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Cuatro años después del 20-S, Cuixart insiste: "Lo volveremos a hacer"

El líder de Òmnium celebra los sucesos que le costaron el ingreso en prisión con una foto del asedio y su eslogan recurrente.

Uno de los coches destrozados hace cuatro años | LD

Este lunes se cumplen cuatro años del asedio a una comitiva judicial que trataba de practicar un registro y varias detenciones en la consejería de Economía de la Generalidad catalana, que entonces dirigía Oriol Junqueras con Pere Aragonès como número dos. El 20-S de 2017, a diez días del referéndum ilegal, la Guardia Civil trataba de llevar a cabo unas diligencias en la sede de la citada consejería, sita entonces en la rambla de Cataluña, cuando al cabo de media hora de haber irrumpido en las instalaciones un gentío comenzó a congregarse frente a las puertas.

La flor y nata del separatismo se dejó ver en el enclave. Entre otros, Joan Tardà, Gabriel Rufián, el exterrorista Fredi Bentanach y Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, conocidos entonces como los Jordis, los líderes de los brazos civiles del golpe de Estado, Òmnium Cultural y la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Fueron ellos, junto a TV3, Catalunya Ràdio y la emisora del conde de Godó, Rac 1, quienes alertaron al separatismo para que se congregara delante de la reducida comitiva judicial, una decena de agentes y una secretaria judicial que tuvo que salir del edificio muchas horas después por la azotea.

El titular del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, el ya fallecido Juan Antonio Ramírez Sunyer, había dado orden de que se registrara la sede de Economía y se practicaran las detenciones pertinentes, toda vez que ese era el departamento encargado de la organización del referéndum ilegal. Era público y notorio. Junqueras se jactaba de ello. Además de esa entrada y registro, la Guardia Civil tenía orden de entrar en el centro tecnológico de la Generalidad y en diversos organismos. Se trataba de cortocircuitar la organización del referéndum.

Los Jordis actuaron con celeridad. Desde las redes sociales que controlaban instaron a sus militantes, seguidores y simpatizantes a darse cita frente a la consejería. El argumento era que había que defender las instituciones de autogobierno de la supuesta afrenta que estaba cometiendo la Guardia Civil al cumplir órdenes de un juez. Se trataba, según la retórica independentista, de un ataque a la Generalidad que se debía impedir a toda costa, plantándose ante la Guardia Civil.

A las once de la mañana ya había miles de personas delante de la consejería de Economía. Con el paso de las horas irían adoptando una actitud cada vez más hostil. La "hazaña" consistía en no dejar salir a la Guardia Civil del edificio. Los vehículos logotipados fueron destrozados y saqueados. Los Jordis se hicieron los dueños de la situación. Cuixart negociaba con los uniformados de verde, Sánchez, con los de azul, los Mossos, cuya pasividad facilitó el asedio.

Subidos en un todoterreno

A primera hora de la noche, se subieron en los todoterreno destrozados en señal de victoria y para dar por terminada la concentración, pero los elementos más violentos no les hicieron caso. La secretaria judicial logró abandonar el edificio pasadas las doce de la noche y después de que uno de los miembros de la familia propietaria del teatro Coliseum, del grupo Balañá, pusiera todas las pegas habidas y por haber para dejar pasar por su edificio a la funcionaria, según consta en la documentación judicial. Los guardias salieron aún más tarde, pasadas las cuatro de la mañana y tras serios incidentes con los manifestantes que se negaban a abandonar la zona.

La teoría de la trampa del Estado

Hoy, cuatro años después, los detenidos en la llamada operación Anubis, Josep Maria Jové, Lluís Salvado o la actual consejera de Cultura, Natàlia Garriga, siguen a la espera de juicio. Y Cuixart declara en Catalunya Ràdio que el Estado les tendió una trampa, que aquel registro estaba encaminado a provocar su ingreso en prisión, que el escaso despliegue de la Guardia Civil facilitó los incidentes, que nadie ha investigado cómo es que había armas en los coches y por qué estaban en la calle y no en el aparcamiento subterráneo de la consejería.

Pero a pesar de la teoría de la trampa, lo volvería a hacer y celebra la efeméride con una foto aérea de la que liaron frente al edificio. En aquel momento el movimiento separatista catalán era una máquina de masas norcoreana. Venían de hacer la V de la victoria, la vía catalana con las manos entrelazadas y toda clase de coreografías. Tenían la mano rota de convocar marchas, sentadas, quedadas, manis y protestas de todo tipo y aquello fue otro "éxito", una de esas "jugadas maestras" de las que tanto presumía el independentismo antes de que algunos de sus líderes acabaran en prisión y otros se fugaran escondidos en un maletero.

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