El título del libro que Albert Rivera presentaba esta semana con la editorial Espasa, "Un ciudadano libre", es sin duda sugerente y hace presagiar que de su lectura se sabrá frente a quién o quiénes ejerció su libertad el ex presidente de Ciudadanos.
Sin embargo, en más de trescientas páginas, con una acertada estructura narrativa que evita el relato cronológico de su trayectoria política para quedarse con los momentos más importantes de la misma, saltando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, Rivera apenas acierta a señalar con nombre y apellidos a los responsables de lo que no duda en calificar en el primer capítulo del libro -donde relata cómo se produjo su dimisión en noviembre de 2019- como una "agotadora campaña de presión política y mediática".
Más adelante, en el capítulo titulado inequívocamente "¿El hombre del Ibex?", no hay rastro alguno de dato o persona concreta que hubiese ejercido esa presión, más allá de la apelación a que "a algunos poderosos se les encendieron las alarmas cuando Ciudadanos tomó la decisión de ser una opción real de gobierno y no una mera bisagra". Queda claro, sin embargo, quién no habría formado parte de esa ‘conspiración’, pues elogia a los presidentes de Inditex y Telefónica, Pablo Isla y José María Álvarez-Pallete, como representantes de "lo mejor de la nueva hornada de directivos españoles".
Rivera alude a "diversos informes de entidades bancarias, así como declaraciones de la patronal y de algunos sindicatos, que formulaban abiertamente sus preferencias por unos pactos políticos frente a otros" pero ni un dato concreto sobre una presión ejercida en privado para que tomase una u otra decisión.

Tampoco hay nombres concretos en el capítulo "Bajo los focos y en las redes" dedicado a los medios de comunicación, con los que admite no haber sido "el mejor" relacionándose con ellos, al tiempo que confiesa el "recelo" con el que miraba a la prensa escrita, habiendo preferido siempre las entrevistas en directo en televisión, incluso en espacios de variedades como El Hormiguero, al que cita expresamente, por su gran audiencia.
"Cuando te pones en manos de un periodista o de un medio, por muy afín que te parezca, por muy amigo que sea, o por mucha audiencia que tenga su programa o su diario, a largo plazo arriesgas tu libertad para decidir" reflexiona. Rivera denuncia también la existencia de una "burbuja" endogámica de políticos y periodistas "que nos impide analizar la realidad con perspectiva".
Pese a ello, y rememorando sus años con un grupo minoritario en el Parlament, pone en valor el apoyo que para Ciudadanos supuso la cobertura de "algunos medios nacionales para darnos a conocer" ante el cerrojo de los medios catalanes, incluida TV3, con la que en el otoño de 2018 protagonizó una tensa última entrevista cuyo trasfondo relata en detalle. "Al salir del plató se dirigieron hacia mí el jefe de informativos, el director del programa e incluso el comité de empresa -es insólito que una representación sindical se atreva a criticar a un invitado y a un cargo público por dar su opinión sobre la gestión de un ente público- para reprocharme mis palabras y pedirme que rectificara. ‘Es lo que pienso -contesté-. Así que no hay nada que retirar. Además, lo sabe la mitad de Cataluña y el resto de España’".
La ruptura con Sánchez
Otro ángulo oscuro del relato está en su último y convulso año político, que empezó con su mejor resultado electoral, 57 diputados en las elecciones generales de abril, y el peor, apenas 10 escaños en los comicios repetidos de noviembre.
El pasado martes, durante la presentación del libro en Madrid, Rivera admitía como un error el no haber sabido "desenmascarar" a Sánchez, pero ni en su exposición oral entonces ni en el texto de la obra queda clara una cuestión crucial: si considera un error no haber ofrecido algún tipo de pacto al PSOE cuando ambos sumaban 180 escaños, algo que sólo hizo y con muchos matices en septiembre, cuando ya se cernía la amenaza de la repetición electoral.
"Sánchez dinamitó todos los puentes entre el PSOE y Ciudadanos" afirma sobre lo ocurrido entonces, poniendo como "la prueba más evidente" de ello la "mediación extraparlamentaria de la famosa cumbre de Pedralbes" de diciembre de 2018, en la que, relata el ex líder naranja, "Quim Torra entregó un documento al presidente del Gobierno donde exigía, entre otras cosas, ‘negociar sin límites y sin condiciones’" algo que se supo tras conocerse el documento en febrero de 2019.
Entonces, valora Rivera, "el escándalo, incluso entre las filas del PSOE, fue mayúsculo" más aún cuando el propio Ejecutivo planteó la figura del relator, "como si fuesen dos países distintos, ninguneando a nuestras instituciones democráticas. Torra estaba haciendo un claro chantaje al Estado y el presidente del Gobierno lo estaba consintiendo con tal de mantenerse en el poder".

