Las claves de la semana en que Podemos intentó tumbar a su Gobierno
Punto de inflexión, salto cualitativo. La guerra interna en la coalición ha alcanzado el clímax y Sánchez parece guardar un as bajo la manga.
Aún no había comenzado la semana fatídica cuando el PSOE y el PSC celebraban todavía la victoria de Salvador Illa arropado in situ por el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, en la sede del PSC, y su director adjunto, Paco Salazar, figurando en la realización audiovisual para poner su rúbrica al resultado electoral. El puesto de mando, fracturado esta vez entre Barcelona y Madrid donde el presidente Pedro Sánchez desde, Moncloa, y sus primeros espadas del partido en Ferraz, José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Santos Cerdán y Félix Bolaños, reportaban al presidente desde el despacho del secretario de organización socialista.
El escrutinio les dejó claro desde el principio que la operación que con tanto secretismo habían diseñado meses atrás había funcionado. Había que transformar ahora los resultados en estrategias y algunos se relamían con la sesión de control del miércoles: "preguntan al presidente los tres perdedores: Pablo Casado, Inés Arrimadas y Laura Borrás". Especial interés en el líder del PP a quien amenazaban con finiquitar al son del "te lo dije" por ir "a rebufo de la ultraderecha de Vox". Pero la estrategia se reformuló de principio a fin el lunes por la tarde/noche por varios incidentes cruzados tras la reunión de la Ejecutiva socialista en Ferraz.
La Ejecutiva en Ferraz
Una reunión orgánica tras la cual no compareció ningún portavoz del PSOE y en la que se hizo especial hincapié en el "desmoronamiento de las fuerzas de la derecha" el14-F.
Según fuentes presenciales, se habló de "una operación a largo plazo" consistente en concentrar sus esfuerzos en captar el enorme porcentaje de abstencionistas de PP y Ciudadanos que se sienten huérfanos en la centralidad, con el objetivo de arañar un millón de votos de centro que se quedó en casa en Cataluña para las siguientes elecciones, supuestamente, las municipales que no se celebrarán hasta dentro de más de dos años, en mayo de 2023, aunque las fuentes consultadas dejaban abierto el horizonte de la operación con suma cautela.
Cabreo Calvo-Montero
Todo converge el lunes por la noche. Después de la reunión Ejecutiva en Ferraz, con los números y la euforia del 14-F sobre la mesa, se sucedieron varias cuestiones en paralelo. De un lado, la llamada de la ministra de Igualdad Irene Montero a la vicepresidenta Carmen Calvo para pedirle explicaciones por el informe de la Secretaría de Estado de relaciones con las Cortes sobre la Ley Trans publicado esa misma tarde para cuestionar las "barbaridades" del texto de Igualdad.
Un hecho "sin precedentes" para la encolerizaba ministra quien, según informaron fuentes a Libertad Digital, anunció su ruptura de la unidad de voto en forma de abstención a la Ley de Igualdad que se votaría al día siguiente, martes, y que usó Calvo para puentearla.
Intento de negociación con el PP
Una llamada inesperada que frustró la comunicación que esperaba Pablo Iglesias, después de semanas sin mediar conversación alguna con el presidente Pedro Sánchez, para encauzar las relaciones de la coalición. La decisión "en firme" comunicada primero por Montero y después por la dirección del grupo parlamentario morado al PSOE frenó en seco cualquier negociación entre los socios. "Nos negamos a negociar porque Podemos ya estaba negociando con todos para tumbarnos", explican los socialistas viéndose forzados a iniciar contactos en paralelo para frenar la ofensiva morada.
Las conversaciones, admitidas por Podemos, se circunscriben a los socios del Ejecutivo como ERC o Más País a quienes ‘simplemente’ preguntaron "¿qué os parece?" y les "recordaron" cuál era su posición al respecto de la Ley de Igualdad de Trato. Un hecho sin importancia para Podemos ya que "no tiene mucho sentido que intentáramos tirar una ley del PSOE sin que nos dieran los números".
Pero los números no daban gracias a que el PP se abstuvo en lugar de votar en contra, pero no porque Podemos no intentara impedirlo. Según fuentes parlamentarias, Podemos intentó negociar con el PP pero sin éxito. Según informa Miriam Muro, Podemos "se interesó" por cuál iba a ser el sentido del voto de los de Pablo Casado. Unos contactos "habituales" que se producen entre los grupos para recabar los apoyos a su iniciativa pero no tanto cuando es de otras formaciones. "Lo que no es tan habitual es que te llamen para conocer el voto a una ley que no es propuesta del que levanta el teléfono", explican fuentes parlamentarias.
La ‘cruzada’ de la bancada socialista
Al final, todo se sabe en el ámbito parlamentario y esas llamadas inconfesables llegaron pronto a oídos gubernamentales. Las informaciones que le llegaban al PSOE y al Gobierno el martes por la tarde exigían de una extrema templanza para tomar una decisión racional alejada del emocional cabreo generalizado. Se negoció y se ganó. Y simultáneamente se tocó a rebato a las filas socialistas para coordinar un gesto al día siguiente en el Congreso. El miércoles de la sesión de control, Sánchez apenas miró a Iglesias a quien había visto el martes por la mañana en el Consejo de Ministros y "se saludaron con normalidad" pese a que ya conocía el sentido de su voto.
