Sin reparos ni vergüenza alguna, Junts per Catalunya y ERC se han citado en la cárcel de Lledoners para tratar de culminar sus negociaciones para formar gobierno. Las prisiones catalanas dependen de la Generalidad y los partidos separatistas las controlan a su antojo. Cargos de ERC y JxCat se manejan "como Pedro por su casa" en condición de autoridades. Los presos golpistas reciben toda clase de visitas y mantienen una intensa agenda política.
En la prisión está el jefe de la delegación posconvergente, Jordi Sànchez, y el líder de los republicanos, Oriol Junqueras, ambos condenados por el golpe de Estado de 2017. En teoría se ven todos los días, salvo cuando están de permiso, pero no han sido capaces de arbitrar un mínimo acuerdo. Han pasado diez semanas desde la celebración de las elecciones. En teoría también las relaciones entre los presos de la cuerda de Puigdemont y los de Junqueras son cordiales y fluidas, pero la convivencia en la cárcel no ha supuesto una aproximación de posiciones políticas.
ERC pretende lograr en una cumbre carcelaria lo que no ha logrado en la calle. JxCat da largas a los republicanos, les plantea una y otra vez el asunto del papel de Puigdemont y propone la creación de toda clase de comisiones para controlar un pacto que no cuaja. Los posconvergentes aducen que quieren un acuerdo sólido y estable, no un pacto rápido como urge ERC.
El diario "Nació Digital" asegura que la próxima semana, probablemente el martes, delegaciones de los dos partidos se verán las caras en Lledoners en un encuentro que se pretende clave para desencallar definitivamente las negociaciones. Como si se tratara de los Gambino y Genovese, posconvergentes y republicanos enviarán sendas delegaciones para montar una cumbre con los jefes que están en prisión.
Podrían haber mantenido la reunión este viernes, festividad de Sant Jordi, cuando los golpistas presos salieron de permiso para firmar libros y recibir los agasajos las bases separatistas, pero prefirieron aprovechar el día para darse un homenaje.