Los médicos catalanes se suman a los valencianos y denuncian la discriminación que sufren los profesionales de la privada, que siguen sin recibir la vacuna contra el coronavirus. Su indignación ha ido en aumento después de que la consejera de Salud, Alba Vergés, anunciase el lunes que esta misma semana Cataluña comenzaría a vacunar a farmacéuticos, auxiliares y fisioterapeutas, cuando ellos —que están atendiendo a pacientes constantemente— siguen sin recibir ni siquiera la primera dosis.
Mohsen Abedian trabaja en una clínica privada en Castelldefels y asegura que, a pesar de que ya hace más de un mes los responsables de vacunación del Gobierno catalán les pidieron los datos, todavía hoy siguen esperando una respuesta. "Aquí estamos entre 10 y 12 médicos en Urgencias y atendemos a más de 200 pacientes diarios", nos explica el doctor.
No les vacunarán hasta finales de marzo
La última información que han recibido es que no les pondrán la vacuna hasta finales de marzo. Para eso queda más de un mes y en su clínica —como en casi toda España— cada día que pasa "la carga asistencial es mayor y los positivos, también". Por eso, Abedian no entiende por qué los médicos de la privada están siendo "abandonados". "Cada vez vemos noticias que nos indignan más y me consta que en el Bajo Llobregat somos muchos los que estamos así", denuncia.
Razón no le falta. Antonio —no quiere dar su nombre real para evitar ser señalado— trabaja en Barcelona y tampoco ha sido vacunado todavía. Él y su mujer son psiquiatras y, aunque su trabajo no implica tanto riesgo como el de aquellos que desempeñan su labor en Atención Primaria o en Urgencias, ambos cuentan con un doble factor de riesgo: "No sólo estamos recibiendo pacientes todos los días, sino que, además, somos mayores de 65 años, y ese es otro riesgo añadido".
Una "negligencia" y "un caos absoluto"
A su juicio, lo que está haciendo Cataluña con los profesionales de la privada "es una negligencia" y demuestra que "ha primado el criterio político y no el médico, que es el que debería estar por encima de todo". A ello se suma la falta de organización. "Yo pienso que se les ha ido de las manos, que les ha quedado grande", apunta. De ahí que para él solo haya un adjetivo que resuma esta campaña de vacunación: "Caótica. Ésa es la palabra".
María Eugenia suscribe el diagnóstico: "Esto es un tema de gestión pura y dura, y la gestión del Gobierno deja mucho que desear. Es un caos absoluto". Esta joven barcelonesa trabaja en una mutua de accidentes, donde "el riesgo es similar al de la atención primaria".
Cada día reciben a decenas de pacientes a los que "únicamente se les toma la temperatura y se les pregunta si han tenido síntomas". Sin embargo, la doctora recuerda que "hay un periodo de incubación y mucha gente que es asintomática", por lo que insiste en que tanto ella como sus compañeros están "expuestos como los demás".
La doble vara de medir
Resignada, María Eugenia reconoce que "las mutuas no le gustan a nadie", pero lamenta la doble vara de medir que ha demostrado el Gobierno catalán. "Cuando nos necesitaron para hacer servicios sociosanitarios en los geriátricos durante la primera ola de la pandemia, bien que recurrían a nosotros —denuncia indignada—. Nuestros hospitales estuvieron abiertos a pacientes de residencias geriátricas que habían dado positivo y estuvimos con ellos".
Su reproche es el de los miles de médicos de la sanidad privada de toda España que arrimaron el hombro "como los que más" y que hoy ven cómo muchas comunidades les tratan como si fueran "profesionales de segunda".