El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado (Madrid, 1983) asegura estar viviendo un confinamiento parcial, ya que su responsabilidad institucional le lleva, comenta a Libertad Digital en una videollamada desde un despacho de la Asamblea de Madrid, en un descanso del pleno del parlamento autonómico, a "salir de vez en cuando a determinados actos públicos, a la consejería [además de portavoz del Gobierno que preside Isabel Díaz Ayuso, Aguado ostenta las competencias de transparencia y deportes] a trabajar desde allí o, como hoy [la entrevista se realizó este miércoles] es el caso, a una sesión del parlamento".
Aguado, que hace ya un lustro decidió abandonar su puesto en una compañía eléctrica para aventurarse en la política en Ciudadanos, entonces un proyecto aún en expansión, reconoce estar viviendo, como todos los españoles, "días difíciles y duros, donde ves que la cifra de fallecidos está alcanzando unas magnitudes verdaderamente dramáticas y también siendo consciente de que no tenemos cura para el virus, y eso nos genera a todos cierta frustración y angustia, porque nos estamos enfrentando a algo que no sabemos cómo ganarle la batalla y que no viene con manual de instrucciones. Pero creo que los datos van siendo cada vez menos malos, aunque no podemos decir que sean positivos".
Pedro Sánchez ha anunciado ya el plan de desescalada del Gobierno. ¿Cómo lo ve?
No se ha consensuado con nadie, ni con las comunidades autónomas ni con la oposición, eso de partida es un mal síntoma. Ojalá que funcione y funcione bien, porque desde luego era necesario desde hace ya unos días conocer cómo íbamos a ir avanzando hacia esa desescalada. Creo que tiene sentido que se haga de forma asimétrica, porque las realidades de las comunidades autónomas son distintas y que debe hacerse además en base a unos criterios comunes. Desde la Comunidad de Madrid entiendo que tenemos que ser los primeros en hacer propuestas, en aplicar esas fases de desescaladas y entiendo, por supuesto, pues el enfado de algunos colectivos a los que no se les ha tenido en cuenta.
En cualquier caso, una vez que ya se ha aprobado este conograma de salida de la crisis o de desescalada de la situación, lo que tenemos que garantizar desde la Comunidad de Madrid es que se implementa adecuadamente, que los comerciantes, que las empresas que vuelven a abrir tienen todavía negocio y que se hace garantizando al máximo la seguridad de los empresarios, de los trabajadores, de los comerciantes y por supuesto de los clientes y de los usuarios. Y en esa labor es en la que estamos a día de hoy.
Hablar de desescalada es también plantear cuándo se recuperará la normalidad escolar. Sánchez dice que el curso se retomará ya en septiembre. Evidentemente, está siendo polémica la manera de evaluar un curso muy afectado por el confinamiento.
Si abrimos los sectores, como estamos haciendo, como se va a hacer en los próximos días, también hay que valorar, urgentemente, la posibilidad de abrir los colegios. Porque nos vamos a encontrar ante una situación muy urgente. A partir del lunes, por ejemplo, que abren las peluquerías, negocios que pueden concertar citas previas y también el sector de la restauración para enviar comida a domicilio y también para recoger en el local, pues estas familias van a tener que hacer algo con sus hijos. No se les puede mandar la pueblo, si es que tienes pueblo, y tampoco se pueden dejar los niños a cargo de los abuelos, porque son un colectivo vulnerable, y faltan muchos meses para verano. Ese problema se va a empezar a producir a partir del lunes.
Por eso es muy posible que el curso escolar de forma normal no se reanude hasta septiembre, pero en estos meses hay que articular mecanismos para que ninguna familia que no tenga posibilidades de dejar al niño con alguien pueda utilizar los centros educativos para llevarlos y para que estén allí correctamente atendidos. Y si además se pueden impartir clases, mucho mejor. Nosotros vamos a seguir defendiendo que al menos los cursos en los que los chavales titulan este año, por ejemplo segundo de bachillerato, cuarto de la ESO, etc, puedan ir a clase, incluso antes de los exámenes, para poder tener la posibilidad de hacer una recapitulación del curso y poder preparar bien los exámenes. No tiramos la toalla y estamos analizando todas las posibilidades para poder volver al colegio lo antes posible, incluso ahora en mayo, si fuera posible, y siempre con el visto bueno de la Consejería de Sanidad. Con respecto a la evaluación, y a diferencia de lo que ha propuesto el Gobierno de España, y algunas comunidades autónomas, que cada una pueda establecer sus criterios e incluso poder pasar con cuatro o cinco suspensos, nosotros no somos partidarios de esa opción, todo lo contrario.
