ERC y Junts per Catalunya (JxCat) han firmado una acuerdo de mínimos gracias a la mediación de la CUP. Tras una intensa reunión en el Parlament, las fuerzas separatistas vuelven a negociar y se obligan a desencallar el inicio de la legislatura. Quedan catorce días para la fecha límite y se pone el contador a cero. La formación antisistema ha logrado que los dos partidos reinicien las conversaciones, aunque aún está por ver si es para la investidura de Pere Aragonès con la cesión de cuatro votos de JxCat o para la formación de un Govern de coalición.
Se respira una cierta sensación de alivio entre los grupos separatistas, aunque no se ha concretado nada más allá de un documento de buenas intenciones con cuatro puntos:
- Dar una repuesta a la crisis económica y social que vive el país.
- Construir un muro de defensa de los derechos fundamentales y básicos que tienen un amplio apoyo por parte de la sociedad catalana y que no caben en el marco del Estado.
- Tomar la iniciativa y convocar una primera reunión de trabajo para construir una gran Acuerdo Nacional por la Autodeterminación que vaya más allá de los partidos políticos y que agrupe a la amplia mayoría social del país favorable a la solución democrática. Con el compromiso inequívoco de que desde el diálogo y el embate democrático al Estado se pueda alcanzar el ejercicio de la autodeterminación y la amnistía durante la próxima legislatura.
- Alcanzar un espacio para el debate de la estrategia independentista más allá del marco de la gobernabilidad.
Es decir, ERC y JxCat han asumido los postulados de la CUP para evitar la repetición de los comicios, posibilidad que planea sobre la situación política catalana cada vez con mayor intensidad. Los anticapitalistas de la CUP han convencido a republicanos y neoconvergentes, al menos en apariencia, de que deben resolver sus discrepancias como sea para evitar una repetición electoral que pondría en riesgo la actual mayoría separatista. Una mayoría de la que se jactan constantemente pero que resulta tan débil que no aguantaría, según ellos mismos, una especie de segunda vuelta electoral para decidir quién es el macho alfa del independentismo, si Junqueras o Puigdemont.
El documento firmado por los grupos separatistas es una muestra más de retórica ampulosa que compromete a poco. Se nota la mano de Junqueras, según ha deslizado su partido, en la redacción del farragoso tercer punto, donde el líder republicano habría incluido la adenda sobre el "diálogo" y el "embate" al Estado.
En las próximas horas se constatará si esta vez los separatistas van en serio o la firma de esta nota forma parte de la estrategia para evitar culpas y responsabilidades en una hipotética repetición electoral.