El Gobierno vuelve a tender la mano a la dictadura cubana
El ministro de Exteriores ofrece su respaldo al régimen para acometer reformas pero guarda silencio ante los secuestros y torturas a la disidencia.
El Gobierno de Pedro Sánchez mantiene su posición tibia y amable con respecto a la dictadura comunista cubana. Ejemplo de ello son las últimas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que -aunque asegura que el Ejecutivo de Pedro Sánchez tiene "gran preocupación" los acontecimientos ocurridos tras el estallido social del 11 de julio- guarda silencio ante la vulneración de los derechos humanos del pueblo cubano.
El jefe de la diplomacia española defiende la libertad de expresión y manifestación en la isla, pero nada dice sobre los cerca de 800 presos políticos, 55 de ellos menores de edad, que ya están siendo procesados y condenados por participar en las protestas pacíficas del 11J. Tampoco se manifiesta acerca de las torturas que muchos opositores denuncian recibir en las cárceles cubanas o los secuestros a miembros de la disidencia a plena luz del día.
En su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Iberoamericanos del Senado, celebrada este lunes, Albares se ha limitado a mostrar su respaldo en el "proceso de reforma, trasformación y apertura de espacios que debe llevarse a cabo en Cuba". No hubo reproches o exigencias, para el régimen comunista. Solo una mano tendida.
Coqueteos con la dictadura
No es de extrañar la actitud de Albares si tenemos en cuenta la mantenida por otros de sus compañeros del PSOE, como el secretario adjunto de Organización y diputado en el Congreso, Julio Navalpotro, que recientemente mantuvo una reunión en La Habana con Ángel Arzuaga Reyes, vicejefe y coordinador del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Un encuentro del que no se ha informado y que se ha sabido después de que el régimen presumiera de su celebración en el periódico Granma y en la web del partido.
La realidad es que la pandemia interrumpió el camino iniciado por el propio Pedro Sánchez en 2018, pero está claro que lo ha retomado. Entonces dejó claro que su intención era relanzar las relaciones con la isla caribeña. Así lo expresó durante la visita que realizó en noviembre de ese año, durante la cual mantuvo un encuentro con el dictador Miguel Díaz-Canel, "en aras del interés de ambos gobiernos por normalizar la relación política".
Cabe recordar la polémica que generaron las palabras del presidente del Gobierno en el mes de julio cuando, tras la represión ejercida por el régimen cubana para frenar las protestas del 11J, evitó definir a Cuba como una dictadura. Haciendo alarde de su característica ambigüedad, prefirió decir que "no hay democracia".
Y esta no era la primera vez que algún cargo del entorno del PSOE protagonizaba una polémica de estas características. Una de las más sonadas fue la del embajador de la Unión Europea en Cuba, Alberto Navarro, quien fuera secretario de Estado para la UE en el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. En una entrevista concedida a CubaNet, en febrero de 2021, aseguró: "Yo no considero que Cuba sea una dictadura. Claro que no".
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