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Reto a Iglesias, el "gánster" ultra del Gobierno: "Aquí te esperamos para lo que quieras"

El Gobierno incendia las calles e incita a la violencia y defiende el adoquinazo como forma de libertad de expresión.

Pablo Iglesias en el Parlamento. | EFE

El Mundo

"El silencio de Pedro Sánchez da alas al desafío callejero de Pablo Iglesias". Quien calla, otorga. ¿Te enteras, Pedro? Si te armo esto dentro del Gobierno vete haciéndote una idea de la que puedo liar si se te pasa por esa cabecita de maniquí echarme de Moncloa. Piénsalo bien, guapito de cara. Este es el mensaje de Iglesias.

Hastiado, jartito, Rosell se pregunta "hasta cuándo" tendremos que soportar esta situación. El problema no es Iglesias y su banda de matones, el problema es que "el aventurero sin escrúpulos que se apoderó del PSOE lo metiera en su Gobierno para camuflar un varapalo electoral y salvar su poltrona. El problema se llama Pedro Sánchez".

"Sigue callado el presidente ante la enésima crisis de su coalición, esta vez desatada por la infame legitimación de la violencia callejera que desde las instituciones protagoniza su socio populista". "Un partido así sería una anomalía en la oposición; pero es una cotidiana pesadilla en el Ejecutivo". Un partido así debería estar ilegalizado. Y Sánchez lo ha metido en el Gobierno, tela.

Y lo de ayer de Montero clama al cielo. "Resulta patético que la portavoz gubernamental, a sus ya conocidas dificultades explicativas, sume la indignidad y la cobardía de calificar de libre ejercicio de la libertad de expresión las declaraciones de sus socios amparando la violencia. Esta degradación no se sostiene más. Esa coalición es un fracaso y una humillación para todos los ciudadanos respetuosos de la ley". Esto empieza a parecer el salvaje Oeste. Las hordas podemitas atacando a los ciudadanos y el sheriff liderando la violencia. Si la ley no nos defiende, tendremos que defendernos nosotros mismos. O los fascistas de Iglesias nos van a comer.

El País

"El apoyo de Podemos a los disturbios por Hasél fractura más al Gobierno". Veamos, Podemos está en el Gobierno, el líder de Podemos es el vicepresidente del Gobierno. Por lo tanto, si Podemos apoya los disturbios, habrá que deducir que el Gobierno apoya la violencia. Así de fácil.

El editorial se la coge con papel de fumar. "Resultaría superfluo" decir que la violencia no es democracia, "pero se torna necesario cuando un partido en el poder, Unidas Podemos, se muestra reticente a condenar los desmanes que han tenido lugar en distintas ciudades españolas" poniendo como excusa la encarcelación de un delincuente. Los podemitas llevan la violencia en el ADN, no necesitan razones ni raperos.

Y a partir de ahí, El País se va por los cerros de Úbeda, o por la reforma del Código Penal. "Es perfectamente legítimo plantear una derogación de los tipos penales, y también lo es insistir en que el problema principal es la legislación; pero es totalmente irresponsable eludir la clara condena de los desmanes. Una nueva ocasión perdida por UP para mostrar señales de madurez política". Ay, El País, qué miramelindres. Como penséis encararos a Iglesias con esos remilgos de damisela os van a pisar la cabeza.

Luis de Vega cuenta así los disturbios. "Ayuso ha mostrado en el escaño un adoquín de los que supuestamente se arrojaron durante los incidentes". ¿Supuestamente? Le ha faltado poner un supuesto adoquín durante los supuestos incidentes.

ABC

"El apoyo de Podemos a los radicales espolea la violencia". Más bien el apoyo del Gobierno de radicales.

Puntualiza en el editorial. "No es solo Podemos, es Sánchez". "Únicamente la obsesiva fijación del presidente del Gobierno por el poder explica que los socialistas contemporicen con una formación que se ha situado directamente en la apología de la violencia, difundida impunemente desde la portavocía del grupo parlamentario". Los podemitas "se ríen de Sánchez y de todos los socialistas porque el Gobierno depende de Podemos. Es un espectáculo entre dramático y bufo". Es patético, les tiene acojonados.

