En las últimas semanas, Jorge Rey -el niño meteorólogo, como le bautizan algunas televisiones- se ha convertido en un nuevo fenómeno mediático. A sus 15 años, dicen que fue el primero en vaticinar la llegada de Filomena, la borrasca que el pasado mes de enero cubrió de blanco media España, incluida la capital, donde los niños estuvieron varios días sin poder acudir a clase.
Ahora, Jorge advierte de nuevas nevadas y los medios de comunicación se pelean por conseguir su siguiente parte meteorológico. ¿Cuál es su secreto? ¿Cómo es posible que con 15 años sepa tanto?, se preguntan muchos. Lo que tal vez ignoran es que lo que hace Jorge es algo que los agricultores y ganaderos de medio mundo llevan haciendo desde hace más de mil años: utilizar toda una serie de métodos tradicionales recogidos bajo el nombre popular de cabañuelas.
La sabiduría de los pastores
Aunque su maestro no tiene tanto tirón, lo cierto es que el propio Jorge reconoce que todo cuanto sabe se lo ha enseñado Rafael Sedano, el pastor de Monasterio de Rodilla, el pueblo burgalés en el que vive. Allí, Rafa -como le llaman quienes le conocen- es toda una autoridad. Los vecinos nos dicen cómo localizarle, pero también nos advierten: "Dudo que para este fin de semana te responda. Rafa no vive con prisas".
Y, efectivamente, a sus 84 años, Rafa se toma el interés de la prensa con mucha calma. Afortunadamente, en los pueblos Castilla y León, no es difícil encontrar a hombres de campo que se resisten a dejar morir este sistema y a los que, en no pocas ocasiones, la prensa local encumbra como verdaderos sabios del tiempo.
Es el caso de Manuel Briz, un maestro jubilado, cuyas predicciones publica periódicamente La Gaceta de Salamanca. O el de Pedro Sanz, para el que siempre tienen hueco en El Adelantado de Segovia. Sin embargo, estos hombres de campo se resisten a hablar por teléfono. "Si queréis, venís a hacernos una visita y hablamos tranquilamente en el pueblo", nos invita Pedro, que estos días presume orgulloso de haber acertado el tiempo que haría en octubre: "Dije que este mes comenzaría frío y que, del 10 al 20, harían buenas temperaturas, y acerté".
Cómo funcionan las cabañuelas
Desde Palencia, Tomás García se presta a darnos una clase magistral a distancia, no sin antes lanzarnos una advertencia: "Yo no quiero fotos, ni videos, ni cosas de esas". A este pastor en retirada siempre le acompaña una pequeña cuartilla en la que apunta todo cuanto observa. "Lo importante es anotar todo lo que uno ve en la atmósfera los primeros 24 días de agosto". Según las cabañuelas, el tiempo que hace el día 1 correspondería a un pronóstico general del próximo año, por lo que esa fecha es conocida como la 'llave del año'.
Después, el método asigna cada día a otro mes del año siguiente. Así, el 2 de agosto se corresponde con el mes de enero; el 3, a febrero; y así hasta el día 13, que pronostica el tiempo que hará en diciembre. "Luego, se aplican las llamadas retornas, cuya correspondencia es la inversa. Es decir, al día 14 le corresponde diciembre; al 15, noviembre, etc. y se hace un balance con los datos obtenidos de las dos observaciones", aclara. Además, estos peculiares hombres del tiempo completan sus observaciones atendiendo al comportamiento de la flora y la fauna.
Otras variables a tener en cuenta
Obviamente, la temperatura del mes de agosto no será la misma que el resto del año. Sin embargo, gracias a este método, nuestros antepasados podían prever ciertas tendencias y adaptar la siembra, el cultivo y la recolección en función del tiempo que pronosticaban, cuando todavía no existían las agencias estatales de meteorología ni sus correspondientes adelantos tecnológicos.
"Si analizamos la presión y la humedad del día, podremos saber si nos espera un mes más húmedo o seco", explica con entusiasmo. Ahora, existen artilugios para medir ambas variables. Antes, los pastores se fijaban en la huella de humedad que dejaba una piedra y en la dirección del viento. Otra faceta a observar es la salida y puesta del sol. "Si el sol se pone limpio, mala señal para el campo -sentencia Valiente-, porque esto quiere decir que nos espera un mes seco".
Igual de interesante es analizar la procedencia del viento: "Si viene cierzo acompañado de nubes, la predicción más probable para el mes que corresponda son precipitaciones en forma de nieve, pero si viene ábrego, tendremos lluvias pero con temperaturas cálidas".
Otros métodos similares
Las cabañuelas no son exclusivas de nuestro país, aunque en otros lugares del mundo se toman otros meses como referencia. Así, en Iberoamérica, por ejemplo, los pastores se fijan en los primeros 24 días de enero. Las variables a observar, sin embargo, son exactamente las mismas.
En el norte de España, especialmente en Navarra, también es habitual fijarse en las témporas. El término, de origen religioso, hace referencia a los tres días de ayuno que tenían lugar al comienzo de cada una de las estaciones del año. En estas jornadas, los antiguos agricultores y ganaderos observaban el tiempo y lo aplicaban, uno a uno, a los tres meses siguientes.
"No tiene rigor científico"
A pesar del entusiasmo con el que muchos pastores defienden estos métodos tradicionales, los meteorólogos no comulgan con témporas ni cabañuelas. "Eso no tiene rigor científico alguno", sentencia José Antonio Maldonado, actual director de Meteored.
El que fuera hombre del tiempo en TVE durante más de 20 años asegura que "en alguna ocasión se ha intentado ver si había algo de verosimilitud en estas predicciones y se ha llegado a la conclusión de que no la había en absoluto".
Meteorólogos sin formación
Licenciado en Ciencias Físicas, Maldonado lamenta, además, que ahora "cualquiera se presente como meteorólogo, cuando estamos hablando de un cuerpo del Estado". No se refiere a los pastores, pero sí a todos aquellos que recorren radios y televisiones haciendo sus particulares pronósticos sin la formación adecuada.
"Cuando terminas Derecho, no dices que eres notario, ¿no? -pregunta de forma retórica- Pues esto es lo mismo". El director de Meteored recuerda que, cuando uno termina la carrera, es necesario aprobar una oposición y, en este caso, hacer un curso de Meteorología de un año. "Sólo cuando terminas el curso y sale en el BOE tu nombre, puedes decir que eres meteorólogo", insiste Maldonado.
¿Una nueva Filomena?
Gracias a los observatorios y a un complejo sistema de ecuaciones -afortunadamente ya informatizado-, los expertos elaboran cada día sus predicciones. Sin embargo, incluso éstas pueden fallar, ya que la antelación con la que se puede saber a ciencia cierta qué tiempo hará en un sitio concreto de nuestra geografía varía en función de la situación y los fenómenos atmosféricos. "Si tienes un potente anticiclón encima, está claro, pero en otras ocasiones la situación es muy incierta", lamenta Maldonado.
Precisamente por eso, se sorprende de que los medios den verosimilitud a las predicciones de Jorge Rey, el adolescente que ha cogido el testigo de las ancestrales cabañuelas y que, aunque no se ha atrevido a hablar de una nueva Filomena, ya aventura nevadas importantes para dar la bienvenida a 2022: "Nadie puede saberlo, porque no es predecible con tanta antelación". En enero, será el cielo el que hable.