Vi al ministro Fernández Bermejo durante el minuto de silencio guardado en memoria de la última víctima de ETA y me pareció un dudoso ente semitransparente a la luz cruda del mediodía murciano. Es evidente que es lo único semitransparente en este señor, o casi lo único, si exceptuamos el espíritu de secta, que en él reluce como la calle de Alcalá de aquellos garbosos "caracoles" taurinos, a lo mejor porque en esa calle está ese prisaico y gallardonáceo Círculo de Bellas Artes, antigua checa, sobre el que últimamente luce un enorme, misterioso a la par que vagamente amenazante neón que dice: "La guerra es nuestra" (dicen los "caracoles" taurinos, que es a lo que vamos: "cómo reluce/la calle de Alcalá/cómo reluce/cuando suben y bajan los andaluces"... sobre todo si son del equipo de Chaves, que vienen a la capi a pasar el taxímetro de las "peonás").
Es obvio que la campaña electoral, a "Bermejoras", como lo llaman en el PP, no le ha sentado nada bien y se ha desmejorado mucho, porque en cada foto electoral que le hacían salían de fondo los funcionarios de Justicia de Comisiones Obreras con la pancarta. Bermejo vino, si es que vino realmente, apuntando cuellipollo al sureste español y con incipiente alopecia (¡qué lejanos los tiempos de "pelucas", como se decía antes a los melenudos, en el pop pre-movida de Los Cirros!) y se va, si es que se va de verdad, del mismo sitio quince días después con cuatro pelos en guerrilla y "una percha en el escote bajo la nuez", como en el tango "esta noche me emborracho". Un poco más, o un poco menos de Bermejo, y nos quedamos sin sectario mayor. Pareció que el minuto de silencio lo guardábamos por su memoria, que por cierto vaya memoria que deja en Murcia. Nada que no pueda ser superado en cuanto reúna fuerzas y vuelva a la carga con la UCO del coronel Hernando y sus Trescientos aprovechando que en tres o cuatro días que llevamos de zapaterismo segunda edición han sido tomados los penúltimos objetivos militares contra un Poder Judicial independiente o siquiera pudoroso, siguiendo el dicho: "sed buenos, pero si no podéis ser buenos, sed prudentes". Tres o cuatro días y ya llevan más adelantado con el Poder Judicial que el felipismo en catorce años. Prudencia, ¿para qué?
Nadie en su sano juicio duda que lo que queda de Bermejo regresará a por la revancha, no contra el Gobierno del PP, sino contra los votantes murcianos que le han humillado incluso más que sus propios colegas de carrera fiscal, que siempre lo tuvieron por segundón. Y eso cuando se rumorea que el taxi en el que cabe la Oposición del PSOE en la región ha ofrecido al presidente pepero Valcárcel un pacto o emplasto que no hay ninguna intención de cumplir por la parte de costumbre: ya que la "lealtad institucional" que ha reiterado Valcárcel hacia el nuevo Gobierno de Rodríguez Zapatero no será correspondida por éste, como no podría ser de otra manera, los socialistas que aún permanecen en Murcia se ofrecen de intermediarios u "hombres buenos" con Moncloa y los ministerios. Y también, cepillos profidén. Para buenos está Bermejo.