De forma deliberada o no Yolanda Díaz se ha metido sola en un jardín en el que no paran de crecer las plantas o las malas hierbas, mejor dicho. Tras reconocer que ella ya sabía que el coronavirus estaba desbocado en España tres semanas antes de la manifestación del 8-M, que había elaborado un informe sobre el cierre de empresas ante el riesgo de pandemia y que por ello fue tachada de alarmista por el Ejecutivo de Sánchez, del que ella misma formaba parte, la oposición se ha echado en tromba contra ella pidiendo explicaciones y la creación de una comisión de investigación.
Pero Yolanda Díaz dijo el 4 de marzo de 2020 todo lo contrario: "Quiero mandar un mensaje de absoluta tranquilidad. El Gobierno de España con el ministro de Sanidad a la cabeza están actuando correctamente y por lo tanto no aceleremos riesgos que a día de hoy parece que no existen".
Pero este jardín no es nuevo. Lo que ha hecho Yolanda Díaz es regarlo con unas declaraciones que no venían a cuento, ya que le estaban preguntando por los datos del paro y la situación laboral en nuestro país.
Por eso, es bueno recordar lo que pasó en esas semanas antes de la manifestación del 8-M, que sí o sí tenía que celebrarse a pesar que desde el Gobierno ya sabían del riesgo que suponía, al igual que permitir el mitin de Vox o que se siguieran celebrando partidos de fútbol.
La ahora vicepresidenta del Gobierno alardeaba en la entrevista de este jueves de ser la única responsable dentro del Ejecutivo, y lo cierto es que su guía sobre el coronavirus no sentó nada bien a sus compañeros lo que provocó horas después un comunicado desde Moncloa diciendo que "las indicaciones sobre la evolución del coronavirus y las medidas a tomar en España las está ofreciendo el Ministerio de Sanidad", por entonces dirigido por el infausto Salvador Illa.
Y en dicho comunicado avisaban a la entonces sólo ministra de Trabajo: "Todo el Gobierno sigue las indicaciones concretas del Ministerio de Sanidad, que se basan en un seguimiento constante de la situación, transparencia informativa, toma de decisiones de acuerdo a la evidencia científica y coordinación total entre las distintas administraciones del Estado".
Pero eso no era así, más bien todo lo contrario, desde el Ministerio de Sanidad todo era ocultación e improvisación para salvar la manifestación feminista. Tanto es así que la actuación desde el Gobierno fue la de restar hierro al asunto a pesar de que la OMS elevó a "muy alta" la alerta internacional.
A pesar de eso, ministras como Carmen Calvo e Irene Montero animaron a todos a acudir a las concentraciones del Día Internacional de la Mujer porque "les va la vida en ello", y tanto. Y la ministra del ramo, la de Igualdad, a quien le dio igual mandar al patíbulo a miles de personas para salvaguardar la causa.
En el vídeo que se filtró del día después de la manifestación, Montero reconoce que la capacidad de controlar los contagios era "limitada", pese a las medidas más drásticas de otros países europeos: "Quiero ser muy prudente, porque creo que la comunicación que se estaba haciendo como Gobierno es buena". "Como siempre, priorizar la salud pública, no tomar decisiones por el sentimiento este de pánico que hay", añadía.
Hasta el portavoz de la pandemia, Fernando Simón, dijo que si su hijo le preguntaba si pudiera ir, le diría que hiciera lo que quisiera. Eso sí, desaconsejó que fueran a la manifestación a quienes tuvieran tos. Una medida de altura, sin duda.
Una vez celebrada la infame manifestación y obtenido el consiguiente rédito político, ya era el momento de pasar a la acción pero, para variar, el Gobierno de Pedro Sánchez llegaba tarde, muy tarde. España registró el 9 de marzo 1.200 casos y 28 muertos y Salvador Illa anunció el cierre de colegios en Madrid, La Rioja, Vitoria y Labastida (Álava). Admitió entonces que "estábamos en un estado de contención y ahora estamos en un escenario de contención reforzada".
El 14 de marzo Pedro Sánchez decretó el ilegal el estado de alarma durante 15 días y comenzó el confinamiento. En seis días se pasó del todo vale al todos encerrados en casa. Pero lo cierto y verdad es que el Gobierno ya conocía desde principios de febrero el enorme riesgo que representaba el coronavirus.
La responsabilidad de Díaz
La responsable Yolanda Díaz también pecó durante el confinamiento. Primero saltándose todas las restricciones y yéndose de cena con más de diez personas. Pese a que las restricciones por el coronavirus vigentes en ese momento en la capital prohibían las reuniones de más de seis personas si no eran convivientes, tanto en el exterior como en el interior, Yolanda Díaz compartió cena con un grupo numeroso de personas, hasta 17, según testigos.
La segunda vez fue con José Luis Ábalos con quien acudió con los pretextos de, respectivamente, ver unas obras y asistir a una obra de teatro mientras el resto de los españoles tenían prohibido salir de su territorio.