Nosotros queremos que se premie el esfuerzo, que se premie con calificaciones adecuadas a los chavales que estudian más, que se esfuerzan más y que sacan mejores notas. Siendo además conscientes de que en esta tercera evaluación ha habido complicaciones, porque ha habido que adaptar rápidamente el sistema educativo de presencial a on line, pero no por ello hay que pasar por alto el esfuerzo que se haya podido hacer, en estos meses. Por lo tanto, lo que proponemos, desde el punto de vista de evaluador, es utilizar el primer y el segundo trimestre y el tercer trimestre también, en todos aquellos casos donde se haya podido realizar el curso con normalidad. Ese es nuestro planteamiento, pero nada de pasar con suspensos, o con muchos suspensos, como planteaba el Gobierno de España o como al menos parece que facilitan otras comunidades autónomas. Nosotros no, creemos en el esfuerzo y el sacrificio y así va a ser a la hora de evaluar a todos los alumnos en la Comunidad de Madrid.
Pero al margen de cuestiones académicas, y ustedes fueron los primeros en cerrar los colegios para combatir el Covid-19, antes incluso de la declaración del estado de alarma el 14 de marzo, ¿cómo se puede restaurar la normalidad (o la "nueva normalidad" por utilizar el lenguaje del presidente del Gobierno) en las aulas?
Parto de la premisa de que el confinamiento no puede durar eternamente. Y de que el confinamiento no soluciona el problema, ni mata al virus. El hecho de que nos quedemos en casa lo único que garantiza es que el sistema sanitario no colapsa. Y lo hemos conseguido, es una medida radical pero ha conseguido sus objetivos, que era que la Sanidad española no colapsara, que las camas de UCI siguieran estando disponibles, y eso lo hemos logrado. Pero no podemos seguir así eternamente, ni por supuesto desde el punto de vista económico ni social. Tenemos que empezar a rehacer nuestras vidas, tenemos que de alguna manera aprender a convivir con el Covid hasta que haya un medicamento o una vacuna, que sería lo deseable. Y en esa transición, pues tenemos que entender que no solamente se pone en marcha la actividad económica, sino también la actividad educativa.
Tiene que hacerse, obligatoriamente, igual que otras actividades están preparándose para volver a la normalidad, en los colegios también habrá que hacerlo. Con medidas de protección individual, con mascarillas, seguramente con mamparas de protección, con test, habrá que hacerlo de muchas maneras para garantizar que esta vuelta se produce, y se produce minimizando el riesgo de contagio. Pero eso va a pasar en mayo y en septiembre. No por esperar a septiembre el virus va a haber desaparecido, el virus seguirá en septiembre. Por tanto, todo lo que podamos avanzar en cuanto a protección individual y en cuanto a medidas de seguridad en los colegios se aplicará ahora y de cara a septiembre pues ya estará más protocolizado y se garantizará que puede empezar el curso de la manera mas normal posible.
Uno de los hitos en la gestión sanitaria de la crisis es el Hospital construido en Ifema, el más grande de España, que se cierra esta semana.
La creación de este Hospital de refuerzo en Ifema ha sido esencial a la hora de luchar contra el virus y garantizar, como le comentaba antes, que el sistema sanitario no colapsara. ¿Por qué? Porque ha atendido en torno a cuatro mil pacientes, lo que supone un 10% del total de personas atendidas por Covid-19 en la Comunidad de Madrid. Ha supuesto además un hito sin precedentes en la manera en que se ha construido, el tiempo tan rápido en que se ha hecho, la cantidad de personas que se han visto involucradas, la colaboración publico-privada, que ha sido espectacular. Ha habido centenares de profesionales y de empresas privadas, trabajando codo con codo con la administración, con el personal de Ifema, con el Ejército, bomberos, Suma... para construir un hospital sin precedentes, en la Comunidad de Madrid y en España.
