Josep Lluís Trapero, el "super-policía" que compartía paellas con Puigdemont y después dijo en sede judicial que habría detenido al prófugo si se lo hubieran ordenado, ya no es el héroe del independentismo, a pesar de que su deslealtad y falta de colaboración con la Guardia Civil y la Policía Nacional fue clave para que se pudiera celebrar el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
Tras haber sido cesado de su cargo el pasado 20 de diciembre, la consejería de Interior que dirige el exsocialista Joan Ignasi Elena, le ha asignado un despacho que según los partidarios del "major" es indigno de su rango y de su hoja de servicios. Por si no fuera suficiente, Trapero carece además de función a pesar de que se le dijo que trabajaría de "analista". En suma y según fuentes del departamento, que se le está enseñando la puerta de salida.
En la semanas previas a la destitución se difundió la especie de que Trapero tenía ofertas de grandes compañías privadas, pero no parece que se haya concretado ninguna. De modo que tras unas semanas de asueto, se ha reincorporado a los Mossos sin que se sepa a qué se dedica. Lo que sí consta es que no le gusta el despacho que le han dado. A través de La Vanguardia, Trapero ha puesto el grito en el cielo.
Se queja de que el habitáculo, de unos veinte metros cuadrados, carece de entrada propia, que las visitas tienen que atravesar unas dependencias donde trabajan "mossos" de paisano, que se trata de un espacio "estrecho y alargado", que las dos ventanas dan a un patio interior, que el suelo está plastificado y pintado de rojo intenso y que hay "tres mesas pegadas, una junto a la otra, de fórmica con cuatro patas, sin más", según la descarnada y vívida descripción de la periodista Maika Navarro, amiga del exjefe de los Mossos.
Dos sillas para los escoltas
En la información se explica también que nadie recibió a Trapero el día de su reincorporación, que los agentes de paisano han cedido dos sillas a los escoltas del exjefe. "Que el policía que lideró la actuación de los mossos tras los atentados y durante el referéndum del 2017 enfrentándose por ello a una petición de diez años de cárcel, ni siquiera disponga de un perchero, una estantería, un par de cajones o un simple armario en su nuevo despacho provisional ha provocado malestar entre agentes y mandos", asegura Navarro en su texto.
Como se recordará, Trapero fue destituido por petición expresa de Oriol Junqueras, al que el entonces jefe de los Mossos le había negado guardaespaldas del cuerpo con el argumento de que no es un cargo público. Pero la desconfianza venía de antiguo, toda vez que Junqueras está convencido de que el testimonio de Trapero, que calificó a los golpistas de "irresponsables" en el Tribunal Supremo, contribuyó a engordar las penas.
Muy lejos quedan los tiempos en los que se imprimían camisetas con la cara de Trapero y en que era ovacionado en los restaurantes.