Aunque no la cita, posiblemente se refiere a unas declaraciones realizadas entonces en los pasillos del Congreso por la diputada socialista y hoy eurodiputada de Ciudadanos, Soraya Rodríguez, el mismo día en que Rivera llegó a convocar de manera insólita dos ruedas de prensa en apenas horas para denunciar los hechos y para anunciar la convocatoria de la manifestación que daría lugar a la célebre "foto de Colón" con Pablo Casado y Santiago Abascal. El 18 de febrero fue cuando la Ejecutiva de Ciudadanos, por unanimidad, decidía la estrategia del veto a un pacto con el PSOE de cara a la inminente cita con las urnas de abril.
Después de las elecciones, Rivera acusa a los socialistas de haber jugado a dos barajas: "Mientras empezaba a negociar con su socio preferente, Podemos, y recababa el apoyo de los separatistas, desde La Moncloa, aunque en privado, con los agentes económicos y los principales grupos de comunicación [de nuevo la teoría de las presiones del establishment] se afirmaba que, en realidad, el PSOE quería pactar con Ciudadanos".
Aunque Rivera no lo cuenta así, la tesis explicada entonces en privado por la cúpula naranja es que Moncloa creó un "equipo morado" y un "equipo naranja" para hacer ese juego a dos bandas. En ese segundo equipo habría desempeñado un papel esencial el entonces ministro de Exteriores en funciones, Josep Borrell, quien, siempre según la versión riverista, habría "intoxicado" a gente como Luis Garicano, el líder europeo naranja y cabecilla del sector crítico, al que Rivera apenas cita de pasada una sola vez en todo el libro.
Así explica Rivera los que considera sus dos "errores" - "errores electorales" matizó el martes durante la presentación del libro -. "El primero, no darnos cuenta de que Sánchez y su entorno habían trazado una estrategia desde principios del verano para ir a segundas elecciones. Ante esa estrategia de los socialistas, deberíamos haber dejado en evidencia con anterioridad, ante la opinión pública, que el presidente en funciones no quería ningún acuerdo con nosotros. Y el segundo error fue abrir la mano públicamente a negociar las reformas de Estado no solo con el PP, sino también con el PSOE, a cambio de desbloquear la situación después del 10-N".
Los ausentes: Espada, Roldán e Igea.
Además del citado Garicano, el libro tiene tres ausencias clamorosas. Ni una mención a Arcadi Espada, el principal impulsor junto a Albert Boadella y Francesc de Carreras del nacimiento de Ciudadanos en 2006 en Cataluña; ni tampoco a dos destacados dirigentes del sector crítico: Toni Roldán y Francisco Igea.
Para Rivera parece no existir, dentro de su último año al frente de Ciudadanos, la sonada jornada del 24 de junio de 2019 en el que la Ejecutiva nacional se enteraba por la prensa de la dimisión que Roldán, hasta entonces hombre clave como responsable del área económica, anunciaba en una comparecencia en el Congreso muy dura con la línea del partido.
La falta de mención a Igea -el único dirigente que en trece años logró, con la colaboración inestimable de Garicano, doblarle un pulso interno a Rivera, al ganarle las primarias en Castilla y León a su candidata Silvia Clemente, tras corregir un pucherazo inicial que investiga ahora la Justicia- adquiere tintes casi cómicos en el siguiente párrafo: "Durante el año 2019, en el que Ciudadanos pasó a formar parte de numerosos gobiernos regionales o municipales, me interesó conocer de primera mano cómo se ponían en marcha. Les pegunté a Juan Marín, Javier Imbroda [consejero de Educación andaluz], Begoña Villacís o Ignacio Aguado". Ni Igea ni tampoco la vicepresidenta del Gobierno de Murcia, Isabel Franco, aparecen citados entre los consultados.

Obviamente, no se encuentra entre las omitidas Inés Arrimadas, pero la actual líder de Ciudadanos, que desde 2015 lideró el partido en Cataluña y fue la candidata en las elecciones autonómicas de 2015 y 2017, cuando se logró una victoria electoral histórica sobre el nacionalismo, apenas aparece citada cuatro veces, ninguna de ellas hablando de su papel como candidata en aquellas dos campañas y solo muy tangencialmente, junto a José María Espejo y Carlos Carrizosa, como una de las dirigentes que hizo frente al separatismo en el convulso otoño de 2017.
Entre sus colaboradores, el más citado de largo, dejando clara la especial relación que les une y que ahora mantienen en el despacho de abogados que preside el ex líder naranja, es José Manuel Villegas. Sin el ex Secretario General de Ciudadanos no puede entender nada de la trayectoria de Rivera desde su inicio.
Dos tragedias familiares en la infancia y adolescencia
El segundo capítulo del libro editado por Espasa, titulado inequívocamente "Los Míos", es el más personal y por tanto el menos político. Allí Rivera cuaja unas páginas por momentos conmovedoras hablando de sus padres y de dos tragedias que le marcaron en la infancia y la adolescencia, vinculadas a dos de los elementos más trágicos de los años ochenta: el Sida y las irrupción de las drogas en los barrios. Víctimas de ello murieron dos de sus tíos, que dejaron imborrable recuerdo en el joven Rivera.
"La muerte de mi tío Alberto, en el verano de 1989 [Rivera tenía entonces nueve años] es de las experiencias más tristes que recuerdo de mi infancia. […] Mi tío era homosexual y en los años ochenta este era aún un tema difícil de tratar abiertamente y con normalidad. Sabía que había estado varias veces en el Hospital del Mar, que ingresaba y que salía a los pocos días, pero ignoraba qué enfermedad padecía". Un lustro después, ya en plena adolescencia, llegaría la muerte de otro de sus tíos paternos: "Era un chico noble, sensible y con don de gentes, pero a la vez con una cabeza muy frágil. Empecé a percibir en él importantes cambios físicos -adelgazaba y engordaba en muy poco tiempo- y de carácter, con arrebatos de brusquedad y mal humor. […] En casa escuchaba frases como ‘Miguel ha vuelto a recaer’…".
En síntesis, "Un ciudadano libre" no aporta novedades sobre la trayectoria de Rivera ni sobre su pensamiento, aunque profundice en él con interés al relatar su lucha contra el nacionalismo en Cataluña (Jordi Pujol es, con permiso de Sánchez, el personaje más vapuleado del libro) o su compromiso con la oposición al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, al que dedica un detallado capítulo donde se relata su polémica visita a Caracas en 2018.
Retirado de la vida política y sus corsés, algo que asegura que es definitivo, no parece que el hábito pueda colgarse de manera total.