Fernando Simón, el epidemiólogo que desoyó a sus colegas y tras el que se esconde el ministro de Sanidad
El director de Alertas Sanitarias ignoró los mensajes de las sociedades de epidemiología en España hasta que se celebró el 8-M.
Fernando Simón, o el doctor Simón al que todos debemos escuchar, según nos manda Pedro Sánchez, está siendo la cara protagonista de la crisis sanitaria del coronavirus. El epidemiólogo ha sido elevado a los altares y alabado por el establisment mediático y la prensa afín al izquierdismo político. No existe por parte del Gobierno ninguna intención de deponer o realizar un recambio en el equipo médico responsable de informar sobre la fiereza del coronavirus.
El director de Alertas Sanitarias que no alertó con su calma zen de la que se avecinaba, cumple con todos los requisitos para ser dimitido. Motivos hay de sobra, hay razones empíricas para estar subiéndose por las paredes. La cronología de los hechos delata las meteduras de pata que ha ido cometiendo el bueno de Simón, el afable médico que conquista por no llevar corbata, por su voz ronca aflautada, como dirían en El País, o por su gran sentido del humor al hablar de la epidemia como recogió la Cadena Ser.
Merece la pena recordar cómo intentaban justificar en la Ser el comportamiento cínico en mitad de la pandemia del cándido e inocentón epidemiólogo:
No prepara sus intervenciones, informa con naturalidad pero sin dejar de ser preciso. Este miércoles volvía a dar muestra de su sentido del humor en la comparecencia cuando, tras hacer un gesto con la mano, le siguió un reguero de flashes y no pudo contener la risa. En otra ocasión, cuando los periodistas le preguntaron que a qué nos podremos enfrentar ante un tercer escenario de la epidemia, reconoció que "las medidas que se aplicarían no tienen interés práctico porque son ya, expresándolo coloquialmente, de perdidos al río".
El director de Alertas Sanitarias visto así parece Platero de Juan Ramón Jiménez: "Es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos". El chorreo de titulares y noticias con alabanzas a la gestión de la crisis en buena parte de los medios de comunicación afines al gobierno no tiene paragón. (Busquen, hagan la prueba).
El ébola y Simón
Pero, más allá del sentimentalismo publicitario que se usa como detergente para lavar desastres políticos, la gravedad de los hechos invita a que el epidemiólogo abandone hasta su profesión por el bien de todos. Su actitud como sabio consejero ha sido letal para el país. No fue así con la gestión del ébola. El científico llegó al Ministerio de Sanidad de la mano de Mariano Rajoy en 2012. Creó la unidad de alertas y emergencias de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica tras haber vivido en África y Latinoamérica y haber ejercido como epidemiólogo y científico en sendos continentes.
Con un currículum espléndido gestionó el ébola que se saldó con un muerto (que venía ya contagiado) y el perro de la enfermera infectada que desgraciadamente tuvo que ser sacrificado para evitar males mayores.
Por él han pasado ministros de izquierda y derecha. Es el típico alto cargo médico del Estado que siempre cae de pie. Sin embargo, el doctor se ha estropeado, o escacharrado, con el Gobierno de Pedro Sánchez. Está torpe, y es un verdadero peligro público.
Desoyó a sus colegas
El 24 de enero y con la experiencia de Wuhan, Fernando Simón insistía en que en España "la posibilidad de infección era muy baja". Estuvo repitiendo el mantra de la tranquilidad hasta que se celebrara el 8-M. En todo este periodo, y con el número de fallecidos y contagios subiendo velozmente en las gráficas, el reputado doctor llegó a decir que si su hijo le preguntaba si podía ir a la manifestación del Día de la Mujer él le diría que "haga lo que quiera". Además, añadió que "no proponía suspender ningún evento". Y menos el día del hembrismo comunista.
En esos días previos al 8-M, colegas de Simón de gran prestigio pertenecientes a las entidades Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc); la Sociedad Española de Medicina Intensiva Critica y Unidades Coronaria (Semicyuc); la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), y la Sociedad Española de Medicina Interna (Semi), enviaban mensajes públicos y a través de sus cuentas oficiales al Ministerio de Sanidad avisando de la epidemia del coronavirus en España: "Hay que parar ya esto", "hay que actuar con rapidez", "hay que hacerlo ya".
