La presidenta del Parlamento catalán, la neoconvergente Laura Borràs, ha celebrado sus cien días en el cargo con el cese del secretario general de la cámara catalana, Xavier Muro, cuya cabeza había pedido reiteradamente Quim Torra. Muro no cumplía con el perfil funcionarial preferido por los separatistas. Es decir, no se caracterizaba por la sumisión al rodillo independentista. En las sesiones del 6 y 7 de septiembre de 2017 se opuso a la tramitación de las leyes golpistas y advirtió de los avisos del Tribunal Constitucional, unos avisos que cayeron en saco roto.
Su oposición al aplastamiento de la oposición y a la tramitación de las denominadas "leyes de desconexión" le dejó marcado. Sin embargo, el anterior presidente de la cámara, el republicano Roger Torrent, decidió no adoptar represalias contra Muro a pesar de la insistencia de Quim Torra, que quería fulminar al funcionario por negarse a publicar en el boletín del Parlament una resolución contra la Corona aprobada en agosto de 2020 en la que se hacía alusión a la "monarquía delincuente".
Quien también decidió abandonar el Parlament fue el letrado mayor, el exdiputado de ERC Joan Ridao, que pidió el relevo nada más tomar posesión Laura Borràs. Los sustitutos de Muro y Ridao serán Esther Andreu y Miquel Palomares.
En su comparecencia, Borràs, del sector más intransigente de Junts per Catalunya (JxCat) ha cargado contra los indultos, ha exigido la amnistía y la autodeterminación y que el Gobierno cumpla con las recomendaciones del Consejo de Europa y retire las demandas de extradición contra los fugados Carlers Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí.