Pablo Iglesias ha sufrido este domingo el peor batacazo de la historia de Podemos al perder la mitad de sus diputados en el Parlamento vasco y quedarse fuera del de Galicia. Cuanto más poder acumulaba, tanto externamente por ser vicepresidente segundo del Gobierno de España, como internamente, por tener a su formación sin las batallas intestinas de antaño, Iglesias encaja un fracaso sin precedentes con dos candidatos inequívocamente pablistas, como la vasca Miren Gorrotxategi y el gallego Antón Gómez Reino, hasta ahora diputado en el Congreso y muy próximo a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, uno de los grandes activos de la campaña gallega.
Una derrota sin paliativos que ni siquiera puede aliviarse con el resultado global, pues ni Alberto Nuñez Feijóo ni el Gobierno del PNV con los socialistas vascos, que Podemos aspiraba a sustituir por ententes de izquierda, contando en el segundo caso con Bildu, salen derrotados de este doce de julio. Elkarrekin Podemos, una formación que hace cuatro años llegó a ganar las elecciones generales en Euskadi, se queda con seis escaños como la cuarta fuerza del Parlamento de Vitoria, superando en un único diputado a la inédita coalición entre PP y Ciudadanos.
En un hilo en Twitter, el propio Iglesias admitía el fracaso y llamaba a una "profunda autocrítica" y a "aprender de los errores que sin duda hemos cometido".
Nuestro espacio político ha sufrido hoy una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido.
— Pablo Iglesias 🔻 (@PabloIglesias) July 12, 2020
El varapalo electoral de la formación morada se produce después de seis meses de coalición de gobierno en España, de la crisis de la covid-19, durante la que Iglesias alentó caceroladas contra la monarquía y presumió de haber creado un "escudo social" sin precedentes, con medidas como el ingreso mínimo vital, y de las revelaciones sobre el caso Dina, fruto del cuál Podemos ha arremetido con dureza contra los medios de comunicación, llegando incluso a decir, como hizo esta última semana Iglesias desde la sala de prensa de la Moncloa, que había que "naturalizar" la "crítica" a los periodistas e, incluso, el "insulto".
Para Iglesias, además, el fracaso en Galicia tiene un enorme sabor agridulce, pues fue allí, en las autonómicas de 2012, trabajando como asesor de la campaña de Anova que lideró el ex líder del BNG, Xosé Manuel Beiras, cuando según él mismo ha presumido comenzó a cimentarse lo que dos años más tarde sería Podemos. Ocho años después, ese punto de partida se ha quedado a cero. O dicho de otra manera, una formación que integra el Gobierno de España está fuera del parlamento de una de las comunidades más importantes de España.