Alberto Rodríguez ha dejado el Congreso de los Diputados y ha vuelto a su anterior trabajo en una refinería de Tenerife, la isla que lo vio nacer. Esto de que un político abandone el cargo y vuelva a trabajar de obrero industrial no se veía desde que Gerardo Iglesias dejó la Secretaría General del PCE y volvió a la mina, a seguir trabajando de picador. Otros montan despachos de influencias para rentabilizar sus contactos pero, aunque hubiera tenido la tentación, es dudoso que las empresas del IBEX 35 se disputaran las asesorías del diputado canario salvo que alguna tenga intereses en gimnasios de kickboxing.
La Sexta le debía un homenaje a Alberto Rodríguez y anoche se lo brindó en horario estelar. El diputado condenado por patear a un policía pudo desahogarse contra los jueces, la derecha y el PSOE mientras el periodista le centraba balones a modo de preguntas para que rematara a placer. El ex diputado sigue afirmando que el juicio contra él fue una farsa para desactivar la lucha obrera que él representaba cuando, a sus 35 años de edad, lideró una violenta protesta estudiantil contra el ministro de Educación. La condena le ofendió democráticamente hablando, pero más aún le dolió que la presidenta del Congreso, esa socialista, actuara de esbirra de la ultraderecha y lo pusiera en la calle con cajas destempladas.
No acabó ahí el calvario de este joven valor de la política canaria. También en su partido despacharon esta agresión antidemocrática con una displicencia que, como él mismo aclaró en no pocas ocasiones, no se hubiera producido si su apellido hubiera sido distinto. Por ejemplo, Montero.
Rodríguez es muy crítico con la dirigencia de Podemos y eso que él era el secretario de Organización. Pero de ese movimiento ha salido dando un portazo y ahora se muestra convencido de que su rol político ha de centrarse exclusivamente en la tierra canaria, otra nación sin Estado de las muchas que pueblan el Estado plurinacional, según aclaró.
Aunque en La Sexta solo les interesa saber si se va a apuntar a lo de Yolanda o lo de Errejón, el ex diputado tiene como modelo de acción política a los partidos separatistas vascos y catalanes. A sus diputados en el Congreso fueron dirigidos los mayores parabienes por la manera en que han entendido la representación política de sus pueblos. Ahí, Alberto puede hacer mucho bien a través de un partido de orientación similar centrado en las Canarias, pero desde una perspectiva marxista.
Esta es la idea general, pero si la justicia europea acaba dándole la razón y lo admiten de nuevo en el Congreso aclaró que volverá a tomar posesión del escaño y del sueldo, para seguir sufriendo los años que haga falta en las Cortes Generales del Reino de España. Como hacen, por cierto, dos de sus principales ídolos, Rufián y Tardá.