Pere Aragonès, segundo de Oriol Junqueras y presidente de la Generalidad, no tuvo ayer el más mínimo reparo en utilizar el idioma español que rechaza emplear en presencia del Rey para vender a los cónsules acreditados en Barcelona la matraca de la amnistía y la autodeterminación. En una recepción en el palacio de la Generalidad, tanto Aragonès como la consejera de Acción Exterior, la neoconvergente Victòria Alsina, emplearon mayoritariamente el español para hacer llegar a los cónsules los mensajes claves del separatismo.
El uso del español ante los cónsules contrasta con la negativa separatista a utilizar este idioma delante del Rey, en el Parlament o en las ruedas de prensa. En esta ocasión, Aragonès y Alsina sí emplearon el español para hacer llegar a los cónsules el empeño del gobierno regional en conseguir la amnistía de los golpistas y un referéndum de autodeterminación pactado con el Estado.
La consejera Alsina, que fue delegada de la Generalidad en Estados Unidos, defendió la existencia de las oficinas de la administración autonómica en el extranjero, prometió que se ampliará la red de delegaciones en el exterior y aseguró que por cada euro gastado en promoción se tiene un retorno de 166.
Además, Alsina se salió de la línea oficial de su partido para afirmar que cree "en la vía institucional para resolver el conflicto" y subrayó el informe del Consejo de Europa para decir que "hemos conseguido una importante victoria internacional".
Por su parte, Aragonès aseguró que su gobierno había iniciado "una nueva etapa para resolver de forma dialogada un conflicto político de mucha intensidad". "Queremos resolverlo a través del diálogo y la negociación, con los principios básicos de la democracia y la libertad. Por eso emprendemos una mesa de diálogo en la que las propuestas del Govern son la amnistía y la defensa de un referéndum como forma más inclusiva de resolver el conflicto".
La novedad en la recepción al cuerpo consular es que Aragonès usó el catalán de manera testimonial, sólo para un par de frases. Además, trató de disipar la alarma de los cónsules ante la alta incidencia de la pandemia en Cataluña, la región de la Unión Europea con peores datos en esta quinta ola del coronavirus.