Jordi Pujol ya no es un apestado. Ocho años después de haber confesado que ocultó una fortuna en Andorra, la Generalidad le rinde pleitesía y lo presenta como la estrella de una conferencia sobre Europa arropado por Artur Mas, Quim Torra y Puigdemont a través de videoconferencia. Superados los noventa años y a la espera de juicio en la Audiencia Nacional junto a su esposa, Marta Ferrusola (gravemente enferma), y sus hijos, Pujol vuelve a la escena pública.
Ya había hecho sus escarceos. A finales del año pasado participó desde el sector del público en un acto con Jaume Giró y sus antecesores en la consejería de Economía. Pujol aseguró en el turno de preguntas que él no había rechazado el concierto económico porque consideraba impopular recaudar impuestos. Un día después un exconsejero vasco de Economía refutó con pelos y señales la versión del expresidente catalán.
La consejería de Acción Exterior y Gobierno Abierto, en manos de Victòria Alsina (JxCat), es la organizadora del acto de reconocimiento de Pujol con la excusa de la clausura de un ciclo de conferencias sobre el futuro de Europa. Mas, Torra y Puigdemont han dado cobertura al fundador de Convergencia y líder de una organización criminal según la hipótesis fiscal en el sumario sobre el clan Pujol. Montilla ha enviado un vídeo. En cambio, Pere Aragonès ha aducido otros compromisos (en concreto el décimo aniversario del traslado de la Filmoteca de Cataluña al barrio del Raval de Barcelona) para evitar la foto con el patriarca del catalanismo.
Pujol ha aprovechado el acto para hacer una encendida defensa del prófugo Carles Puigdemont, al que ha agradecido "su defensa de la causa de Cataluña en Europa". También ha calificado de "acción sostenida" esa defensa, aunque ha matizado que no estaba de acuerdo en todo con él.