La intención estaba clara. Tal y como adelantó este lunes Libertad Digital, la voluntad del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, era la de no participar en la mesa de diálogo que se celebrará previsiblemente este miércoles en Madrid. Según fuentes gubernamentales, la presión de ERC en las últimas horas tras conocerse el plantón de Sánchez logró el anuncio del presidente de que sí asistiría a la convocatoria, pero una vez más se trató de un gesto de cara a la galería.
La realidad de lo pactado entre Moncloa y el Govern pasa por una foto previa al encuentro entre ambos presidentes. Sánchez y Aragonés mantendrían un encuentro previo, una foto en una reunión breve, justo antes del inicio de la mesa de diálogo con las dos delegaciones del Gobierno de España y el autonómico de Cataluña.
Según lo manifestado este martes por la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, al término del Consejo de Ministros, "el presidente se va a encontrar con el presidente de la Generalitat y después se van a encontrar ambos con los miembros de la mesa, con las dos delegaciones", cuyos trabajos coordinará el ministro de la presidencia, Félix Bolaños, de las diferentes áreas temáticas en los que, por parte de Moncloa, participarán también la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, el ministro de Universidades, Manuel Castells y la responsable de Transportes, Raquel Sánchez.
La guinda al sainete gubernamental la puso Rodríguez al término de la rueda de prensa al admitir que la decisión sobre la presencia de Pedro Sánchez no está aún decidida: "como han visto ustedes, esta mañana se estaba terminando de perfilar la delegación del Gobierno de la Generalitat. Quien lidera nuestra delegación es el presidente del Gobierno que se verá con el presidente de la Generalitat y ellos valorarán su permanencia en la reunión".
Una afirmación que deja en el aire la fórmula elegida por Moncloa para la puesta en escena, después de la solución consensuada con la que Pedro Sánchez pretendió aplacar los ánimos de Pere Aragonés ante el miedo de que la mesa de diálogo saltara por los aires por la presión de su socio JxCat. Algo que tiene muchos visos de producirse. En Moncloa barajan a esta hora que los de Junts se levanten de la mesa pero ya no cuestionan su celebración. Fuentes gubernamentales aseguran que la mesa de diálogo "no perdería legitimidad" pese a un plantón de JxCat porque "el Gobierno está representado en su presidente y nosotros interlocutamos con el Gobierno".
Al intento del Gobierno de marcar la pauta de la celebración en cuanto a la fecha, el orden del día y los participantes, se le suma ahora la nueva afrenta de Junts incluyendo a dos golpistas indultados de JxCat. Algo absolutamente "inasumible" para el Gobierno. Así lo manifestó la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, quien negó que estuvieran dispuestos a aceptar la inclusión de los presos Sánchez y Turull: "Absolutamente no. No entendemos otro marco que el ámbito de negociación sea el de los gobiernos", y así se ha negociado con ERC y el gobierno catalán: "Nunca se ha entendido otro marco que no fueran los miembros de los gobiernos que vamos a trabajar".