La afirmación de Dina Bousselham que convirtió a Pablo Iglesias en sospechoso de revelación de secretos fue exactamente: "Habrá que preguntarle a él". Según el audio al que ha tenido acceso Libertad Digital, la exasesora de la formación morada acabó admitiendo ante el magistrado Manuel García Castellón que el líder de Podemos mantuvo en su poder la tarjeta SIM robada durante seis meses y que dicha tarjeta se destruyó mientras estaba en manos de Iglesias supuestamente.
Durante una hora y media de declaración, Dina se aferra firmemente a su versión para defender a Iglesias: "No recuerdo la fecha exacta en la que Pablo me entrega la tarjeta. Se la había dado el presidente del Grupo Zeta en una reunión confidencial. Y no me da más detalles, ni yo se lo he exigido".
Otra de las cuestiones en la que Dina insiste es que la tarjeta que le entregó Iglesias estaba dañada. De hecho, asegura que ni siquiera sabe si la SIM que le devolvieron es la misma que le robaron en el Ikea de Alcorcón, porque, debido a los daños del dispositivo, nunca ha podido acceder a la información que contiene.
La situación se vuelve más turbia a medida que el juez Manuel García Castellón y las defensas empiezan a tirar del hilo. La declaración inicial de Dina se llena de lagunas y contradicciones hasta que finalmente el magistrado plantea la pregunta clave: "Cuando le entregan la tarjeta a Iglesias está bien, porque la puede ver. Pero cuando se la dan a usted, está mal. ¿No preguntó qué había sucedido?".
Dina intenta salir nuevamente por la tangente y responde: "Cuando me entrega la tarjeta, la meto en el ordenador, no funciona, la mando a una empresa para recuperar la información y no le doy más vueltas".
García Castellón vuelve a la carga y argumenta que, si Iglesias declaró en su momento que la reunión con el presidente del Grupo Zeta en la que se visionó el contenido de dicha tarjeta tuvo lugar en diciembre, y Dina no llevó la SIM a reparar hasta junio del año siguiente, obviamente el líder de Podemos conservó el dispositivo en su poder durante seis meses a pesar de que contenía información privada.
En segundo lugar, el magistrado también plantea que esa tarjeta se destruyó en algún momento entre el el visionado que tuvo lugar en diciembre y su entrega en junio, momento en el cual, supuestamente estaba en poder de Pablo Iglesias. En ese momento, acorralada por la evidencia, Bousselham acaba respondiendo: "Habrá que preguntárselo a él".
El interrogatorio se extendió durante media hora más, hasta que el juez concluyó la sesión con un "de momento hemos terminado. Y digo de momento". A partir de ese momento Iglesias queda expulsado del procedimiento, donde ostentaba la condición de perjudicado. Además, el líder de Podemos deja de ser víctima de las cloacas para convertirse en sospechoso de un presunto delito de revelación de secretos por haber conservado durante meses la tarjeta de Bousselham.
Tras esta declaración y ante la posibilidad de que Iglesias pudiera ser imputado en la causa por delitos de revelación de secretos y daños informáticos, Dina Bousselham cambiaba otra vez de versión en un escrito remitido al juez asegurando que cuando Iglesias le entregó la tarjeta inicialmente funcionaba y luego se estropeó.