Lo hemos vivido con la preocupación de si íbamos a ser capaces de ponerlo en marcha antes de que la curva de contagio, la curva de camas de UCI ocupadas llegara a desbordar el sistema sanitario, y luego se ha ido viviendo con la satisfacción de que ha prestado un gran servicio a la Comunidad de Madrid, de que se han hecho muchas cosas muy bien. De que podemos estar muy orgullosos de la cantidad de vidas que ha podido salvar el Hospital de Ifema y que además ahora ha llegado el momento de apagarlo. ¿Y por qué digo apagarlo? Porque no vamos a desmontarlo. Se va a mantener la estructura del Hospital, las canalizaciones y la parte más crítica de esa estructura se va a mantener, no se va a desmontar, pero sí que se van a ir desplazando los pacientes a otros hospitales, de forma que el viernes uno de mayo Ifema ya deje de prestar ese servicio hospitalario. Si hubiera un repunte dentro de unas semanas, de unos meses, Dios no lo quiera, pero si lo hubiera, Ifema estaría preparado para volver a encender otra vez el Hospital en muy poco tiempo.
Para que la gente lo entienda, se quitarían por ejemplo las camas pero se mantendría la estructura del Hospital.
Claro, se van a vaciar los pabellones, pero por debajo de los pabellones hay una estructura de suministro de oxígeno, de canalizaciones, que permiten poner en marcha un hospital de estas características. Eso no se va a desmontar. Eso va a seguir instalado en el subsuelo. Para ponerlo en marcha simplemente sería volver a instalar los módulos de separación y volver a llevar las camas y las ucis.
Una de las cuestiones al tiempo dramáticas y polémicas es la de las residencias de ancianos. Usted ha tenido que salir en defensa del consejero de políticas sociales, Alberto Reyero, de Ciudadanos. Hay mucho debate sobre cuál es el mejor modelo para estos lugares, que cumplen una labor social tan importante.
El sistema residencial en Madrid, en toda España y en toda Europa está diseñado para cuidar a los mayores, no para curarlos. Está pensado para que los mayores vivan con todas las comodidades, como si fuera su casa, con una atención asistencial, para poder ayudarles, asearles, para poder ofrecerles servicio de comida, en algunos casos atención sanitaria, cuando es necesario. Pero no están diseñados para abordar una pandemia. Las residencias, en periodos ordinarios no están medicalizadas. Ni diseñadas para que puedan prestar este servicio. Y menos, además, cuando llega una epidemia que se ceba especialmente con el colectivo que vive en ellas, que son las personas mayores. Y además con tanta virulencia. Nos hemos encontrado con un sistema residencial que es el que es, que de la noche a la mañana entra un virus que en cuarenta y ocho horas, e incluso a veces en menos tiempo, es capaz de provocar la muerte en muchas personas.
Tenemos casos de residentes que estaban perfectamente por la mañana y en veinticuatro cuarenta y ocho horas este virus les provocaba una neumonía en los dos pulmones y fallecían. Así de dramático y así de duro ha sido. Eso además se une al cambio que supone las decisiones que hemos tenido que ir adoptando con el paso de los días. Primero, evidentemente, cerrar los centros de mayores, esos lugares donde van a jugar la partida. Fuimos la primera comunidad en hacerlo, después restringir el acceso a las visitas. Y lo más duro de esta crisis es tener que decirles a las familias que su familiar había fallecido pero que no podían despedirse de él, porque las autoridades sanitarias desaconsejaban ese contacto. Pero también creo que de esta gestión hemos aprendido mucho. Hemos aprendido a que hay que cambiar el modelo de residencias en toda España. Que hay que entender que este tipo de sistemas se lo ponen fácil al virus y que de alguna manera tiene que haber un modelo de residencias socio-sanitario. Donde sea más fácil poner en común protocolos y actuaciones que afecten directamente a los mayores.
