El Gobierno conocía el peligro del coronavirus en febrero y no hizo nada para evitarlo
Fernando Simón firmó un informe el 10 de febrero donde se reconoce el alto riesgo de contagio del coronavirus y su letalidad.
"Nadie lo podía prever" o "hemos seguido las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud" son algunos de los argumentos que ha empleado el Gobierno en las últimas semanas tanto para eludir su responsabilidad en el desastre sanitario que ha padecido España como para justificar la ausencia de medidas de prevención durante febrero y la primera mitad de marzo, hasta que, finalmente, se decretó el estado de alarma.
De hecho, pocos días después de imponer el confinamiento, el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, dijo en una de sus ya habituales intervenciones televisivas que "ya sabemos cosas del virus que antes no sabíamos", como, por ejemplo, que es mucho más contagioso y letal de lo que se pensaba inicialmente.
Lo cierto, sin embargo, es que el Gobierno ya conocía desde principios de febrero el enorme riesgo que representaba el coronavirus. Y prueba de ello es un informe elaborado por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) firmado, entre otros, por el propio Fernando Simón el 10 de febrero.
El documento en cuestión, que ha sido borrado de la web del Ministerio de Sanidad, demuestra que ya entonces se sabía que el coronavirus no sólo no es una gripe, sino que resulta muy contagioso, su tasa de letalidad es alta y causaba graves complicaciones a un porcentaje elevado de infectados. Pero, pese a conocer estos factores de riesgo, el Gobierno no recomendó el uso de mascarillas a la población ni la puesta en marcha de medidas de distanciamiento social, al tiempo que no estableció controles básicos en los aeropuertos ni se preparó mínimamente para una posible oleada de contagios. Tanto es así que los pocos que durante esas semanas advirtieron del peligro eran tachados de "alarmistas".
Los datos que incluye el citado informe, sin embargo, permitían anticipar buena parte de lo que estaba por venir, tal y como reflejan los siguientes extractos:
No es una gripe
El Gobierno sabía que la covid-19 era muy parecido al Sars y el Mers, dos de los coronavirus más peligrosos de las últimas décadas, pero lanzó el mensaje a la población de que era "como una gripe".
Una vez realizada la caracterización genómica y su secuenciación, se observó una alta homología con virus del género Betacoronavirus, concretamente un 88% de identidad con un virus SARS-like detectado en murciélagos, un 79% de identidad con el SARS-CoV y un 50% de identidad con el MERS-CoV.
Es muy contagioso
El Gobierno sabía que bastaban dos metros de distancia para que se contagiara de una persona a otra y que se transmitía con mucha facilidad debido al contacto cercano de personas, pero no recomendó el uso de mascarillas ni el distanciamiento social, permitiendo incluso grandes aglomeraciones de gente hasta mediados de marzo.
Sabía que su tasa de contagio era alta, con una R0 de dos-tres, de modo que cada infectado podía contagiar de media a otras tres personas, con lo que el crecimiento de la enfermedad corría el riesgo de ser exponencial en ausencia de medidas de control —como así ha sido—.
También conocía el período de incubación, de entre 2 y 14 días, clave para determinar el posible riesgo de expansión de la enfermedad.
Según los datos preliminares, el período de incubación más frecuente se ha estimado entre 4 y 7 días con un promedio de 5 días, habiéndose producido un 95% de los casos a los 12,5 días desde la exposición. Sin embargo, en base al conocimiento de otros Betacoronavirus, MERS-CoV y SARSCoV, y con los datos de los casos detectados en Europa en este brote, se considera que podría ser desde los 2 hasta los 14 días.
El documento destaca incluso la alta tasa de contagios entre personal sanitario registrado inicialmente en China.
En esta serie se ha descrito la transmisión a 40 trabajadores sanitarios (31 en servicios de medicina interna, cirugía y oncología, 7 de urgencias y 2 de UCI) y 17 pacientes que se encontraban ingresados por otras causas.
Existencia de asintomáticos
El Gobierno también conocía la existencia de infectados asintomáticos, otro factor de riesgo clave, si bien "hasta el momento" no existía evidencia respecto a su capacidad para contagiar a otras personas, según este informe.
Aunque de momento no hay ninguna serie clínica en la que se incluyan casos que no han requerido hospitalización, se conocen, a través de las actuaciones de Salud Pública, casos leves y asintomáticos en los que se ha detectado la presencia de 2019-nCoV en muestras clínicas.
Alta letalidad
El Gobierno conocía, según este informe, la gravedad de la enfermedad, puesto que un porcentaje importante de hospitalizados acababan requiriendo UCI, así como su alta letalidad.
Y añade…
En las dos series publicadas de casos hospitalizados (n=41 y n=99) se ha reflejado una letalidad de 15% y 11% respectivamente [...] También mediante modelización se ha estimado una letalidad entre los casos hospitalizados del 14%, lo cual concuerda con los datos publicados hasta la fecha referentes a casos graves.
De la serie de 99 casos hospitalizados en Wuhan, 23 requirieron ingreso en UCI, 17 sufrieron síndrome de distrés respiratorio del adulto, 3 fallo renal, 8 daño pulmonar agudo, 4 shock séptico y 1 neumonía asociada a ventilación mecánica. En el momento de publicar la serie, 11 había fallecido, 31 habían sido dados de alta y 58 permanecían ingresados.
Tratamiento: distanciamiento social
El Gobierno sabía que no había tratamiento específico y que la única solución posible era seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para este caso y que, básicamente, consistía en guardar el distanciamiento social (los dos metros ya comentados), extremar las medidas de higiene (lavado de manos) y usar sistemas de protección (mascarillas, guantes, EPI…).
Debido a la ausencia de evidencia respecto al mecanismo de transmisión especifico del virus, se están considerando la mismas precauciones que para otros coronavirus como el SARS -CoV y el MERS-CoV (precauciones de transmisión por gotas y por contacto) y de infecciones respiratorias agudas en contexto epidémico.
Vigilar vuelos
El Gobierno también sabía la importancia de vigilar la llegada de viajeros procedente de países afectados como, por entonces, China e Italia, pero siguió permitiendo los vuelos sin establecer siquiera controles a los pasajeros.
La evidencia respecto a brotes previos refleja que la efectividad de la detección de casos nuevos al ingreso en países sin transmisión del virus es incierta […] Durante el brote actual con el nuevo coronavirus 2019-nCoV, según la OMS se han detectado varios casos exportados a través de la detección de entrada implementada por algunos países.
Los casos sintomáticos pueden detectarse a través de un control de temperatura en el punto de entrada. Sin embargo esta medida puede pasar por alto a los viajeros en periodo de incubación o a los viajeros que ocultan la fiebre durante el viaje y puede requerir inversiones sustanciales. Un enfoque centrado en los vuelos directos desde las zonas afectadas podría ser más efectivo y requerir menos recursos.
El informe, fechado el 10 de febrero, contiene datos clave que ponían de manifiesto la peligrosidad del coronavirus e incluso algunas de las medidas a adoptar para prevenir contagios, como el distanciamiento social, el uso de mascarillas o el control de aeropuertos.
Algunos países, en base a estos mismos datos o similares, extraídos de la experiencia de China, actuaron antes y adoptaron ciertas medidas preventivas, otros, como España, no, explicando así la enorme diferencia en los resultados obtenidos, con la mayor tasa de fallecidos del mundo por cada 100.000 habitantes, tras Bélgica.
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