"La anormalidad política que vive España con antisistemas en el Gobierno es el resultado de la voluntad política inequívoca de Pedro Sánchez de aferrarse al poder, caiga quien caiga, empezando por el crédito de su equipo de gobierno. Todos los diputados socialistas y todos los ministros son responsables solidariamente de que España tenga en La Moncloa a un partido que incita a la violencia, que apoya la autodeterminación, que disculpa a ETA y que es desleal como socio de coalición". Están marcando paquete, que quede claro quién manda.

Luis Ventoso dice una verdad como un templo. "Podemos es el único partido ultra", no Vox. "El dominio mediático y académico del autodenominado progresismo ha hecho tragar a parte de la sociedad española una enorme rueda de molino, según la cual Vox es un peligrosísimo partido ultra, al que hay que frenar con todo tipo de cordones sanitarios, mientras que Podemos son unos jóvenes idealistas de izquierda solidaria, comprometidos con la gente. Pero los hechos son los hechos. Donde hay violencia siempre está Podemos, no Vox.

Carlos Herrera tilda a los podemitas de "turba de borrachos de odio" —no descartes que de algo más—, y al rapero de "tarado camorrista". "El vicepresidente del Gobierno llama a censurar medios de comunicación mientras exige libertad de expresión para el animal disfrazado de artista" que defiende el "despojo ideológico" Echenique.

"Iglesias pretende amedrentar a la prensa libre aquí te esperamos para lo que quieras—, sus temporeros quieren imponer la violencia en la calle, sus amigos quieren descabezar España, trocearla y convertirla en un estercolero político, y, mientras tanto, el fatuo y fraudulento Sánchez calla sin un solo mohín de desacuerdo". Muy bien Carlos, estamos contigo. Venga moñas, déspota, chulo, matón, macarra, aquí te esperamos para lo que quieras.

La Razón

"Sánchez se aísla de Iglesias: ni maitines ni llamadas". "Sánchez ha aislado a Iglesias como una suerte de correctivo por la estrategia de desestabilización que Podemos está siguiendo a nivel interno en el Gobierno". Venga ya, Sánchez teme a Iglesias más que a una vara verde.

"Aunque desde la mesa del Consejo de Ministros se intentó el martes rebajar estas tensiones, asegurando poco más que son magnificadas por la prensa, lo cierto es que en Moncloa ya no se oculta que la situación es insostenible". Les tiene cogidos por sus partes blandas. La Moncloa, en concreto.

"Un grupo afín a Podemos organiza la violencia callejera", dice. Qué grupo afín a Podemos ni qué leches, es Podemos, les gusta la violencia más que a un tonto un lápiz. Dice que se trata de una "demostración de fuerza" de Iglesias a Sánchez. Una "tarjeta de visita para que no se olvide la capacidad de movilización de la extrema izquierda". Y por lo visto ayer con Montero se han hecho caquita.

Dice el editorial que la violencia incitada desde el Gobierno "ha abierto otra brecha en la coalición encabezada por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Si desde el Ejecutivo se aceptan como legítimas expresiones de vandalismo como las que se han vivido estos días, Sánchez tienen un serio problema en su Gobierno". ¿Brecha? Aquí la única brecha es la que les abren los energúmenos podemitas a los policías en la cabeza con el beneplácito del Gobierno.

Marhuenda dice que "la brutalidad de las imágenes no deja atisbo de duda y ahora podemos constatar, una vez más, de qué lado está Iglesias". ¿Es que alguien tenía alguna duda? No lo ha ocultado nunca. O bueno, en alguna campaña electoral que se ha puesto el traje de Mimosín, pero vamos, no creo que a estas alturas engañe a nadie este gánster, como le llama Julio Valdeón.

"Es normal que Iglesias y su camarilla empaticen con los energúmenos que provocaron los disturbios violentos de Madrid y Barcelona. Esa colección de vándalos de familias acomodadas se dio un homenaje de violencia sin límite con la excusa de protestar por la encarcelación del rapero Pablo Hasél. Me imagino que irían ciegos de alcohol y porros para amenizar la fiesta". Buah, y alguna droga dura más.

Abel Hernández anima a defender la libertad. "Cada día que pasa Podemos ejerce con más estridencia el papel de gobernante y de agitador antigubernamental. Por si faltaba algo, sus acusaciones a periodistas y sus propuestas –libertad de expresión para los suyos y mordaza para los demás– Con la libertad no se juega. Parece mentira, pero no queda más remedio que volver a salir en su defensa, como hace cuarenta años". Con adoquines, si es necesario. Iglesias quiere guerra, no hay que defraudarle.

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