El departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia ha tirado la toalla con las residencias de ancianos. Es incapaz de gestionar la emergencia sanitaria por coronavirus y ha aceptado traspasar la competencia a la consejería de Salud. Ambos departamentos están en manos de ERC, cuyo desgaste a causa de la gestión de la pandemia crece a medida que pasan los días. Chakir El Homrani, titular del departamento de Trabajo y hasta este miércoles responsable de las residencias de ancianos, ha cedido el testigo a Alba Vergés, consejera de Salud, en una decisión de emergencia y cuando el recuento oficial de fallecimientos por coronavirus en las residencias es de más de mil personas, en concreto 1.123.
El Homrani cayó enfermo de coronavirus al comienzo de la crisis y no pudo reincorporarse a sus funciones hasta hace cinco días. Durante el tramo final de su convalecencia concedió entrevistas a diversos medios, pero no fue hasta hace cinco días que reasumió sus funciones. Durante el tiempo que pasó de baja hubo un apagón informativo en torno a la situación de las residencias de ancianos sólo roto por los llamamientos desesperados de directores de estos centros. La Unidad Militar de Emergencias se dispuso a desinfectar muchos de estos centros, pero en al menos cuarenta casos, según denuncia el PP, se encontró con trabas y problemas procedentes de la Generalidad.
Denuncias de los centros
Las denuncias de los responsables de los centros sobre el abandono de la administración autonómica pusieron el foco sobre las residencias de ancianos y en una primera entrega, la consejería de El Homrani llegó a reconocer que en 21 días habían fallecido 362 personas. El día siguiente, 3 de abril, el mismo departamento elevaba esta cantidad a 511 víctimas. Sin embargo, los directores de los centros aseguran que la situación es mucho más grave, que los datos contabilizados por el departamento de El Homrani se refieren sólo a los casos confirmados a través de un test y que el número de fallecimientos atribuibles al coronavirus es mucho más alto. El caos ha aconsejado a la propia ERC a derivar las competencias hacia Salud, con más técnicos que el departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia.
En cuanto a Salud, la consejería tampoco se libra de las críticas en el seno del ejecutivo catalán. Se achaca a Alba Vergés falta de liderazgo y de capacidad comunicativa, así como una notable improvisación. Según Junts per Catalunya (JxCat), la gestión de la consejera republicana no es en absoluto equiparable al esfuerzo que está llevando a cabo el personal sanitario, cuya dedicación queda en entredicho por los titubeos, dudas y deslavazados mensajes de la consejera.