El Mundo
"Sánchez secunda a Yolanda Díaz y reta a la UE con la reforma laboral". El sarao pedrista es muy comentado. Rafa Latorre dice que "Pedro Sánchez pronunció con detenimiento de narrador de cuentos infantiles el mensaje que quería trasladar. No faltó ni la pedagógica pregunta introductoria: "¿Cómo se llama? So-cial-de-mo-cra-cia". "Su boca iba masticando la socialdemocracia como si fuera un chicle y es cierto que, al menos en España, y a juzgar por las alianzas que lo sostienen como presidente, el concepto demuestra gran elasticidad". "Este ha sido un congreso sin disidentes, que esto es a lo que llaman unidad, una última danza festiva antes de enfrentarse a la dura batalla electoral, a la que los socialistas acuden con un mensaje claro, sencillo, pretendidamente moderado y que se puede silabear: "Seguimos siendo so-cial-de-mó-cra-tas". No se lo creen ni ellos, por eso lo tienen que repetir hasta la saciedad. El PSOE ya es solo sanchismo.
Opina lo mismo Rosell en su editorial. "Alarmado por unas encuestas que pintan bastos, el presidente, que no se mantiene fiel ni a sí mismo, intenta ahora enterrar públicamente el sanchismo y pregona una vuelta a la socialdemocracia clásica, esto es, a ese espacio tan desgastado que es el centro". "El sanchismo de pronto quiere mimetizarse con sus mayores y ya no reivindica la vuelta a la izquierda como hace unos años, para distanciarse justamente de la socialdemocracia de siempre, sino que la abraza con el entusiasmo enfermizo de los conversos exaltados".
"Pero los españoles ya no estamos para engañabobos. El sanchismo no ha muerto, solo busca agazaparse". No es posible que Sánchez siga creyendo que engaña a alguien. Es el redomado embustero de siempre.
Pero Juan Claudio de Ramón da en el clavo. "El mejor activo de los socialistas es la tenaz creencia en capas de la opinión pública de la existencia de un PSOE platónico, incambiado desde la Transición". La cantidad de ingenuos que aún creen en la marca PSOE sin querer entender que el partido no existe, solo existe Sánchez y el sanchismo.
Como dice Raúl del Pozo, "el Congreso fue puro ritual, la escabechina ya estaba precocinada. En síntesis: todo el poder para Pedro Sánchez. Los que van a morir le saludan".
A Federico Jiménez Losantos lo que le cabrea es la ley de educación de Pilar Alegría. "He aquí la frase clave: "El objetivo de la materia de Lengua castellana y literatura se orienta tanto a la eficacia comunicativa como a favorecer un uso ético del lenguaje que ponga las palabras al servicio de la convivencia democrática, la resolución dialogada de los conflictos y la construcción de vínculos personales y sociales basados en el respeto y la igualdad de derechos de todas las personas".
"Este afgano Ministerio de la Virtud compromete a Sánchez, que miente antes de abrir la boca y después de cerrarla. Y obliga a crear una policía política que vigile el uso de la lengua y la literatura, más una comisaría constitucional para dudas policiales; y un Padre Ángel que medie en las riñas por pintadas, chismes, novelas y memorias no autorizadas; y un Padre Arcángel para conflictos regionales y ofensas de género, raza o aspecto. Se prohibirá leer a Quevedo, por la Boda de negros y por adiestrar en la sátira inclemente; a Cervantes por lo de los vizcaínos; y La venganza de Don Mendo, Gila, Berlanga y el Almodóvar de Pepi, Luci y Bom. Pero gente sin estudios se colocará. Saldrá rebuznando de la feria de ganado y hala, a pegar coces".
El País
"Sánchez anuncia el fin de la ley mordaza y de la reforma laboral". Y de la prostitución, por cierto. Él es así. Dice José Marcos que "los barones vuelven a tener voz en la dirección del PSOE". Naturalmente siempre que no contradigan a Su Sanchidad. Según Anabel Díez, el sarao sanchista era para hacer las paces. "La cita congresual del PSOE en este octubre de 2021 tenía como objetivo inexcusable superar las consecuencias del anterior congreso. En 2017 se apuntaló la división fratricida, una guerra en la que Pedro Sánchez ganó. Los derrotados, a casa. Ante tanto encono, unos por derribar a Sánchez y los suyos por hacerse fuertes, no había espacio para la convivencia". Ni lo habrá. A Sánchez le gusta demostrar que aquí manda él y punto pelota. Eso no es convivencia, eso es que o tragas o te piras. Y fuera hace mucho frío.
"Con el PSOE en el Gobierno llegó el silencio. La mayoría, no todos, dejó la crítica a Sánchez para la intimidad. Vencedores y vencidos de 2017 han dado pasos para la reconciliación, ya sea sentida o necesaria, para que su partido recupere la primera línea de apoyo ciudadano". A los ciudadanos estas fiestecitas de partido se la traen al pairo. Importa el cariño que Sánchez dispensa a la ultraizquierda, los proetarras, los separatistas mientras patea a media España. Importa que el Gobierno se suba el sueldo mientras la peña no llega a fin de mes. Importa que nos frían a impuestos. Todo lo demás es para que ellos pasen el rato y los periodistas tengan de qué escribir.
Dice el editorial que "el PSOE ha visto esta primavera cómo la derecha populista lo arrasaba en Madrid y necesitaba empezar a conjurar el desgaste de cualquier gobierno. La unidad no era una opción para ellos en este congreso, era una obligación". Ahí le duele, la victoria de Ayuso.
"Este domingo asistimos en Valencia a la puesta de largo del discurso electoral con el que el PSOE defenderá su gestión en las próximas elecciones. Ese discurso acentuó que los socialistas son la izquierda posible y su referencia más insistente fue la defensa de la socialdemocracia como gestión de lo público". ¿Discurso electoral? ¿Dirá Sánchez que no podría dormir con Podemos o que no pactará con Bildu? Capaz.
ABC
"El 60% de los votantes socialistas piden la extradición de Puigdemont". Ah, sí, otra de las promesas del mentiroso Sánchez. El editorial califica de "cháchara mitinera" el discurso de Sánchez, "que consolida la impresión de que el presidente del Gobierno está absolutamente alejado de la realidad".
Ignacio Camacho explica lo de Felipe González. "El principal aval del rótulo (socialdemocracia) ha sido un Felipe González avenido a moderar su espíritu crítico ante la evidencia de que la mayoría electoral del PSOE está en claro peligro. González no se ha vuelto sanchista porque el sanchismo representa un modelo bien distinto al suyo, y de hecho no se resistió a la tentación de sugerirlo, pero tampoco ha dejado de ser socialista ni de preferir que gobierne su partido, que es como la segunda familia —a veces hasta la primera— para cualquier político". Ya lo dijo González hace años con Zapatero. Cuando las cosas van mal, prietas las filas.
"Es dudoso sin embargo que más allá de esa solidaridad instintiva se haya tragado el señuelo del giro centrista, la enésima simulación del gran paladín de la mentira. Porque la socialdemocracia de siempre, la que encuentra en el felipismo su referencia legítima, le prohibió al actual líder al aliarse con tardoetarras y separatistas". La socialdemocracia "conservaba un mínimo respeto por las formas democráticas y un cierto sentido institucional del Estado. Nada de eso queda ya", pero ojo.
"Lo que sí continúa conservando es el peso inercial de unas siglas y una marca de raíces sólidas al margen de la disipación de su identidad ideológica. Se equivocará quien desdeñe esa capacidad movilizadora reforzada por una hegemonía mediática muy poderosa". Habrá que confiar en el rechazo que produce Sánchez.
José F. Peláez lo define a la perfección. "El PSOE, para los suyos, es una religión. Eso no sucede en ningún otro partido. El arraigo del PSOE es insuperable. El PP es algo más racional, una decisión de afiliación consciente. Pero el PSOE no se discute: el PSOE se ama, se hereda, como el apellido o la miopía". "Y ahí reside el problema: para sus militantes, traicionar al PSOE es traicionar a sus padres, a sus abuelos, a los pobres, al progreso, a las mujeres, a la libertad, a la democracia y a los derechos humanos. Y todo a la vez. Es dejar de ser de los buenos y pasar al bando de los malos por decisión propia. Y cuando se es así, cuando se ama algo hasta puntos irracionales, todos nos volvemos dogmáticos y sectarios". Y da igual lo que haga el líder de turno, da lo mismo que traicione a sus votantes, sus promesas, todo da igual. De los socialistas no se puede esperar nada. Pero hay otra España que no es tan dogmática.
La Razón
Ooootra encuesta. "Casado podría gobernar en solitario con el apoyo de Vox". Ya aburren. "Sánchez abraza la socialdemocracia para ganar el centro". Dice Marhuenda que "la vieja guardia del PSOE, incluida la que le acompañó en la travesía del desierto, ha sido laminada sin contemplaciones". "Los que no supieron entender el profundo cambio que se estaba viviendo se han quedado por el camino. Este Congreso es una consecuencia de las primarias, porque el ganador se lo queda todo. Es la legitimación que surge de unas bases que están claramente al lado de Sánchez, como se vio con el informe de gestión y el desarrollo del cónclave. Todo se organizó para consagrar su liderazgo y el partido es una pieza fundamental en su proyecto". Ya iba siendo hora de que algunos se enteren de que el PSOE no existe, existe Sánchez que es más Podemos que PSOE.
Según el editorial "Sánchez habló desde el pedestal sobre un mundo de ficción, la fábula de una socialdemocracia fantasmal, la suya, sepultada bajo la indignidad de las alianzas con los comunistas, los independentistas más fanáticos del Europa y los legatarios de los terroristas mientras se criminaliza a la oposición como antisistema". No a la oposición, a la mitad de los españoles, a los que Sánchez ha arrinconado.
José Antonio Vera confirma que "el sanchismo ha devorado por los pies al antiguo socialismo y es implacable con la disidencia, se llame como quiera". "De modo que nuestro gran timonel se vistió al fin de socialdemócrata. Aunque nadie le cree. ¿Quién puede creerle a estas alturas? El problema es que la inmensa mayoría prefiere a González". Ya no, Vera, ya no. Las bases y la militancia socialista se han podemizado por completo, a González ni le conocen y prefieren a Sánchez, que es el que manda.