La situación de la Armada es complicada. No tiene el presupuesto ni siquiera para sobrevivir y, si las cosas no dan un giro de 180 grados, todo hace indicar que en el futuro irá perdiendo parte de las capacidades que tiene actualmente. Un problema que se extiende a todas las Fuerzas Armadas y de la que muchos altos mandos llevan advirtiendo años, pero que no parece que surta efecto entre la clase política.
"Desde el año 2008 el presupuesto de la Armada está sobre el 70-80 por ciento de lo que es necesario para sobrevivir. El presupuesto de este año está en porcentajes similares". Así lo ha explicado este miércoles el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA), almirante general Teodoro López Calderón, durante un encuentro con los medios de comunicación en el Cuartel General de la Armada.
"En España no hay una Ley de Financiación de las Fuerzas Armadas como en otros países. Allí pueden hacer un plan a determinados años. Aquí hay que gestionar lo que te encuentras año a año y, a veces, ni eso, porque se prorrogan los presupuestos. Si no sube el presupuesto perderemos capacidades. Todo depende de si el presupuesto de Defensa se mantiene estanco o mejora", ha continuado.
Un ejemplo claro de lo que sucede. La Armada tiene 60 barcos. Lo normal sería que cada año llegasen dos nuevos buques para ir sustituyendo a dos de los más antiguos en un proceso de renovación natural de los medios –la vida útil suele ser entre 30 y 35 años–, pero la realidad es que los ajustes económicos han hecho que la llegada de nuevos medios haya estado casi parada una década. Esto hace que la situación se complique, que la edad media de la flota crezca.
Los datos exactos aportados por la Armada hablan claro. En 2010, la edad media de los buques era de 21 años, la de las aeronaves de 29 años y la de los vehículos de la Infantería de Marina era de 22 años. Una década después, este 2020, la edad media de los buques es de 27 años, la de las aeronaves de 34 años y la de los vehículos de la Infantería de Marina es de 27 años. El envejecimiento es evidente.
Esta situación provoca que se vayan acumulando las adquisiciones que habría que hacer para mantener las capacidades, lo que obliga luego a hacer inversiones muy fuertes de golpe. La otra opción es perder las capacidades que se tienen, pero luego muy difícilmente se pueden recuperar, porque no solo se pierde un buque, un caza, un submarino o un helicóptero, sino al personal entrenado para usarlo y toda la logística asociada a su funcionamiento.
Submarinos y embarcaciones
Aun así, la Armada tiene su calendario para ir renovando material sin perder capacidades. En lo que a los submarinos se refiere, en la actualidad sólo quedan dos unidades (S71 Galerna y S74 Tramontana) tras dar de baja este mes de junio el S73 Mistral y estar desde 2012 sin el S72 Siroco. Se está preparando ya la logística para apoyar todo el ciclo de vida de la nueva serie de submarinos S80.
La primera unidad de esta nueva serie, el S81 Isaac Peral, comenzará sus primeras pruebas de mar en el año 2022 –tras el retraso de varios meses provocado por el parón de la pandemia de coronavirus–. La previsión ahora mismo es que todo el grupo de cuatro submarinos de esta clase que están proyectados (S81 Isaac Peral, S82 Narciso Monturiol, S83 Cosme García y S84 Mateo García de los Reyes) no estén operativos hasta el año 2027.
En lo que a los grupos de escolta se refiere, se apuesta por garantizar el éxito del programa F110, que todavía se encuentra en fase de ingeniería y en el que se no empezará a cortar chapa hasta 2022. La primera unidad no estaría operativa hasta 2027, por lo que se trabaja ya en un programa de modernización de las F80 de la clase Santa María –a las que sustituirán las F110– para que puedan estar operativas hasta 2027-2030.
De manera paralela, la Armada está trabajando en un programa de modernización de media vida para las fragatas F100, que podrán estar en servicio hasta 2045, momento en que deberían empezar a ser sustituidas por las F120 –todavía no proyectadas–. Es un programa que consideran fundamental para los próximos años. Una pieza de clave de esa modernización debe pivotar en torno a los sistemas de combate.
Aeronaves
La situación de las aeronaves es complicada, tanto en lo que se refiere a helicópteros como a ala fija. En lo que a transporte, operaciones anfibias y guerra naval especial se refiere, se sigue dando de baja los Sikorsky SH-3 Sea King según acaban su vida útil y se van comprando Sikorsky SH-60F de segunda mano en espera de la llegada de los NH-90. Eso sí, las compras no son similares a las bajas, por lo que se van perdiendo capacidades por el camino.
En cuando a la seguridad marítima y uso táctico, el Sikorsky SH-60B –un helicóptero que es fundamental para las fragatas F100– no podrá aguantar hasta que entren en servicio los nuevos NH-90 tácticos, por lo que la Armada se plantea dos opciones: o bien modernizar algunos de ellos para que lleguen hasta 2030-2035 o bien comprar unidades de segunda mano que pueden emplearse hasta ese año.
En cuanto a los cazas de combate no hay cambios. Los Harrier AV-8B de despegue vertical solo puede ser sustituido por los F-35B, único avión en el mercado de esas mismas características. La Armada cree que los nuevos aviones deberían estar para el periodo 2028-2030 y el programa de compra se debería lanzar en menos de 5 años, a no ser que el Gobierno decida no dedicar dinero y perder la capacidad.