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Pinchazo sin paliativos de la "marmotada" separatista de la Diada

El clima de enfrentamiento entre los partidos y las facciones independentistas preside la Diada menos entusiasta de los últimos años.

El clima de enfrentamiento entre los partidos y las facciones independentistas preside la Diada menos entusiasta de los últimos años.
Una asistente al acto de la Diada organizado por la Asamblea Nacional Catalana. | EFE

El enfrentamiento entre los partidos separatistas, la ausencia de representantes institucionales y líderes políticos, los problemas de organización, el hastío de las bases separatistas y el coronavirus han desembocado en un fracaso sin paliativos de los actos separatistas de la Diada, la fiesta regional de Cataluña.

La "marmotada" (tal como la define el blog Dolça Catalunya, que este año recibirá el premio de la Asociación por la Tolerancia) ha pinchado. Por primera vez desde 2012, el separatismo no ha podido celebrar manifestaciones multitudinarias. Si la Diada ya iba de baja en los últimos años, tras la no independencia de 2017, este año se ha confirmado el hartazgo y el cansancio de las bases independentistas.

Tampoco ayuda la guerra sin cuartel entre Junts per Catalunya y ERC ni la división en las facciones posconvergentes. El ambiente en el independentismo es de fractura, desconexión y pesimismo. Se mantienen los eslóganes, se recrudecen los ataques contra la monarquía y el Estado, las críticas al Gobierno, al que se acusa de ser peor que el del PP, pero el enemigo ya no sólo es España, sino que está dentro.

En ERC recelan de Puigdemont. El prófugo critica a Oriol Junqueras y Marta Rovira sin tapujos. Los "moderados" del PDeCAT atacan al residente en Waterloo. Rufián se cuelga la medalla de una mesa de diálogo sin fecha y Torra pide a Sánchez y al Rey que pidan perdón por el fusilamiento de Companys hace ochenta años. La desorientación independentista es absoluta. No hay "hoja de ruta" ni debate sobre el camino a seguir, sino un "baile de bastones" entre las diversas familias del separatismo, electoralismo a la espera de una convocatoria electoral que Torra retrasa por orden de Puigdemont y para acrecentar el desgaste de ERC en la gestión de la emergencia sanitaria y la crisis económica.

Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, desprecia directamente a Quim Torra y pide al "presidente legítimo", Carles Puigdemont, y al "vicepresidente legítimo", Oriol Junqueras, que tracen una estrategia conjunta. En el parlamento de clausura del acto central, en la plaza Letamendi de Barcelona, delante de una sede de la Agencia Tribuntaria, ha llamado al boicot contra las empresa españolas. Las mayoría de los actos de la ANC han tenido lugar delante de instalaciones del Estado como sedes de la Seguridad Social o estaciones de Renfe.

Ofrenda y sabotajes

La ofrenda floral en la estatua de Rafael Casanova en Barcelona, casi sin público y sin la banda machacando con Els Segadors para recibir a cada comitiva ha dado el tono de lo que sería una jornada tan soleada como desangelada, con independentistas deambulando por los puntos de concentración de la ANC y sabotajes a primera hora contra instalaciones ferroviarias.

Las restricciones impuestas por la Generalidad, que tiene prohibidas desde hace semanas las reuniones de más de diez personas, no regían para las organizaciones separatistas, que tenían barra libre para concertar manifestaciones y concentraciones masivas. Sin embargo, no han sabido aprovechar las facilidades y se han tenido que limitar a celebrar actos de aforo escaso, en la mayoría de los casos respetando las distancias de seguridad.

La ANC, inasequible al desaliento, afirma que ha logrado una participación de 59.500 personas en las 131 concentraciones oficiales y que ha llevado a cabo el acto político más multitudinario de Europa en tiempos de coronavirus. Sin embargo, muchos de los participantes no podían disimular la decepción, acostumbrados a actos de masas en los últimos años con profusión de autocares, actuaciones musicales, parlamentos políticos y "performances" como la de derribar muros de cartón piedra.

Sillas y balcones vacíos

El acto del que más ha presumido el separatismo durante todo el día ha sido la instalación de 2850 sillas plegables en el paseo de Lluís Companys de Barcelona. La instalación ha corrido a cargo de Òmnium y pretendía representar a las personas que según las organizaciones separatistas están inmersas en procesos judiciales relativos al proceso separatista. Las sillas lucían un cartel con nombres y sin apellidos que pretendían simbolizar la supuesta "persecución" judicial.

El fracaso también ha sido notable en la convocatoria para que la gente saliera a los balcones a las 17 horas y 14 segundos y agitara banderas separatistas. El llamamiento se había hecho en los últimos días por la ANC y Òmnium para aquellos que no pudieran participar en las concentraciones, pero la iniciativa no ha llegado a calar.

Quema de un muñeco del Rey

La Diada separatista ha tocado fondo con el colofón de la marcha de los Comités de Defensa de la República (CDR) por el centro de Barcelona a partir de las siete y media de la tarde. No más de unas doscientas personas han caminado entre el Arco del Triunfo y la estatua de Rafael Casanova con bengalas y antorchas. Han enarbolado un muñeco con la cara de Felipe VI. Al término, han colocado unas cajas con los logos de la Guardia Civil, la Policía Nacional y empresas españolas y han prendido fuego al conjunto. En esa manifestación no se han respetado la distancia de seguridad entre los participantes.

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