Mientras ERC organiza citas con los comunes y los cuperos, formaciones con las que declara estar en sintonía, en Junts per Catalunya (JxCat) no descartan forzar una repetición de las elecciones. La primera toma de contacto entre republicanos y "junteros" salió mal, como se esperaba. Dirigentes de ambas formaciones abogan por una nueva etapa en las relaciones de las primeras dos fuerzas separatistas, pero contra dicha etapa conspiran muchos factores. El primero, la inquina que se profesan Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, una inquina que se traslada a todos los niveles directivos.
Tras el primer encuentro para explorar una reedición del pacto de gobierno separatista, la vicepresidenta de JxCat, Elsa Artadi, compareció ante los medios con un mensaje muy crítico con ERC. Según Artadi, los republicanos quieren hablar del reparto de cargos en el nuevo Govern mientras que ellos plantean primero la negociación sobre una nueva "hoja de ruta" que derive en la independencia.
Sobre esa pretensión, el entorno de Puigdemont cree que se puede forzar una repetición de las elecciones. ERC negocia a todas las bandas, plantea nuevas consejerías, como una de Igualdad y otra de cambio climático, y aborda con la CUP un nuevo modelo policial en la seguridad de que al ser el primer partido separatista dispondrá de la consejería de Interior.
El candidato republicano a presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, se muestra abierto a posibilidades de gobierno muy diversas, desde un acuerdo de izquierdas con los comunes y la CUP apoyado desde fuera por el PSC hasta una gran coalición soberanista que incluya en un mismo Govern a los podemitas y JxCat, una suerte de gobierno de concentración que daría cumplimiento al objetivo expresado en el mantra de "ampliar la base".
Desdén hacia Aragonès
En Junts observan con una mezcla de desdén y escepticismo los movimientos de Aragonès y creen que la única salida viable tras los resultados del 14-F es un acuerdo entre separatistas, sin comunes ni experimentos de izquierdas. Lo único que para ellos está en discusión es si la CUP acepta asumir responsabilidades de gobierno o prefiere mantenerse al margen como siempre. Y eso no depende de sus dirigentes, sino de lo que decidan las asambleas cuperas.
En ese contexto es en el que JxCat cree que puede dejar al descubierto el "autonomismo" de ERC y precipitar una repetición de las elecciones. La pretensión de volver a las urnas se sustenta en el hecho de que JxCat habría ganado en escaños con mucha claridad si el PDeCAT de Artur Mas no le hubiera robado 77.000 votos. La proyección indica que el partido de Puigdemont habría obtenido 35 escaños por 32 de ERC y 31 del PSC, partido que habría quedado primero en votos pero tercero en diputados.
Artur Mas se apresuró tras el domingo electoral a culpar a JxCat de haber rechazado un acuerdo de coalición electoral. En una repetición de los comicios todo el mundo da por sentado que el PDeCAT se diluiría en JxCat y que el partido de Puigdemont no tendría problemas en recuperar el primer puesto en el campo del separatismo, más si queda acreditado que ERC renuncia a plantear un nuevo desafío al Estado.