es de los pocos que en este país todavía no parece haberse vuelto rematadamente loco. Que para volvernos ahora Argentina tenemos que preparar primero el exilio.

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