Carles Puigdemont ha intentado asestar un golpe definitivo al PDeCAT pero no se ha salido con la suya. Su antecesor y quien lo eligió para pilotar la fase final del proceso separatista, Artur Mas, ha decidido quedarse en el PDeCAT y no seguir la estela del prófugo hasta Junts per Catalunya (JxCat). Mas se mantiene fiel al Partit Demòcrata Europeu de Catalunya (PDeCAT) y frusta el intento del evadido residente en Waterloo de finiquitar a la formación heredera de Convergència.
Artur Mas refuerza así a la dirección del PDeCAT, que ha visto cómo en las últimas horas se daban de baja Puigdemont, cuatro de sus cinco consejeros en el gobierno catalán (Meritxell Budó, Jordi Puigneró, Damià Calvet y Miquel Buch), la mitad del grupo parlamentario en Madrid, los cinco senadores, trece de los quince responsables de las sectoriales, los golpistas presos Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn y decenas de alcaldes y concejales.
El destrozo provocado por Puigdemont en su expartido ha sido muy considerable. La formación ha quedado prácticamente descabezada, pero la resistencia de Mas a seguir a su patrocinado da esperanzas al presidente del PDeCAT, David Bonvehí, al portavoz y alcalde de Mollerusa (Lérida), Marc Solsona, y a la consejera de Empresa y Conocimiento, Àngels Chacón, la único componente del Govern que permanece fiel al partido y previsible candidata en las próximas elecciones autonómicas.
El partido heredero de Convergència ha quedado seriamente tocado, pero sólo en la cúpula, según los pocos dirigentes que no se han marchado con Puigdemont. Los datos que aporta el PDeCAT es que sólo se han dado de baja un 8% de los militantes. El partido afirma tener más de diez mil militantes.
La excusa de Puigdemont para acabar con el PDeCAT es el pleito que esta formación le ha planteado en un juzgado de Barcelona por la apropiación de la marca electoral Junts per Catalunya. La denuncia desencadenó una cascada de bajas que culminó este lunes con la renunciad de Puigdemont a seguir militando en la formación.