El pasado mes de enero, el coronavirus estaba creando un gran problema en la provincia china de Wuhan. Europa, especialmente España, veía la expansión del virus como algo lejano y ajeno, pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzaba a alertar de que podía expandirse por todo el planeta y crear un problema serio a la mayoría de los países. En el departamento de Riesgos Laborales de la Policía Nacional se pusieron a trabajar de inmediato.
El comisario José Antonio Nieto González, el hombre fuerte de ese departamento y que cuenta con la carrera de Medicina en su currículum vitae, envió el 21 de enero una nota interna para avisar a la cúpula de la Policía del riesgo que existía. Tres días más tarde remitió a los correos electrónicos corporativos de todos los agentes un documento donde explicaba qué era el coronavirus, cómo se contagiaba o qué síntomas tenía.
Incluyó en la misma unas recomendaciones sobre el material que debían utilizar los policías, especialmente los destinados en puestos fronterizos donde podían tener contacto con gente que viniese de China. Recomendó la utilización de guantes de nitrilo para cacheos y registro de equipaje y documentación. También el uso de mascarillas FFPP2 en el control de documentos de cualquier pasajero que llegase de China u otras zonas de Asia afectadas.
Fue él quien ordenó, asimismo, que se enviase este material a los agentes que realizan su jornada laboral en los aeropuertos. Es por ello que Libertad Digital publicó a finales de enero que la Policía Nacional había dotado de guantes y mascarillas a sus agentes destinados en las fronteras aéreas. En aquellos momentos también la Guardia Civil había dado ya este material a sus destacamentos en aeropuertos.
Y también fue el comisario Nieto González el que consiguió liberar una partida de más de 300.000 euros del presupuesto del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales para la compra de las primeras 15.000 mascarillas, 22.000 pares de guantes y un número no confirmado de EPIs (equipos de protección individual).
Fue a su compra a la que se refirió el pasado sábado el Director Adjunto Operativo (DAO) de la Policía, el comisario principal José Ángel González, cuando echó abajo el discurso del Gobierno sobre el coronavirus y dijo que llevaban tres meses comprando material sanitario. El secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, intentó que rectificase y le preguntó si no quería decir tres semanas, pero el DAO ratificó que eran meses.
Pero la carrera al frente del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del hombre que comenzó a preparar a la Policía contra el coronavirus se truncó el pasado 14 de marzo, cuando el coronavirus ya se encontraba desatado en nuestro país. El director general de la Policía, Francisco Pardo Piqueras, ordenó su cese fulminante horas antes de que se hiciese público y oficial el protocolo actualizado de cómo deben actuar los agentes ante el coronavirus.
Fuentes policiales aseguran que el pecado que cometió fue reenviar el documento a un grupo policial de técnicos de prevención en riesgos laborales para que lo analizaran. Un documento que no le habrían advertido que iba a ser oficial en cuestión de horas y que, por tanto, no podía facilitar a nadie. Aunque otras fuentes consideran que ese hecho se aprovechó para quitar de en medio a un testigo incómodo cuya mera existencia pone de manifiesto que se pudo trabajar en luchar contra el coronavirus meses antes de cuando lo hizo el Gobierno.
Eso sí, en lo que todos están de acuerdo en la Policía Nacional es que es una temeridad apartar del Servicio de Riesgos Laborales al mayor experto que tiene el cuerpo en riesgos laborales, aún más en medio de una epidemia como la del coronavirus.