Es el Parlamento Europeo quien ha dado orden de investigar las conexiones entre el separatismo catalán y el régimen de Vladímir Putin. Se trata de indagar hasta qué punto las injerencias rusas han contaminado, provocado o instigado diversos planes que debilitaran la estabilidad de las democracias europeas. Los trabajos preliminares dan por probadas las actividades rusas en el Brexit y en el proceso separatista catalán, así como un intento de influir en las elecciones presidenciales francesas de 2017.
Un primer informe subraya los "constantes intentos de Rusia de explotar cualquier asunto para promocionar inestabilidad interna y desunión en la UE" y alude a "maniobras de polarización" y "desinformación".
En el caso del separatismo catalán, llueve sobre mojado porque ya existe un exhaustivo informe sobre las andanzas del entorno de Puigdemont en Moscú, bien con diplomáticos de perfil medio, bien con elementos de los sindicatos del crimen. El texto fue filtrado al diario New York Times (que al principio del proceso había mostrado una cierta simpatía por el independentismo), medio que trasladó a la opinión pública internacional las andanzas de Josep Lluís Alay, el jefe de gabinete del que dispone Puigdemont como expresidente de la Generalidad, en Moscú.
El amplio reporte de inteligencia indicaba que Alay viajó en varias ocasiones a la capital rusa en la primavera de 2019 y se reunió con empresarios, periodistas y espías rusos, muchos de ellos implicados en la denominada "guerra híbrida" lanzada por el Kremlin para desestabilizar la Unión Europea y los Estados Unidos. También se informa de que "Alay, junto con el empresario ruso Alexander Dmitrenko, buscó asistencia técnica y financiera en Rusia para crear sectores bancarios, energéticos y de telecomunicaciones separados de España" e implica al abogado del prófugo, Gonzalo Boye, en un contacto "con un líder un violento grupo criminal ruso como parte de un intento por establecer un conducto secreto de dinero para financiar sus actividades".
En España es el titular del juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, quien investiga las vinculaciones establecidas por el entorno de Puigdemont con las autoridades de Putin. De las conversaciones intervenidas se infiere la existencia de conexiones tendentes a facilitar la ayuda rusa para el separatismo.
Simpatías rusas
En 2017, año del golpe, Putin llegó a lanzar mensajes críticos contra la Unión Europea porque sus representantes institucionales censuraban los crímenes rusos en el Donbass y Crimea. En uno de ellos llegó a advertir sobre su capacidad para influir en la unidad de España a través de Cataluña. E informes estadounidenses establecen la presencia en la región de connotados agentes rusos durante las semanas previas al golpe de Estado separatista.
Las simpatías del separatismo hacia Rusia y Putin se agudizaron después del fracaso de la intentona. Puigdemont ha llegado a presumir de sus relaciones rusas. Para el régimen, los separatistas catalanes, al igual que los escoceses, son una oportunidad para desestabilizar las fronteras internas de Europa. Encarnan a la perfección y junto a la izquierda en el concepto leninista de "tontos útiles".