"En una Cataluña independiente no hubiera habido tantos muertos". Tan lapidaria sentencia es obra de Meritxell Budó, consejera de Presidencia y portavoz del gobierno de la Generalidad. La frase, pronunciada hace tres días, es el colofón de la retórica supremacista de los principales dirigentes separatistas, que tratan de utilizar la emergencia sanitaria causada por el coronavirus como un arma más en su guerra permanente con el resto de España. Para los responsables de la Generalidad, se trata de reactivar el proceso separatista y nada mejor que una crisis sin precedentes para difundir el discurso del odio.
Según Meritxell Budó, la Generalidad de una Cataluña independiente habría actuado quince días y con más rigor que el Gobierno de España y en consecuencia, el panorama sería muy diferente. Ni habría casi nueve mil muertos, según los cómputos oficiales de la administración autonómica, ni veinte mil personas hospitalizadas ni casi cincuenta mil casos confirmados.
Sin embargo, nadie en la Generalidad parecía tener constancia ni conciencia quince días antes del confinamiento decretado por el Gobierno de la pandemía que se cernía sobre España, Cataluña incluida.
De Carnaval y en Perpiñán
De hecho, la propia Meritxell Budó, quien como todos los miembros del gobierno de Quim Torra actúa y se maneja como si Cataluña fuera efectivamente independiente, se dedicaba a asistir a fiestas como el Carnaval o al gran acto multitudinario de Puigdemont en Perpiñán, un evento que copaba el Twitter de la consejera con fotos en el autobús bajo el lema "No surrender", rodeada de amigos en el tramo final del trayecto y ya en la feria de la localidad, lugar del mitin, en la que según la propia Budó, las imágenes de la aglomeración lo decían todo. Corría el 29 de febrero, quince días antes precisamente del decreto de confinamiento y en la Generalidad no se percibía especial inquietud por las noticias procedentes de China o Italia.
Actos con menos de mil personas
Es más, Budó animaba a participar en la manifestación del Día de la Mujer el 8 de marzo y no era hasta el 11 que se daba por enterada en su cuenta de Twitter de esa cosa llamada Covid-19. Aquel día, la consejera retuiteaba las medidas adoptadas por la Generalidad, disposiciones que limitaban la celebración de acontecimientos culturales o deportivos con aforos superiores a las mil personas, pero que nada decían sobre confinamientos. De hecho, se especificaba que se podían celebrar actividades de menos de mil personas de carácter deportivo, cultura, de ocio o religiosas en espacios abiertos o cerrados siempre que no se ocupara más de un tercio del aforo.
Cronología de la imprevisión
Las autoridades sanitarias de la Generalidad tampoco apreciaban grandes riesgos semanas antes del decreto de estado de alarma. Un repaso del rosario de declaraciones del secretario de Salud Pública de la administración autonómica, Joan Guix, de la propia consejera, Alba Vergés, de ERC, o del médico Oriol Mitjà, sobrevenido en asesor de Torra tras haber pedido la dimisión de Fernando Simón, no revelan precisamente que en una república catalana se hubiera actuado diferente, sino más bien que se incurrieron en los mismos errores de apreciación que el Gobierno.
Menos que una gripe
Así, el 1 de febrero, con el primer caso detectado en España, Joan Guix afirmaba que "difícilmente dada nuestra situación, nuestro sistema sanitario, difícilmente esto se podría convertir en un problema de salud pública".
El 11 de febrero, Oriol Mijtà se acogía a la tesis de que el coronavirus era como una gripe o menos y declaraba lo siguiente: "El coronavirus causa alarma porque es nuevo, no porque sea grave; es muy leve y no hay riesgo para toda la población. Las decisiones deben tomarse en función del riesgo, no del miedo. La tasa de letalidad fuera de China es del 0,2%. Es muy parecida a la gripe epidémica que sufrimos todos los inviernos".
