La Casa de Juntas de Guernica ha sido este martes el escenario de un acto de los socialistas vascos para conmemorar el décimo aniversario del anuncio de ETA renunciando al terrorismo como forma de conseguir sus fines políticos. Un escenario icónico, pues el nacionalismo vasco lo ha convertido en el lugar histórico que representa el autogobierno de los vascos desde hace siglos, cuando históricamente solo representaba el del antiguo Señorío de Vizcaya.
Junto al árbol de Guernica, en el que los lehendakaris juran su cargo, la flor y nata socialista se ha congregado para apropiarse del final de la actividad terrorista en nuestro país. Allí han estado el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, el exlehendakari Patxi López y la actual vicelehendakari del Gobierno vasco y líder del PSE, Idoia Mendía. Y con ellos, buena parte de la cúpula de los socialistas vascos.
Los tres han intervenido en el acto y los tres han dado todo el protagonismo del final de ETA a la negociación política liderada por el socialista PSE Jesús Eguiguren con los cabecillas de la organización terrorista. Ningún mérito para los jueces, fiscales y efectivos de la Guardia Civil o la Policía Nacional que lucharon contra los etarras durante décadas hasta dejar a la banda sin capacidad operativa y lista para rendirse sin necesidad de premio político por dejar de matar.
Sí hubo mención y reconocimiento para las víctimas del terrorismo. Los tres tuvieron alguna palabra para aquellos que perdieron la vida por la barbarie etarra, que resultaron heridos en atentados o perdieron a algún familiar. El más extenso en este contexto fue Patxi López, quien hizo alusión a todos "los resistentes", a aquellos que sufrieron el acoso de ETA, como efectivos de las Fuerzas de Seguridad, empresarios, periodistas o "humildes concejales", entre otros.
En su discurso, Zapatero destacó la, dijo, "gran trascendencia" de la declaración de Otegi. "Somos ya una Democracia sin terrorismo, pero no sin memoria", dijo. Cuando la paz "aparece como definitiva e imbatible", apuntó, hay que aprender que "matar no es defender ninguna idea, matar es solo matar", y que esa violencia nunca debió producirse.
A preguntas posteriores de los periodistas, el expresidente insistió en defender las bondades del discurso de Otegi. A su juicio, "es imprescindible leer las dos páginas de la declaración" de EH Bildu porque, cuando se leen, "hablan por sí solas y, por lo tanto, tienen una gran trascendencia". "Desde luego, espero que este sea un proceso en el que ahora vemos el horizonte. Siempre me he expresado en favor de la generosidad de la democracia y mantendré ese principio", afirmó.
A su entender, los vascos han caminado "a un ritmo inteligente" hacia la memoria y el reconocimiento, y cree "muy probable" que en los próximos diez años "ese ritmo se acelere en positivo". "No hay que olvidar. Yo solo olvidaría el odio. El resto entendámoslo desde los principios y el reconocimiento. Será imposible tener una respuesta a la pregunta de ¿cómo pudo pasar? Porque el delirio no se entiende", apuntó.
"Rectificación de la historia"
En opinión de Rodríguez Zapatero, las víctimas desean "ver un país renacido", con sus "mejores valores" y con una sociedad que trabaje "conjuntamente por ese para siempre la paz, para siempre la justicia, para siempre la reconciliación, la generosidad y la humanidad".
Durante su alocución ante dirigentes del PSE-EE y cargos del partido, el expresidente afirmó que hace diez años fue un momento "de rectificación de la historia", el inicio de un nuevo tiempo para buscar "un tiempo de libertad plena, de democracia y pluralismo".
"Todas las víctimas"
Insistió en que se logró "el objetivo que era el fin de la violencia, el más querido, deseado, justo y anhelado" por la sociedad, y remarcó que este es "un país que, por su muy difícil historia", tiene "una dificultad para reconocer los hechos y las personas decisivas". "No voy a contribuir a esa debilidad cívica que supone no reconocer, y como uno se debe a su tiempo quiero aquí subrayar para la historia de papel de los socialistas vascos", dijo aludiendo a Eguiguren, López y Ares.
También mostró su reconocimiento "a todas las víctimas por el injusto dolor sufrido". "Todas las víctimas, de toda condición, las sentimos como nuestras, como hermanos y hermanas. Su memoria permanece y permanecerá. El reconocimiento es un deber moral, cívico. No hay una sociedad que pueda reconocerse como digna que no recuerde y reconozca a los que injustamente perdieron su vida".