Por el Palacio de Hielo de Madrid, el Instituto Anatómico Forense de Valdebebas y "La Nevera" de Majadahonda han pasado hasta hasta 1.660 féretros. En total tienen capacidad para 1.300. Si la imagen de hospitales colapsados ha sido impactante y terrorífica, la de cadáveres apilados en camiones frigoríficos o acumulados inertes en residencias de ancianos nunca la hubiéramos superado como sociedad.
El gobierno de Madrid las vio con espanto en otros países y del día a la noche cambió protocolos y normativa y preparó los grandes espacios refrigerados de los que disponía para una despedida lo más ceremoniosa posible. "Porque habría otros sistemas más cómodos o más rápidos, pero entendíamos que en el almacenamiento de estas personas en camiones frigorífico, una encima de otra, se perdía una parte de dignidad. Ha pesado el trato a las personas", nos cuenta Luis Miguel Torres, Director General de Seguridad de la Comunidad de Madrid.
Se ha publicado sólo una imagen de la disposición de los ataúdes, alineados sobre un césped artificial verde, que tenía mucho de campo santo. La fotografía lo único que evidenció fue la pulcritud del lugar. Torres ha sido nuestros ojos en estos espacios en los que además de dignificar el paso previo al enterramiento o la incineración, se busca "que no haya ningún tipo de confusión".
Así funcionan. Entre la UME, Unidad Militar de Emergencias, y los bomberos hacen las recogidas. La UME en los hospitales y los bomberos en las residencias. La UME, cuenta Torres, están entrenados para "la dureza" del momento, "han trabajado morgues de guerra". En conversación con el presidente de la Asociación Española de Profesionales de los Servicios Funerarios (AESPROF), Juan Antonio Alguacil, asegura que sus compañeros estuvieron el 11-M en Madrid, en el accidente del Alvia o de Spanair, pero esto es "tan impactante que no tiene parangón".
"Cuando se recoge a una persona fallecida se le asignan tres pegatinas", relata el director general de Seguridad. "Una se pone en el sudario, otra en el féretro y una tercera en el certificado de defunción o dictamen del forense". El sistema está pensado para que haya una triple comprobación. Las pegatinas van con un código. "Cuando el féretro llega al Palacio de Hielo, por ejemplo, se rellena una ficha de entrada y al código se le adjudica una posición (en el recinto) que jamás va a variar". Además los ataúdes llevan pegadas dos carpetas de plástico "de las de guardar folios", una para el certificado de defunción con la pegatina y otra para la ficha de registro de entrada y la ubicación". Cuando el empleado de la funeraria llega "se busca en el listado dónde está la caja, se comprueban los datos, las pegatinas de código y se retira". Por tanto, asegura Torres, "es prácticamente imposible que pudiera haber ningún problema al respecto".
Dicen que la muerte lo iguala todo, en este caso la Comunidad de Madrid, por seguridad, ha tratado a todos los fallecidos con un diagnostico positivo en coronavirus, como si hubieran podido hacerse los esperados test del Ministerio de Sanidad. "Si las pruebas hubieran llegado en su momento podrían haber ayudado a que el número de víctimas fuese otro", afirma el responsable de seguridad de Madrid. Estos muertos no entran en el conteo oficial del Gobierno de España y son la mayoría de los de las residencias de ancianos. En sus certificados de defunción constan como causas de la muerte ataque al corazón, insuficiencia respiratoria, etc, y al lado un apunte de "posible coronavirus".
Por eso, todos los fallecidos que han pasado por estas morgues intermedias llevan un "doble sudario o sudario especial estanco de zinc, además de ir dentro de un féretro precintado y desinfectado" con hipoclorito de sodio, lejía, olor que ni militares, ni bomberos ni empleados funerarios pueden despegarse de la cabeza.
¿Por qué todos los ataúdes son iguales?
Con miles de muertos a la vez "hubiera colapsado el sistema funerario", nos explican, así que para agilizar la recogida el gobierno de Isabel Díaz Ayuso compró 400 féretros. Son de una empresa "española que tiene su almacén en la Comunidad de Madrid" y su precio fue de "160 euros más IVA". El ataúd elegido es el "ecológico, habilitado tanto para el enterramiento como para la cremación". Estas cajas las pagó la Comunidad pero las funerarias cuando "vienen a recoger un féretro tienen que dejar otro nuevo" a cambio.
La organización en los días de cifras más altas fue "desde las 12 de la mañana los ingresos y por la noche las entregas". Ahora se puede ir en cualquier momento porque los tres espacios están a una capacidad del 35% y este martes 14 de abril se ha cerrado el Palacio de Hielo de Majadahonda.
El Covid-19 es un extraño entre nosotros y su virulencia va más allá de la muerte. Nos cuenta Juan Antonio Alguacil que informes de Corea del Sur dicen "que puede vivir en el finado hasta 72 horas". Además en una sana el virus sobrevivirá más tiempo que en otra con patologías previas como el cáncer. Sobre la decisión de no hacer autopsias cree que "es acertado por seguridad para los propios forenses. La apertura de cavidades de un fallecido conlleva un riesgo muy considerable", porque "este virus se infiltra en los tejidos para conseguir el oxígeno que necesita para vivir. Otros virus no pueden hacerlo, pero este sí". Sin duda, las pistas de hielo han salvado vidas.
El peor momento para Madrid fue en torno al 23 de marzo. Uno de los peores para Luis Miguel Torres "no lo olvidaré", reconoce "fue el primer día. Vi que entraba un fallecido de 1981 y yo soy de 1980. Lo ves cerca. Es duro". Y es que el coronavirus ni era una gripe común ni mataba solo a personas mayores.
Sin duda, nos quedan por delante meses de graves secuelas psicológicas para todas las familias que ni han podido acompañar al enfermo ni velar al muerto. Nuestro más sentido pésame.