Sanidad y Políticas Sociales tiene que ir de la mano y así lo venía demandando el consejero de Políticas Sociales durante las primeras semanas del virus. Finalmente se hizo, acordaron un mando único y con ese mando único se está tratando de gestionar la epidemia, que afecta a mayores que viven en residencias y que viven en domicilios, porque no distingue, llama a todas las puertas, y cuando encuentra a una persona mayor le afecta de forma mucho más letal que a un joven. Y si además se lo podemos fácil, como sucede en las residenciad de mayores, donde todas las personas vulnerables están concretadas bajo el mismo techo, pues el virus se expande y es tan devastador como está demostrando.
Otra de las cuestiones candentes que usted ha vivido en primera línea es la de la compra de material, con esos fallos tan comentados del Gobierno. Se ha dicho insulso que el problema es que Sanidad asumió el mando central sin tener experiencia en ese campo, que usted también ha vivido en primera línea. Le pregunto por esa experiencia en primer lugar, y en segundo lugar, trascendiendo la coyuntura, ¿tiene sentido que España o cualquier otro país dependa de un único proveedor, como en el caso de China, para material que no es precisamente sofisticado y cuya necesidad se ha revelado tan acuciante?
Madrid fue la primera comunidad que empezó a tomar medidas con respecto al Covid. Fuimos la primera región, como decía antes, que cerró los centros de mayores, la primera región que cerró todo su sistema educativo, de forma presencial. La primera región que de alguna manera, digamos, se puso en marcha. Y cuando ya habíamos alcanzado la velocidad de crucero en la toma de decisiones, en haber entendido la magnitud de la epidemia y en estar resolviendo, se declaró el estado de alarma y eso supuso que por encima de todas las comunidades, incluida la Comunidad de Madrid, se interpuso una capa de gestión y de administración más. Y esto lo que hizo fue ralentizar la toma de decisiones.
Esto que sucedió en España sucedería en cualquier empresa. Si metes un nivel jerárquico más por encima, que tiene que dar el visto bueno a todas las decisiones, pues eso al final frena la dinámica de la propia empresa. Hasta que todos los engranajes encajan y eso coge otra vez velocidad. Pues es lo que ha pasado en España con la gestión del coronavirus. Lamentablemente, durante esos días de engranaje pues se han perdido muchas vidas, porque no estamos hablando de la cuenta de resultados, ni de cómo afecta a la distribución de un producto, estamos hablando de que cada hora que se perdía por la necesidad de una autorización del Gobierno de España o de un visto bueno de una autoridad de cualquier ministerio, estábamos perdiendo vidas en los hospitales madrileños. Eso es lo que ha sucedido. Yo no creo que haya mala intención por parte de nadie, no creo que haya ninguna administración pensando en ver si esta comunidad o la otra tiene más muertos, no. Me parece que estamos todos trabajando en lo mismo, pero al ser un sistema tan enorme y tan burocrático, el hecho de introducir una nueva capa de gestión por encima de las comunidades ha frenado la toma de decisiones y eso seguramente haya sido fatal, en muchos casos.
Evidentemente la desescalada afecta a la cuestión económica. Usted ha dicho recientemente que hay que flexibilizar los ERTE para permitir un regreso escalonado de las plantillas.
Tal y como está configurado el estado de alarma, los ERTE se pueden poner en marcha refiriéndote a causas de fuerza mayor. Cuando acabe el estado de alarma, la causa a la que te has acogido para ponerlo en marcha ya no te vale. Para que nos entendamos: el Gobierno de España está pidiendo que cuando se acabe tu ERTE, si ha acabado el estado de alarma, tienes que reincorporar al 100% de la plantilla que ha sufrido el ERTE. Lo que Ciudadanos plantea es que hay que flexibilizar el funcionamiento de los ERTE, hay que prorrogar la vigencia de los ERTE, porque igual que la recuperación económica va a ser escalonada, y las empresas no van a tener clientes como tenían hace un mes sino que va a ir aumentando progresivamente el número de clientes, también tiene que ser progresiva la incorporación de las plantillas a raíz de un ERTE. No puedes obligar a las empresas a que asuman, de un día para otro, toda la plantilla que se había visto sometida a los ERTE, no tiene sentido.