El 14 de febrero Alba Vergés, la consejera de Salud, afirmaba que "en ningún caso estábamos ni estamos en ninguna alarma sanitaria y menos aquí. No tenemos riesgo".
Elogios a China
Un día después y en TV3, Oriol Mitjà, descartaba la posibilidad de una pandemia y elogiaba la respuesta de las autoridades chinas ante el coronavirus: "Hay opiniones para todos los gustos. Hay profesores muy reputados que dicen que sí, que es muy transmisible y que es muy probable que no se pueda contener. Yo todavía tengo la esperanza de que se pueda contener por bastantes motivos, pero sobre todo porque la China lo está haciendo muy bien. Hay que pensar que ha construido un muro de contención alrededor de la ciudad de Wuhan, nadie puede salir a las calles y ahora han comenzado a disminuir un poco los casos. Lo que se tendrá que ver es en las dos próximas semanas qué tal lo hacen las grandes ciudades de Pekin y Shanghai. Si en Pekín y Shanghai no hay epidemia es muy posible que nosotros tengamos una oportunidad de evitar que también haya una epidemia".
Dos, tres o cuatro casos
Nueve días después y cuando la situación en Italia comenzaba a ser alarmante, Joan Guix volvía a tranquilizar a la población con el siguiente mensaje: "Nosotros hemos dicho que tenemos muchas posibilidades o probabilidades, como queráis llamarlo, de que identifiquemos dos, tres o cuatro casos. Ahora mismo, para nosotros es difícil pensar que podamos tener una situación como Italia. La gripe es nuestro problema en este momento".
Letalidad baja
Ese mismo día, el 24 de febrero, Oriol Mitjà matizaba sus primeras declaraciones. Admitía que tal vez la enfermedad llegara a Cataluña, aunque insistía en su falta de peligrosidad: "Es un virus que tiene una letalidad baja, que es como un resfriado, que sólo en algunas personas se complica, que sí que es muy transmisible y que es posible que llegue a nuestro país tarde o temprano".
Mascarillas innecesarias
El 25 de febrero se registraba oficialmente el primer caso en Cataluña y la consejera de Salud, Alba Vergés, decía: "En ningún caso estamos en una situación como la de Italia. Yo creo que esto hay que remarcarlo. Las personas que han estado en Italia, ningún problema". En cuanto al desabastecimiento de mascarillas, la consejera desactivaba toda las alarmas: "Ni son requeridas, ni son recomendables, ni nos aportan nada de seguridad". También negaba que estuviéramos ante una pandemia.
El 26 de febrero, con un segundo infectado en Cataluña, Vergés consideraba que se trataba de "casos importados" y que "esto quiere decir que no hay transmisión local, no hay transmisión comunitaria en nuestro país".
Otra vez la gripe
El 9 de marzo, cuando ya se habían producido 28 muertes atribuidas al coronavirus en España y Madrid y el País Vasco anunciaban el cierre de guardias, centros docentes y universidades, Joan Guix descartaba que tal medida fuera a ser necesaria en Cataluña y manifestaba que "nos sigue preocupando más la gripe que el coronavirus".
De vacaciones tranquilamente
El 10 de marzo Cataluña reportaba los tres primeros fallecidos, pero según la consejera no había motivos ni para cerrar el Salón de la Enseñanza ni para cancelar actos de menos de mil personas o desplazamientos vacacionales: "Si yo por Semana Santa me muevo de Igualada y voy a dar una vuelta por Villanueva y la Geltrú o por donde sea pues no estoy comportando ningún riesgo ni nada. Aquí en Cataluña todavía no estamos en una zona de riesgo".
Dos días después y en Igualada, ciudad de la consejera, se detectaba más de medio centenar de contagios en el hospital de la ciudad y Vergés anunciaba entre sollozos el confinamiento de la ciudad. Al día siguiente, Torra pedía el cierre de Cataluña y el 14 de marzo, Sánchez anunciaba el confinamiento en toda España.