En Junts per Catalunya (JxCat) no están por la labor de facilitar el liderazgo del presidente de la Generalidad, el republicano Pere Aragonès. La consigna es torpedear la mesa de diálogo que con tanto ardor defiende el segundo de Oriol Junqueras en ERC, no hacer caso de los llamamientos de Aragonès a la unidad, ignorar al presidente autonómico y poner en tela de juicio los esfuerzos por trabar una negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez en torno a la autodeterminación y la amnistía.
Tras los diputados Albert Batet, Joan Canadell, Aurora Madaula o Elsa Artadi, entre otros, es el turno de los indultados. Hasta ahora habían mostrado sus reticencias a la mesa Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull. A este listado se ha unido Joaquim Forn, exconsejero de Interior y también indultado, quien en declaraciones a la emisora de la Generalidad, Catalunya Ràdio, ha abogado por "no esperar dos años para concluir que las cosas no avanzan". Aludía así al pacto de gobierno entre ERC y JxCat en el que el partido de Puigdemont se compromete a dar un plazo de dos años a ERC para que explore la vía del diálogo con el Gobierno.
Pérdida de tiempo
Según Forn, no se puede perder tanto tiempo y hay que empezar a formular una propuesta alternativa. "No podemos esperar hasta el 2023". También ha arremetido contra el instrumento para negociar, la llamada mesa de diálogo entre Gobierno y Govern porque en su opinión, que es la misma que ya expresó Puigdemont, "algo tan importante como la resolución del conflicto entre Cataluña y España no puede pasar por un despacho y basta". Al parecer del expresidiario, en las negociaciones debería estar implicado el Parlament.
De nada ha servido el llamamiento que este miércoles hacía Aragonès a la unidad. El presidente de la Generalidad abogaba por apurar las posibilidades de la mesa de diálogo y prometía que en caso de fracaso habría más choques con el Estado como el del otoño de 2017. Como es habitual en el separatismo, Aragonès pretendía dar a entender que todos los catalanes son independentistas y aseguraba, igual que Forn, que hay un conflicto "entre Cataluña y el Estado". La consigna es borrar del vocabulario la palabra España, negar la realidad nacional de España y optar por el término "Estado".