Artur Mas, un descendiente de negreros que se las da de tremendo navegante, ha explicado en el programa Planta Baixa de TV3 que hace unos días completó con éxito la travesía del océano Atlántico a bordo del velero de un amigo. La tripulación estaba formada por seis personas cuyo nombre, salvo el de Mas, no ha trascendido. Tardaron diecisiete días en completar los 6.000 kilómetros entre el puerto deportivo de "Pasito blanco", en Las Palmas, hasta la isla de Martinica.
Mas, que no ha dejado de pedir dinero para las fianzas exigidas por el Tribunal de Cuentas por la organización del primer referéndum golpista, el del 9 de noviembre de 2014, no tuvo reparos en explicar toda clase de detalles de la "aventura", tales como que el patrón era a la vez el cocinero, que al principio de la travesía comían frutas y que luego la dieta eran legumbres de lata y carne, que las olas eran de cinco metros y los vientos de sesenta kilómetros por hora, que no llevaban pastillas contra el mareo a pesar de que entre la tripulación había un farmacéutico, que nadie se mareó ni siquiera al poner el pie en tierra por primera vez después de más de dos semanas de navegación, etcétera, etcétera.
El presentador del programa, Ricard Ustrell, sonreía embelesado al expresidente catalán y le solicitaba detalles y anécdotas sobre la navegación. Mas, complacido, se recreaba en la sensación de soledad, en que en medio del Atlántico no somos nada y que las guardias con la rueda del timón en las manos propiciaban sensaciones únicas. Un lobo de mar, Mas, intrépido marinero que no tuvo reparo en colgar un timón en su despacho de presidente de la Generalidad del que decía que había pertenecido a un abuelo.
La penúltima de las travesías de este "capitán" del independentismo fue la de Itaca que todo el mundo sabe acabó con la mayoría de los tripulantes en la cárcel. Mas, en cambio, se libró del destino de Junqueras, los Jordis, Carme Forcadell, Turull, Rull, Romeva y Dolors Bassa.