Por lo tanto, si hacemos eso y si mantenemos esa estructura tan rígida de los ERTE, lo que haremos es obligar a muchas empresas a pasar de ERTE a ERE, porque no podrá asumir a toda su plantilla cuando todavía la demanda no está creciendo, está entrando en el mercado de forma escalonada, y tú ya tienes la obligación como empresario de asumir el 100% de tu ERTE. Ese es el desajuste que se está produciendo. Y eso puede ser definitivo para miles de empresas.
Está claro que hay dos o tres tonos distintos de oposición al Gobierno de Sánchez en esta situación, y me estoy refiriendo a los tres partidos que la ejercen: PP, Vox y Ciudadanos. Vox ha votado en contra de la prórroga del estado de alarma, Ciudadanos la ha apoyado y ha respaldado también, con condiciones, algunos de los decretos económicos impulsados por el Ejecutivo. ¿Qué le parece el planteamiento de Vox?
Pues que está teniendo un planteamiento igual que antes de la crisis. De confrontación, de choque, de dividir a los españoles, no han cambiado su discurso ni su manera de hacer política. Yo lo respeto, también respeto, por supuesto, a sus votantes. Pero creo que no es lo más útil, en estos momentos. Que crispar a la población, que volver al enfrentamiento, a las dos españas, a los buenos y a los malos, no aporta demasiado, porque estamos en un momento excepcional de nuestro país, donde hay más de veinticuatro mil fallecidos, por una crisis excepcional. Y que al menos, por una vez, deberíamos estar todos trabajando unidos, para intentar buscar soluciones a algo que es inédito, y que necesita soluciones de consenso.
Buscar culpables, de quién lo ha hecho mejor o quién lo ha hecho pero, hoy es lo más estéril que se puede hacer ahora. Lo que hay que hacer ahora es trabajar, es arrimar el hombro, es intentar que las cosas funcionen y es intentar que haya lealtad entre las administraciones, del Gobierno con la oposición, del Gobierno con las comunidades autónomas y viceversa. Y en eso deberíamos estar todos. Estamos en un momento en el que es importante dejar , aunque sea por un rato, la ideología, y centrarnos en ver cómo resolvemos esta epidemia. En decisiones que sena sensatas, con sentadas y planificadas. No digo que el Gobierno lo esté haciendo bien, no, yo creo que está fallando en muchas cosas, pero también creo que los españoles nos están pidiendo que dejemos los rifirrafes para más adelante.
Todos los partidos podremos sacar una lista de quejas, de protestas, y de reivindicaciones que no se han satisfecho, pero eso hoy por hoy no aporta. Lo que aporta es que nos sentemos a hablar de cómo se va a salir de la crisis, de cómo vamos a garantizar que en otoño no haya un rebrote, cómo vamos a proteger a las familias más vulnerables… De todo eso, y honestamente: no veo a Vox en ese papel, le veo más bien en el papel de echar más gasolina.
Ciudadanos está celebrando de manera telemática este fin de semana su V Congreso, suspendido precisamente cuando iba a tener lugar el mismo fin de semana en que se decretó el estado de alarma. Esta misma semana, en una comparecencia en el Congreso, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha elogiado la postura del partido en esta crisis y ha dicho que si esa hubiera sido la actitud hace meses "otro gallo hubiera cantado". Es evidente que aludía a la estrategia política del último año, antes de que Inés Arrimadas haya tomado las riendas.
