ERC y Junts per Catalunya (JxCat) no paran de pelearse ni a mediados de agosto. El acuerdo de gobierno de coalición hace aguas desde antes incluso de firmarse pero el riesgo de perder el control de la Generalidad puede más que las abruptas desavenencias entre los socios. Marta Vilalta, la secretaria general adjunta (a la fugada Marta Rovira) y portavoz de ERC es la protagonista principal del último encontronazo. Según esta dirigente, JxCat no hace otra cosa que debilitar al ejecutivo catalán de cara a la próxima reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès.
Todavía faltan seis semanas para ese encuentro, que se celebrará en Barcelona, pero tanto JxCat como ERC no hacen más que calentarlo en una pelea interna interminable. Según los principales dirigentes de JxCat, la llamada según unos mesa de diálogo y según otros de negociación no servirá para nada, Sánchez se dedicará a dar largas y como mucho a provocar falsas esperanzas en el independentismo.
El desprecio y la ausencia de expectativas de los neoconvergentes es interpretado por los cargos de ERC como un ataque a Oriol Junqueras y Pere Aragonès, los dos principales promotores de la mesa. En declaraciones a la agencia Europa Press, Vilalta ha asegurado que tales consideraciones no hacen más que debilitar a la "parte catalana" y suponen "un tiro en el pie" del Govern, así como "debilitar uno de los instrumentos (por la mesa) que nos ha costado mucho conseguir".
Para Vilalta, la mera convocatoria de la reunión ya es un triunfo, así como la institucionalización de la mesa, entre cuyas virtudes cita que "nos puede ser útil para el camino hacia la independencia". De ahí la severa acusación contra JxCat. "Hace un flaco favor al proyecto independentista y se lo pone demasiado fácil al Gobierno y al PSOE", abunda la dirigente republicana.
Relaciones envenenadas
Sus tesis están en sintonía con las de la consejera republicana de Presidencia, Laura Vilagrà, mano derecha de Aragonès y una especie de contrapoder del vicepresidente Jordi Puigneró, de ERC. Las relaciones entre los dirigentes de ambos partidos vienen envenenadas por dos episodios recientes. Que Aragonès forzara al consejero de Economía, Jaume Giró, a recurrir al "Institut Català de Finances" 24 horas después de que Giró se hubiera mostrado contrario a esa posibilidad no sentó precisamente bien en el seno de JxCat. Tampoco cayó bien en ERC que Puigneró reventara el anuncio de la ampliación del aeropuerto que pretendía llevar a cabo Aragonès.
Ahora, la decisión sobre quiénes deben formar parte de la comisión negociadora del gobierno autonómico es el campo de batalla entre ERC y JxCat y las declaraciones de Vilalta dan cuenta de la intensidad de la refriega. ERC quiere reducir el peso de JxCat con el argumento de que los neoconvergentes no creen en la mesa mientras que estos quieren estar presentes para confirmar sus sospechas sobre la inutilidad del diálogo con Sánchez.
Al tiempo que ataca a JxCat, Vilalta exige al Gobierno que haga pública su propuesta para desencallar lo que los separatistas llaman conflicto mientras no ceden en su órdago: sólo están dispuestos a hablar de amnistía y de un referéndum de autodeterminación. Cualquier otra fórmula será rechazada, aseguran por ahora.