Laura Borràs, la presidenta del Parlamento catalán de Junts per Catalunya (JxCat), ha defraudado las expectativas de quienes creían que se plantaría frente a la Junta Electoral Central (JEC) y defendería con uñas y dientes el escaño del ya exdiputado de la CUP Pau Juvillà.
Eso era lo que prometía tanto en sus declaraciones como en los primeros pasos al frente de su cargo. Que echara de la mesa de la cámara a Jaume Alonso Cuevillas, diputado de su propio grupo, por poner en duda el valor de la desobediencia de cara a la galería parecía todo un indicio de por donde discurriría la legislatura. Pero la primera prueba de fuego ha dado al traste con las ilusiones de quienes veían en Borràs a la última gran heroína del independentismo.
Pau Juvillà se ha quedado sin escaño por orden de la JEC. Fue condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por no descolgar unos lazos amarillos en el Ayuntamiento de Lérida en periodo electoral y ha sido despojado de su cargo por la presidenta del Parlamento que prometió llegar hasta las últimas consecuencias y afrontar cualquier escenario en defensa de sus derechos como diputado.
Borràs se ha parapetado en la secretaria general del Parlamento, Esther Andreu, nombrada por ella misma en sustitución de Xavier Muro, para acatar las instrucciones de la JEC. Así, la funcionaria ha registrado un escrito en la mesa en el que constata que ha dado las instrucciones para retirar el escaño a fin de evitar "cualquier tipo de responsabilidad disciplinaria, contable o penal". La artimaña sirve para que no sea Borràs quien asuma en primera persona la decisión y cuadra con el informe aprobado el jueves en el pleno extraordinario, ese en el que los separatistas decían defender y mantener el escaño siempre que no se pusiera en riesgo a los funcionarios de la institución.
La espantada de Borràs ahonda en las divisiones de los tres grupos separatistas. Como primera providencia, la CUP se negó a participar en la votación de ayer porque Borràs no sólo rechazó que Juvillà pudiera votar aduciendo un conflicto de intereses, es que ni siquiera le convocó, dando por hecho que ya no era diputado.
En ERC recuerdan ahora los reproches y acusaciones de JxCat y de la propia Borràs contra su antecesor en la presidencia de la cámara, el republicano Roger Torrent, que vetó las maniobras para que Puigdemont optara a la investidura y dio curso a la orden de la JEC que retiraba el acta de diputado a Torra tras una sentencia del TSJC similar a la de Juvillà.
La carta de la funcionaria
Borràs iba a ser todo lo contrario. Se había acabado el acatamiento sistemático y la docilidad frente a las resoluciones judiciales. El Parlament iba a demostrar su soberanía. Toda esa retórica de Borràs se ha derrumbado con estrépito y en ERC se frotan las manos. El liderazgo de Borràs ha quedado reducido a cenizas. La carta de la secretaria de la cámara es el certificado de defunción de todo lo que prometía Borràs y no ha cumplido. El texto recuerda que la mayoría del Parlament ha recurrido en el Supremo la sentencia y que ha defendido que la JEC no es competente para retirar el escaño, pero que "sin perjuicio de esta posición procesal defendida por el Parlamento de Cataluña ante la Sala Tercera del Tribunal Supremo, por imperativo legal y para evitar que se impute a mi persona y a otros funcionarios de la cámara cualquier tipo de responsabilidad disciplinaria, contable o penal me veo obligada a dar a la Administración parlamentaria las instrucciones estrictamente necesarias para no desatender lo que exigen los acuerdos de la Junta Electoral mencionados".
De modo que el informe de la Comisión del Estatuto del Diputado, aprobado en pleno, queda en papel mojado. Juvillà no es diputado, Borràs no ha resistido. Ha cedido a las primeras de cambio tras un burdo amago de cerrar el Parlamento en protesta por la orden de la JEC. La última gran esperanza del independentismo se ha arrugado.
De baja desde el 28 de enero
Este viernes se ha publicado en el Boletín Oficial del Parlamento catalán que Juvillà no es diputado, pero es que su baja tiene fecha de 28 de enero, el mismo día que Borràs fue requerida por la Junta Electoral para que le retirara el escaño. Y durante todos estos días, habría ocultado el hecho, según le reprocha ERC. Voces del independentismo reclaman la dimisión de Borràs por haber obedecido y por haber ocultado que lo había hecho casi desde el mismo instante de recibir la orden. Y a pesar de ello amagó con cerrar el Parlamento, propició una reunión de la Comisión del Estatuto del Diputado y hasta un pleno extraordinario. Ayer, nada más empezar el pleno y a preguntas de un diputado de Vox, Borràs dijo que no aceptaba el voto de Juvillà para que no incurriera en un "conflicto de intereses". Lo cierto es que Juvillà ya no era diputado.