La creciente llegada de inmigrantes en los últimos meses ha hecho saltar todas las alarmas. Las fuerzas de seguridad temen una reedición de la llamada crisis de los cayucos de 2006, cuando más de 36.000 sin papeles llegaron a Canarias. En lo que va de año, las islas han recibido unos 11.800 inmigrantes, pero especialmente concentrados en septiembre y octubre, lo que hace que Extranjería se tema lo peor.
El diagnóstico es un murmullo constante entre los agentes que trabajan en el sur de Gran Canaria, la zona más afectada. Sin embargo, todos tienen miedo a hablar públicamente por las represalias, así que nos remiten a sus portavoces sindicales, los únicos a los que, por su condición, no pueden abrir un expediente.
"La situación se asemeja bastante a la de 2006 e incluso la puede rebasar si seguimos así", advierte Bristol Iván, secretario provincial de la Alternativa Sindical de la Policía (ASP) en Las Palmas de Gran Canaria. Es más, según cuenta este agente a Libertad Digital, la avalancha de los últimos meses "no es extrapolable a nada que haya pasado antes", tanto por el goteo incesante de pateras, como por la acumulación de inmigrantes que ni siquiera son repatriados, como por el perfil de los propios sin papeles que llegan a las islas: "Esto es de otra dimensión".
Ha cambiado el perfil del inmigrante
Hace 14 años, el perfil del inmigrante era el de hombres, mujeres e incluso niños que venían a España tratando de escapar de la miseria en la que vivían en sus países de origen. Personas desnutridas que llegaban con llagas en la boca, quemados del sol y con úlceras y heridas de estar tanto tiempo sentados a la deriva. Ahora, sin embargo, los agentes de Extranjería que trabajan en el sur de Gran Canaria advierten de que ese perfil ha cambiado. "Entre las 1.700 personas que llegaron a juntarse en el puerto de Arguineguín hace dos semanas, solamente había dos o tres mujeres y dos o tres niños. Eso es la excepción que confirma la regla. La realidad es que la inmensa mayoría son hombres y todos sanos", asegura Daniel González, secretario de Acción Sindical de ASP en Las Palmas. Estas condiciones hacen que los agentes se planteen serias dudas tanto sobre la forma en la que realmente llegan a las islas, como sobre sus verdaderos fines.
Su compañero Bristol Iván no puede ser más claro al respecto: "Estamos estupefactos, porque antes venían mujeres y niños que huían de la miseria y el hambre, buscando una vida mejor, pero ahora vemos tantas pateras y el único género que entra es el masculino… Y son personas que tú les ves que no pasan hambre, porque vienen con ropa, con móviles, con dinero… Da mucho que pensar de si realmente su intención o la idea que tienen es de venir a trabajar o a otra cosa". Tras estas declaraciones se esconde el temor de la delincuencia común, pero también que alguno de estos inmigrantes pueda pertenecer a algún grupo yihadista.
"Nosotros ahora no les hacemos el recuento de las pertenencias, porque es imposible, pero los ves y traen barbaridades de dinero, que ya quisiéramos cualquiera de nosotros tenerlo en el bolsillo", denuncia Daniel González. Y el dinero no es lo único que les preocupa: "Alguno ha venido no ya con un móvil, sino con unos teléfonos que son los que se utilizan para que no puedan geolocalizarlos y demás, que se utilizan en guerra. ¿Quién controla todo esto con cuatro policías?". Y es que la avalancha de inmigrantes es tal, que los agentes apenas pueden dedicarse a labores de investigación.
¿Pateras o barcos nodriza?
Tampoco se está controlando cómo consiguen llegar a las islas ni las mafias que hay detrás. Los agentes están convencidos de que la mayor parte de ellos, sobre todo los que llegan desde Mauritania, no hacen todo el viaje en patera, sino que son trasladados en unas embarcaciones, llamadas barcos nodriza, que llevan remolcadas las pateras y no las sueltan hasta que llegan a aguas internacionales. De hecho, desde el sindicato ASP aseguran que gracias a la web www.vesselfinder.com, en la que se pueden ver en tiempo real los movimientos de los barcos, han llegado a detectar a dos embarcaciones, siempre las mismas, que suben y bajan a poca velocidad desde el muelle de Nouadhibou, la segunda ciudad más grande de Mauritania. Llegan a aguas jurisdiccionales de Canarias y dan la vuelta. Precisamente por eso, sospechan que es allí donde sueltan las pateras. "Cualquier marinero sabe que con esos motores no pueden llegar ni locos", advierte Daniel González. "Esos trayectos necesitan bastante combustible", explica su compañero Bristol Iván. De ahí las sospechas sobre los llamados barcos nodriza. "No hay otra forma de hacer ese trayecto. A no ser que lo hagas a vela… Pero con un motor, ese trayecto es inviable", concluye. Además, estos policías alertan de la connivencia de Salvamento Marítimo con las pateras: "Llegan a patadas, e incluso las van a buscar. El otro día fueron a buscar una a 480 kilómetros. O sea, que poco menos que fueron a un muelle de África a buscarlos".
Sin noticias de repatriaciones
A todo ello, se suma que la pandemia del coronavirus ha frenado la devolución de inmigrantes a sus países de origen. Desde la Delegación del Gobierno en Canarias aseguran que los convenios con Mauritania y Senegal ya se han retomado, y que se está a la espera de que suceda lo mismo con Marruecos. Sin embargo, se niegan a dar datos concretos. "Nosotros nunca hablamos de los vuelos de repatriación", responden a LD fuentes de la Delegación.
Aun así, el sindicato ASP apunta que "al menos en los dos últimos meses" no tienen conocimiento de que se haya producido ninguno. Es más, los inmigrantes son conscientes de esta situación y eso hace que muchos de ellos vengan incluso con pasaporte, "algo inaudito", pero que tiene su lógica: saben que con el cierre de fronteras por la pandemia no les van a devolver a sus países de origen y el hecho de llegar documentados les permite viajar después a la península y a cualquier otro punto de Europa.
Un 80%, alojados en hoteles
Según los agentes, esto, unido a la publicidad que se está haciendo de su alojamiento en hoteles, está causando un fuerte efecto llamada. "Si los que vienen envían imágenes de que están en un hotel, de que les ponen la comida, de que está todo pagado, pues lógicamente vendrán más", advierte Bristol Iván.
Ante la avalancha de pateras, hace ya un mes que el Gobierno decidió recurrir a complejos turísticos que se encontraban cerrados por culpa de la crisis del coronavirus para alojar a los inmigrantes que llegaban a las islas y que se agolpaban en el muelle de Arguineguín. Así, el Ministerio reconoce que, en estos momentos, casi un 80% de los inmigrantes que aloja en Canarias se encuentran en hoteles. Los inmigrantes lo saben, y muchos ya llegan directamente reclamando que les lleven a estos complejos turísticos. "Llegan a la carpa y dicen '¡vamos al hotel, al hotel'. Y entre los policías cunde un poco el pánico, porque son bastantes horas de trabajo y encima que vengan más porque la idea que tienen en mente es que aquí van a llegar y se les va a llevar a un hotel… Se está dando un mensaje equivocado", denuncia Bristol Iván.