Hace seis años, Arthur era el Rey Latin King del barrio de Opañel. 34 chicos estaban a sus órdenes en peleas, atracos, robos con violencia y delitos que prefiere no revelar: "Cometí delitos con los que no podía dormir, no podía descansar. Tenía paranoias. Ni siquiera salía con mi familia para no ponerles en riesgo y que no les identificaran"
Hasta 5 veces ha cumplido condena desde que entró en la banda con sólo 14 años, tentado por la fantasía de la sensación de pertenencia. "Yo veía que ellos se saludaban con respeto. Me impresionaba por eso, por cómo eran agresivos, cómo la gente les tenía miedo. Y eso era lo que yo quería: Una popularidad, que me temieran para no repetir el maltrato que había sufrido de niño"
Así empieza la captación. Con un espejismo de los valores de familia, respeto, poder y protección con los que seducen a los menores. Para presionar, una vez que tienen su atención, empiezan a dejarles fuera de las actividades del grupo hasta que se deciden a forman parte de la banda.
Pruebas de acceso y cuotas mensuales
Para entrar, hay dos requisitos clave: El primero de ellos, "una prueba de acceso en la que demuestres que ahora la banda es tu familia y que darías tu vida por ellos". Arthur no olvida la suya: Apuñalar a un miembro de una banda contraria. "Ellos te enseñan a clavar el arma y a girarla para que la herida sea grave, no sólo un agujero y ya está"
Ese fue también su primer contacto con las drogas; una mezcla de marihuana y cocaína "con la que vas loco, para que no pienses lo que estás haciendo, ni en las consecuencias"
Según la violencia que se muestra, o las veces que un miembro cae preso, va subiendo de rango. Y a medida que eso ocurre, también sube la cuota que se paga. "Esto varía entre bandas", explica Arthur. "Puede ser desde 20 o 50 euros a una cantidad fija de 200 euros". A través de los pagos de sus miembros, las bandas latinas están ingresando sólo en Madrid unos 10 millones de euros.
Tráfico de drogas, crimen organizado y cabecillas españoles
Las drogas son parte fundamental en los enfrentamientos entre bandas pero también la otra gran fuente de financiación. De hecho, "están captando jóvenes de hasta 11 años a los que no se les puede imputar un delito penal", para utilizarles como escudo en el tráfico de drogas y otros delitos.
Nos lo cuenta Alberto Díaz, pastor del Centro de Ayuda Cristiano. A través del grupo juvenil Fuerza Joven, acoge a los chicos que buscan ayuda para salir de las bandas juveniles.
Después de 15 años en EEUU trabajando en la integración de estos jóvenes, su experiencia y conocimiento le ha llevado a coordinar en España el Observatorio de Bandas Latinas. Gracias a su base de datos, las autoridades conocen cómo y dónde operan, sus códigos y su composición; clave para atajar el problema, sobre todo, cuando cambia la tendencia.
Se calcula que hay 600 grupos violentos repartidos por todo el país entre Latin Kings, Ñetas, Dominican Dont Play, Trinitarios, Blood, Forty Two o la Mara Salvatrucha. Sólo en Madrid, se cifran en 2.500 las personas que forman parte de forma oficial de alguna banda latina; sin contar los simpatizantes que aún no han entrado pero que también operan para ellos.
Se trata, nos explica Alberto, "de mafias de crimen organizado, jerarquizadas y territoriales en las que encontramos personas del este, del norte de áfrica, latinoamericanos de primera y segunda generación pero, sobre todo españoles. De hecho, los reyes de las principales bandas son españoles autóctonos, de toda la vida".
¿Bandas latinas o bandas juveniles?
En este punto, el pastor reflexiona sobre el último rifirrafe al respecto en la Asamblea de Madrid entre Rocío Monasterio e Isabel Díaz Ayuso. Alberto insiste en que "no son ni menas, ni en su mayoría extranjeros. Son bandas". De hecho, "es un error incidir en la procedencia porque eso fomenta una estigmatización que hace que ellos mismos justifiquen su violencia en el racismo"
En Madrid, se está detectando un preocupante aumento de los ataques con arma blanca cuya regulación, en cualquier caso, no depende de la Comunidad, si no de Interior.
Armas blancas
A la madre de Arthur le faltaba muchas veces el dinero del alquiler o encontraba bajo el colchón armas blancas de gran calibre. Cuchillos de unos 64 cm como los que este fin de semana se han incautado las autoridades en Madrid y que compraba "en el chino o por Internet" sin que nadie le pidiera ninguna identificación.
Interior prepara ahora una norma con la que se pretende endurecer el acceso a la compra de estas armas. Algo similar a lo que ha hecho Reino Unido ante el aumento de estos delitos. Sólo entre marzo de 2020 y 2021, se registraron 41.000 ataques con machetes o cuchillos. De los 19.000 que llegaron a juicio, en el 19% había menores involucrados.
La pandemia y el cambio de tendencia en la captación
La pandemia ha cambiado la forma de captar. Si antes se valían del ocio nocturno, ahora el objetivo son los centros escolares donde "hay padres y profesores totalmente atemorizados", cuenta Alberto. "Hemos visto cómo esperan a las puertas de los colegios, cómo hacen el paseíllo y se han vivido situaciones en las que incluso ha habido que llamar a la Policía".
También están cobrando mucha fuerza redes sociales como Instagram o, Tik Tok. Precisamente el Centro, imparte a los jóvenes talleres audiovisuales con los que utilizan las redes en el sentido inverso, en el de la concienciación y la prevención. Esto, "sumado a los talleres deportivos, hace que los chicos dejen de sentir que la vida es hostil y dejen de estar a la defensiva con el mundo"
"O llama la Policía a tu madre o lo hace la morgue"
En opinión de este pastor que lleva gran parte de su vida dedicado a estudiar el comportamiento de estas bandas, la solución pasa por un trabajo en equipo entre las fuerzas de seguridad, que deben perseguir y castigar el delito, y la educación que actúe de forma preventiva.
El grupo Fuerza Joven ha conseguido reinsertar en los últimos años a 300 chavales que ahora colaboran con ellos a través de charlas educativas gratuitas en los colegios para prevenir a otros menores ser captados por las mismas bandas delictivas.
Arthur, reconoce que el proceso es difícil y doloroso. "Al principio llegaba al Centro orgulloso, luciendo los colores Latin King pero me cansé de no saber si iba a llegar vivo muerto" a mi casa. Reconoce que hubiera sido imposible sin la insistencia de su familia y su mensaje a los jóvenes es claro: "Mejor que salir de una banda latina, es no entrar. Al final, o llama la Policía a tu madre o lo hace morgue".