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Tirado en Ecuador y engañado por el Gobierno español: la indignante historia de un gallego confinado en Quito

Fernando Bispo tiene a su familia a miles de kilómetros de distancia. Siente que la Embajada de España en Ecuador le engañó y jugó con su ilusión.

Fernando Bispo tiene a su familia a miles de kilómetros de distancia. Siente que la Embajada de España en Ecuador le engañó y jugó con su ilusión.
Fernando y Jose Ramón, confinados en Quito | Fernando Bispo

Tensión, preocupación, estres, agobio, intranquilidad... El coronavirus genera una cascada de malas sensaciones. Beatriz y Fernando, un matrimonio gallego que reside en Santiago de Compostela, además, añaden otras dos: sentirse estafados y la angustia que genera el tener que pasar este mal trago separados, a miles de kilómetros de distancia.

Fernando Bispo, gerente de la delegación en Ecuador de CYMEL SL, lleva cuatro años yendo y viniendo de Santiago a Quito por cuestiones laborales. En la capital ecuatoriana se entera de que España ha decretado el estado de alarma por el coronavirus. "Decían que era una gripe..." le comenta a su compañero y amigo Juan Ramón. Ambos comparten piso en Quito. En ese momento, no se imaginaban el infierno que les espera.

Amarrado por su contrato laboral, de un día para otro se encuentra retenido en Ecuador. Sin posibilidad alguna de volver a su país. El 17 de marzo, el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, decreta el estado de excepción en el país, entre cuyas medidas está la cancelación del tráfico aéreo y toque de queda, para controlar la expansión de la pandemia del coronavirus, que había provocado, hasta ese momento, dos muertes y 37 contagios en el país andino.

Tras pasar las primeras dos semanas confinado, arreglando pagos y papeles de su empresa, empieza a buscar fórmulas para poder volver a España. Sus padres son mayores y dependientes y están solos en Santiago, ya que su única hermana reside en La Coruña, donde trabaja en un centro de salud.

De la esperanza a la indignación

El 2 de abril, su mujer se pone en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores donde recibe buenas noticias. Muy amables, le dan esperanzas de que Fernando pueda volver pronto a España, a través de los vuelos humanitarios que organiza la Embajada de España en Ecuador. Incluso le apremian para que su marido se ponga en contacto con ellos, al estar programando un vuelo en colaboración con otros países de la Unión Europea, en próximas fechas, de Quito a Madrid.

Fernando, incapaz de contactar por teléfono con la Embajada, utiliza el otro medio de comunicación que facilita el propio Consulado. El correo electrónico. En el mismo, pide información sobre la manera de proceder para apuntarse al supuesto vuelo que, según Asuntos Exteriores, sale desde Quito para España en los próximos días.

De: FERNANDO <fernando@---.com>
Enviado el: viernes, 3 de abril de 2020 12:07
Para: 'cog.quito.nac@maec.es' <cog.quito.nac@maec.es>
Asunto: CIUDADANO ESPAÑOL EN QUITO.

Estimados Mi nombre es FERNANDO ---, residente en Quito con número de registro ---, DNI y pasaporte nº --- Mi número de celular es el ---. Y mi dirección --- Mi dirección de correo electrónico es FERNANDO@---.COM.

Estoy interesado en volver a España a estar con mi familia en el próximo vuelo de repatriación. Quedo a la espera de sus noticias a este respecto. Un saludo

La Embajada le responde con otro correo, al que ha tenido acceso Libertad Digital, donde se le señalan los datos que debe rellenar para solicitar su presencia en el vuelo. Fernando rellena todos los campos y espera respuesta. Recibe una llamada de la Embajada el día 4. No son buenas noticias. 24 horas después de requerirle sus datos para apuntarse al supuesto vuelo, le dicen, primero por teléfono y después vía e-mail, que finalmente no hay ningún vuelo previsto. Increíble pero cierto.

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Contenido del correo de la Embajada que deja perplejo a Fernando

La ilusión que sintieron Fernando y Beatriz se va al traste. La sorpresa llega el domingo 12, cuando un amigo de la familia que trabaja en España Exterior, lee una nota de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores, en la que se destacaba la labor de la Embajada de España en Ecuador que facilitó el día 9 de abril el retorno de 41 españoles en un avión fletado por Francia que hizo la ruta Quito-Guayaquil-París-Madrid. ¡Tras asegurar la Embajada el día 4 que no tenía constancia de ningún vuelo de Quito a Madrid! A Beatriz se le caen las lágrimas. Fernando se queda tirado en Ecuador y, además, siente que han jugado con ellos.

Beatriz, desesperada, llama el lunes 13 a Asuntos Exteriores desde donde recibe una respuesta que ya no fue tan gentil como la primera. Aseguran que la responsabilidad de organizar un vuelo es de la Embajada, no de ellos. Tras lavarse las manos, Beatriz, indignada e indefensa, contacta con la Xunta de Galicia y con la prensa. En cuanto se airea el caso de su marido, al día siguiente, martes 14, la Embajada, ahora sí, se pone en contacto con Fernando: "¿Qué le pasa a tu mujer?, ¿por qué estáis aireando este caso?", le espetan.

Además, le explican que el avión que salió el día 9 de Quito a París, con escala en Madrid, había sido fletado por Francia, que de las 300 plazas del avión, el país galo utiliza 130 y concede a España 41. Según le asegura la propia Embajada, el criterio para repartir esas 41 plazas son dar prioridad a gente con problemas de salud y tener en su familia personas dependientes o con minusvalía.

Unos criterios que sorprenden a Fernando ya que en ningún momento, en la solicitud que rellena, le piden esos datos. Suena a excusa y lo más sangrante es que, curiosamente, en este caso, Fernando cumple, y puede acreditarlo, los tres criterios que afirma la propia Embajada que utilizó para repartir esas 41 plazas. Es más, este jueves 16 de abril, Fernando tenía una prueba importante de control de su enfermedad y la semana que viene tenía cerrada una cita con el especialista. Entonces, ¿cómo gestionó la Embajada las plazas?, ¿aleatoriamente?, ¿a dedo? La indignación se mezcla con la desesperación.

Mientras su mujer se ocupa de sus padres, que preguntan de manera insistente cuando podrán ver a su hijo, Fernando vive la pademia del coronavirus a miles de kilómetros de su familia. Es uno de los muchos españoles que se encuentran tirados en Ecuador. "¿Qué opciones tengo ahora?", fue la última pregunta que hizo Fernando a la Embajada. "No hay ningún otro vuelo previsto", le responden. Desasosiego, desazón, inquietud... sensaciones que siente Fernando mientras sigue confinando en Quito, sin solución a la vista.

"De las instituciones, solo la Xunta nos escuchó y nos ha ayudado en la medida de sus posibilidades". Y es que Fernando y Beatriz se sienten desamparados. "Tengo más esperanza en que sea Amancio, a través de Inditex, quien consiga repatriar a mi marido que en el Gobierno español", bromea Beatriz. Desgraciadamente, es la triste realidad de nuestro país. Infinidad de políticos y de instituciones están quedando retratados por su tremenda incompetencia a la hora de gestionar la crisis del coronavirus.

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