Una extraña jornada marcada por los paños calientes de la órbita socialista del Ejecutivo respecto a sus socios y en la que, Adriana Lastra primero y Carmen Calvo y María Jesús Montero después, intentaron templar los ánimos ocultando deliberadamente en dos ruedas de prensa el sentido del voto de Podemos, ya comunicado en la víspera, con la esperanza de convertir en farol el órdago de sus socios. Pero la sangre llegó al río y la indignación a la bancada socialista que emprendió una silente cruzada contra el vicepresidente negándose a aplaudir sus intervenciones y cruzándose de brazos en una más que evidente directriz de la dirección del grupo socialista.
Las amenazas de Iglesias
El enfado del vicepresidente al salir del Hemiciclo era de tal magnitud que no dudó en expresarlo a su entorno más cercano. Los ánimos estaban calientes y desde Podemos se amenazó con "actuar por la vía de los hechos" tras "sobrepasar el PSOE varias líneas rojas". Se hablaba de la Ley Trans pero es aplicable a todo lo que acontece en la coalición. Los morados no disimulan su rabia ante el socio mayoritario y se atreven incluso a reconocer que su permanencia en el Gobierno responde exclusivamente a la ausencia de alternativa de Pedro Sánchez. "Él se cargó a Ciudadanos y ahora no tiene mayoría alternativa. El Gobierno va a seguir, todo es reconducible".
Llama por fin a Pablo... Casado
La guinda llegó unas pocas horas después. Finalmente Pedro Sánchez descolgó el teléfono pero para llamar a Pablo... Casado; el líder del PP recibía la inesperada llamada del presidente que horas antes había optado por rebajar de tono con el cuestionado líder de la oposición por la debacle en Cataluña. Un "castigo a Iglesias", explicaron unos ante las frustradas expectativas del vicepresidente, y de todo hay, aunque no sea la explicación principal. El presidente no improvisó, todo se cocinó en una intensa noche del lunes, tras la crisis abierta por Podemos que obligó a reformular la estrategia en la sesión de control y a establecer contactos previos para la la llamada al líder del PP.
Sánchez intenta virar al centro. Acongojado por un Podemos que defiende con las revueltas en la calle las mismas formas que en la política, "actuar por la vía de los hechos" para imponer su criterio sin negociación posible. La Moncloa se escondió en el silencio primero y en la tibieza después mientras tejía en la sombra su giro a la centralidad, quién sabe si cómo táctica o estrategia a largo plazo. Castigan con silencio y desdén a sus socios mientras negocian con Casado una renovación de los órganos constitucionales "en pack" CGPJ, RTVE, Defensor del Pueblo y Tribunal de Cuentas, que será anunciada antes del miércoles. Habrá algún caramelo para el PP, algo que pueda vender a los suyos para justificar su adhesión.
Elecciones, ¿ficción o realidad?
El viraje al centro es el temor que planeó en las mentes de Podemos desde la anterior legislatura. Tras desmoronarse Ciudadanos el 10-N de 2019, Podemos creyó haber logrado enterrar la alternativa que ata a Sánchez a la coalición progresista. A día de hoy Podemos no tiene dudas de que el PSOE es rehén de la coalición ante la inexistencia de un plan B pero en Moncloa hay menos certezas y más movimientos. Los gurús de Pedro Sánchez creen que esta semana ha sido un antes y un después para la coalición y se ha pasado "de las palabras a los hechos". No se trata sólo de que Podemos no apoyara un proyecto de Ley del Gobierno, del cual forman parte y que figuraba en el acuerdo programático de la coalición. La importancia radica en que "Podemos ha intentado tumbar al Gobierno del que forma parte".
Ante el clima de hostilidades creciente y aparentemente insostenible de la coalición, el Ejecutivo niega todavía un adelanto electoral en el medio plazo y siguen abogando por agotar la legislatura en 2023 pero ya no lo hacen con tanta convicción y esquivando las referencias al socio minoritario. No obstante, hay señales son inequívocas: Sánchez pactará de forma inminente un acuerdo de renovación judicial con el PP mientras sus compañeros morados del Consejo de Ministros alientan la violencia en las calles como sólo hacen cuando gobierna la derecha o se acercan las elecciones.
Creen algunos que la victoria del PSC es utilizada ya por Iván Redondo para echar cuentas y hacer cálculos sobre el mejor momento de disolver las Cortes, con un PSOE inflado que mejora resultados respecto a las generales en Cataluña (20,63 frente a 23% de voto) y un PP al borde de la ‘extinción’. Sería ingenuo descartar esta opción por parte de los estrategas de Moncloa, expertos en estrategias soterradas y golpes de efecto como la ‘operación Illa’ pero, de ser así, no sería hasta 2022, cuando haya visos de recuperación económica. "Sánchez convocará cuando hayas colas en las rebajas y gente tomando el arrocito en la playa". No en vano, esta semana se ha anunciado que habrá FITUR.
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