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Sánchez blinda a Redondo y mantendrá el rumbo hasta 2023 sin tocar la coalición con Podemos

El presidente corta el paso a los críticos con su jefe de gabinete. La consigna en Moncloa es "pasar página" y esperar al ciclo de buenas noticias.

Pedro Sánchez e Iván Redondo saliendo del Congreso de los Diputados. | EFE

Roma locuta, causa finita. Como se ha operado durante siglos en la Iglesia Católica se opera también en la cúpula del laicista partido socialista, una máxima que volvió a abrirse paso el jueves en la celebración de la Ejecutiva Federal del PSOE. Un encuentro que Pedro Sánchez quiso comenzar marcando territorio y dejando claro —aviso a navegantes— que, si la derrota ha sido, es y será de Madrid, la responsabilidad es de los dos chivos expiatorios —Ángel Gabilondo y José Manuel Franco-, que dimitieron precisamente en el trascurso de la reunión interna, forzados por Ferraz apenas 24 horas de haberse negado a abandonar.

Una declaración de intenciones tras las fuertes críticas aireadas desde Ferraz hacia la gestión de su jefe de gabinete, Iván Redondo, a quien Sánchez se adelantó a blindar de forma preventiva. El efecto disuasorio fue inmediato y los pocos que se atrevieron a exponer una crítica a la campaña ideada desde Moncloa, lo hicieron con rodeos en torno al "equipo de campaña", sin referencias expresas a Redondo y encontrándose frente a frente con las habituales mandíbulas tensionadas de Pedro Sánchez.

Ni siquiera la puerta cerrada es garantía de un debate sincero que, como relatan fuentes socialistas, sólo tienen el límite de lo que es del agrado del líder del partido. Y Redondo es "intocable" para Sánchez, sin necesidad de que haga falta decirlo o mentar su nombre. No tanto por una cuestión de lealtad —fue Redondo quien le hizo ganar las primarias frente a Susana Díaz y le llevó a la presidencia del Gobierno—, sino porque él le garantiza al presidente la seguridad de tenerlo todo atado y pensado.

El triunfo de evidenciar su fracaso

Los presentes, incluso el núcleo duro que se dedicó a filtrar su enfado durante la campaña —José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Carmen Calvo—, asumieron dónde estaba la línea roja con la satisfacción de haber logrado demostrar la vulnerabilidad del todopoderoso Iván Redondo. Hasta Ábalos se atrevió a deslizarlo en la rueda de prensa posterior a la Ejecutiva con un sutil mensaje: "No esperen ajustes de cuentas. ¿Que las cosas han ido mal? Pero lo ha intentado con el mejor de los propósitos". No citó nombres, no hacía falta. Lo importante era colocar el mensaje del fracaso de Redondo y abrir la veda del mismo en los titulares de los medios de comunicación.

Las suspicacias del núcleo duro del PSOE no son nuevas, pues comenzaron el mismo día en que Redondo, "un mercenario de la política" para muchos, puso un pie en el número 70 de la calle Ferraz. Pero la pelea interna ha nublado el análisis post electoral del 4-M que los socialistas reducen a la crítica a los votantes 'derechizados', la simpleza de los mensajes de libertad de Isabel Díaz Ayuso y la oposición de brazos caídos de Gabilondo, quien "regaló la oposición a Mónica García" por garantizarse el apoyo de Ayuso a su nombramiento como Defensor del Pueblo.