Hace un año, que parece la prehistoria, después de todo lo que ha pasado, a nadie se le escapa que Sánchez no quería ningún acuerdo con nadie que no fuera con Podemos. Y a los hechos me remito. Estuvo meses mareando la perdiz, convocando reuniones que luego no trascendían en nada más, y cuando consiguió su objetivo, que era repetir elecciones, buscando reforzar su número de escaños, a las cuarenta y ocho horas pactó con Podemos. Era un problema de estrategia personal de Sánchez, que consideraba que llevándonos a la repetición electoral pues iba a poder gobernar necesitando menos apoyos. No lo logró y automáticamente, en cuarenta y ocho horas, consiguió un pacto con Podemos, al que una semana semana antes decía que le quitaba el sueño y que ni hablar de pactar con ellos. Eso fue lo que sucedió.
No sé si vale de mucho volver la mirada a lo que sucedió hace un año, más que nada porque aunque fuéramos capaces de saber exactamente lo que había pasado, cómo había afectado a los resultados de Ciudadanos, las respuestas y las soluciones no valdrían para hoy. Lo que hay que pensar, a partir de ahora, es cuál es el papel de Ciudadanos y cómo podemos seguir siendo útiles a los españoles, y en eso estamos y de eso va esta Asamblea. Cómo podemos rearmarnos para después rearmar el centro político en España y convertirnos de nuevo en el referente de los españoles moderados, de los españoles socioliberales, de los españoles europeistas, de los españoles regeneradores, que yo, honestamente, creo que son la mayoría. Espero que tanto la estrategia como los estatutos vayan en esa línea, en la de la utilidad por encima de todo.
Esta entrevista se publica el dos de mayo, el día de la Comunidad de Madrid, que naturalmente es un día que no será como todos los demás. ¿Qué tienen preparado para esta celebración tan singular y evidentemente tan trágica?
No hay muchas ganas de celebración, la verdad. Es un día festivo en el calendario pero no es un día en el que tengamos el cuerpo de fiesta, honestamente. Pero sí de conmemoración y de memoria. Por la fecha que es y lo que celebramos, que con los caídos del dos de mayo, con todo el simbolismo que tiene y toda la fuerza de ese mensaje, pero también de conmemoración y de memoria, en primer lugar por las personas fallecidas y también en homenaje a todos los héroes anónimos contemporáneos que han hecho que la cifra de fallecidos no fuera mucho mayor. Dadas las circunstancias, hemos decidido hacer un acto en el que podamos poner en valor esto, será en la Puerta del Sol, con todo el respeto, y será más restringido de lo normal.
Al margen de su papel institucional y político. Ante esta crisis sin parangón al menos desde la Segunda Guerra Mundial, que va a marcar a nuestra generación para siempre, Ignacio Aguado, como ciudadano, como padre, como madrileño, español y europeo, ¿cómo ve el futuro del mundo y de España después de esta terrible pandemia?
Yo creo que somos un gran país. Y que nos vamos a levantar, y que vamos a salir más fuertes y con más aprendizajes. Y que vuelve a estar en nuestra mano, una vez más, decidir como salimos. Si salimos divididos, si salimos unidos, si salimos cambiando las formas de hacer, o si simplemente salimos, sin más. Nuestra generación, desde luego, va a sufrir las consecuencias, aunque la generación que ya más la ha sufrido es la de nuestros padres, la de nuestros abuelos, que han visto cómo sus compañeros han fallecido como consecuencia de esta crisis. Nosotros sufriremos las secuelas económicas. Nos vamos a encontrar un país muy distinto cuando empecemos a ver las cifras de destrucción de tejido empresarial, las cifras de paro, las cifras en general de lo que ha supuesto esta epidemia.
Pero como decía, saldremos fuertes, porque España se ha levantado de muchas cosas, de muchas guerras, de muchos enfrentamientos, de muchas epidemias. Confío mucho en España, creo que hace ya muchos años que España alcanzó la mayoría de edad, democrática, y creo que hay que dirigirse a los españoles como mayores de edad que son, siendo transparentes. Y nuestra generación debería decidir qué queremos ser, si queremos volver al rifirrafe de los partidos políticos, del ‘y tú más’ o si queremos sentar las bases de una reconstrucción de nuestro país que hable de sanidad, que hable de economía, que hable de políticas sociales, que hable de Europa… Yo me quedo con esta segunda opción.