Tezanos cae en desgracia

No hay espacio para la autocrítica, más allá de la crítica hacia José Féliz Tezanos, el director del CIS antaño oráculo demoscópico de Sánchez, quien ha caído ahora en desgracia. "Ha fallado Tezanos y han fallado nuestros trackings", explica una fuente gubernamental diferenciando entre las primeras encuestas secretas del CIS, a las que sólo tuvieron acceso el Gobierno y el PSOE, y las de otro instituto demoscópico. Ambas decían lo mismo hasta el mismo día de las elecciones: "Llegamos a 30 escaños", repetían estas fuentes con convicción hasta bien entrada la jornada electoral. La decepción y el enfado dieron paso al desengaño:

"¿De qué sirve trabajar con empresas que nos dicen lo que queremos oír y no lo que pasa?". Una certera reflexión sobre la utilización del CIS como fábrica de ilusionismo electoral que, sin embargo, no se deriva en la exigencia de dimisión de Tezanos. Si algo molesta más a Sánchez que un fracaso es que le impongan sus decisiones.

¿Cambio de ciclo?

Asumido ya el baño de realidad en Madrid, el Gobierno sigue no obstante de espaldas a la realidad, aún incierta, de un posible cambio de ciclo político. Si los tiempos han cambiado lo dirán las próximas encuestas, pero en Moncloa lo niegan con rotundidad y creen que "Ayuso será más un problema para Casado que para Sánchez". "No sabe Casado la que le espera en 2023, se equivoca si cree que puede llegar al 43%". El Gobierno hace análisis partidistas y personalistas sin entrar a bucear en las tripas del 4-M ni detectar el porcentaje clave del trasvase de voto del PSOE al PP. Éste será, más allá de los diez puntos, 13 escaños y 270.000 votos menos que en 2019, el dato que más serviría al PSOE para medir el grado de antisanchismo y declive de su Gobierno.

Susana Díaz Ayuso

Y es un dato que no ha obviado la baronesa andaluza Susana Díaz. La eterna rival de Pedro Sánchez lo volverá a ser el 13 de junio cuando se enfrente al candidato de Ferraz, Juan Espadas, abrazada a la bandera de la libertad de Ayuso. Díaz ha entendido el nicho de mercado que se ha abierto tras el 4-M para un socialismo moderado que repudia "los pactos con Iglesias, los indepes y Bildu", en palabras de un histórico dirigentes socialista. Y esta vez a Díaz podría salirle bien en Andalucía, donde estas posiciones extremas son juzgadas con mayor severidad y donde el actual alcalde de Sevilla genera rechazo en otras provincias como Málaga o Huelva.

Sin admitir posibilidad de duda, el Gobierno dice que "Susana está muerta y no lo sabe" y sólo da sus últimos coletazos para sobrevivir. Si pretende cabalgar a la cresta de la ola de Ayuso, según éstas fuentes, podría naufragar porque "el fracaso del PSOE en Madrid sólo se explica porque la pandemia ha explotado en la cara del PSOE de Madrid" tras un año de restricciones, confinamiento y dolor. A sumar que "Ayuso es odiada y ridiculizada en el resto de España", según Moncloa.

Comité de dirección en Moncloa

Un análisis similar al que hizo el propio Iván Redondo en el Comité de dirección de Moncloa que se celebró la víspera de la Ejecutiva Federal del PSOE. Con el núcleo duro del gabinete del presidente, su jefe de gabinete esbozó la nueva hoja de ruta de Pedro Sánchez: "Pasar página", cambiar de tema, hacer como que nada ha sucedido hasta que la tormenta escampe y se inicie el efecto dominó de la cascada de buenas noticias que espera el Gobierno en el futuro próximo entre vacunación y llegada de fondos europeos. Sánchez, y por ende Redondo, no se plantean un cambio de planes de legislatura sino continuar el plan trazado.

No habrá adelanto electoral ni cambio de socios. Lo primero, porque la intención del presidente es aprovecharse del "caramelo" de la presidencia rotatoria de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023 como lanzamiento para su campaña a la reelección a la Moncloa. Y, lo segundo, porque "no sólo no se romperá la coalición sino que volveremos a pactar con ellos en la próxima legislatura" y la salida de Iglesias no complica el escenario sino "al contrario". Son los planes de Pedro Sánchez para mantener el rumbo a 2023 y a la espera de saber si los vientos han cambiado y debe dar, o no, un giro de timón.

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