Justamente el 2 de marzo, llama la atención que la doctora Pilar Aparicio, perteneciente al Ministerio de Salud Pública diera una charla en la sociedad SEIC sobre la gravedad de las transmisiones del coronavirus. Entretanto, Simón estaba lá lá lá, no te escucho cartucho.
La cosa se pone seria. Y debido a la cascada de informaciones alertando y presagiando lo peor por parte de estas entidades científicas (incluso doctores como Pilar Aparicio) el Ministerio de Sanidad lanza la campaña #StopBulos el 4 de marzo con el lema de "Solo fuentes oficiales" para informarte sobre el coronavirus. Es decir, la verdad solo la tiene el Gobierno, el Gran Hermano que vigila. Desde Sanidad ponen en marcha todo lo necesario para desacreditar a todo aquel que se atreva a publicar información que no sea la de los científicos y médicos del Ministerio. Un Chernóbil de manual. Orwelliano.
En vista de la ignorancia de las autoridades políticas las cuatro sociedades emiten un comunicado y envían una carta de urgencia al ministro de Sanidad, Salvador Illa y al Centro de Alertas Sanitarias que dirige Fernando Simón. En la petición le piden el 11 de marzo entrar a formar parte del Comité de Médicos para coordinar las medidas sanitarias que fueran necesarias.
Estos científicos están viendo "con preocupación" la evolución de la pandemia del coronavirus. "Los escenarios más desfavorables deben ser contemplados cuanto antes", destacan.
Estas sociedades científicas creen que es imprescindible preparar y proteger el sistema sanitario ante la expansión del coronavirus y, para ello, piden recursos específicos y una mejora de la coordinación.
"Creemos también que es necesario que exista un canal de comunicación permanente entre el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y los profesionales sanitarios", añaden los científicos para justificar la creación del comité técnico permanente.
Las cuatro sociedades científicas de gran prestigio internacional que se dedican a combatir las enfermedades infecciosas, e instan al epidemiólogo celebrity Simón a "la necesaria participación de los profesionales más expertos en un comité técnico permanente. De poco sirvió.
Las instituciones españolas, cada vez más extractivas y opacas, se han convertido con la llegada de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias al poder en entes aún más oscuros, menos transparentes. Del Comité de Médicos de Fernando Simón nada se sabe. ¿Quiénes son? ¿Existen? ¿Cuáles son sus nombres y carreras? Es el culmen del modelo panóptico. La sociedad civil ya no conoce a quienes los vigilan.
Un médico a lo soviético
Prosigamos. El 8-M se celebra con la oleada de contagios correspondientes. Carmen Calvo e Irene Montero se disputan la hegemonía del feminismo en España, una gran empresa que garantiza millones de adeptos y la perpetuidad en el poder. El coronavirus no lo va a frenar, tampoco los científicos. Para contrarrestar las teorías médicas ya está Fernando Simón que es de los suyos.
El experto estrella transmite con alegría que no hay peligro de acudir a manifestarse. Los periodistas mainstream aplauden, y todo es un jolgorio en plena fase de contagio. Se ignora a la Comunidad de Madrid y sus advertencias. "Ningún virus va a pararnos", repite Cristina Almeida en La Sexta apoyada por numerosas estrellas del universo televisivo. Y que corra el vino, y el virus.
¿De verdad no supo ver lo que iba a pasar el epidemiólogo con formación en las mejores escuelas de Medicina de Londres y trabajos en medio mundo sobre enfermedades infecciosas? Probablemente sí que fue consciente, pero se puso al servicio del socialcomunismo. Pero esto no le resta responsabilidad. Ojo. Incluso tendría mucha más porque, sabiéndolo, se calló por "no tener problemas", seguro.
Salvador Illa, el filósofo escondido
Mientras tanto, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, quien decide si hacer caso o no a Fernando Simón, el que realmente ordena y manda, el que toma las decisiones finales en este ámbito y se las traslada al presidente, ¿dónde está? ¿Quién es? Los españoles conocen de buena tinta al epidemiólogo mediático, le ponen cara y nombre. En cambio, el ministro de Sanidad, el filósofo de carrera, ha tenido escasas y tímidas comparecencias. Por si acaso, pensará él y su equipo de asesores.
Fernando Simón se convierte así en el chivo expiatorio perfecto. El PSOE sigue sin pedir perdón, sin reconocer sus errores sobre el tratamiento del coronavirus. Las clásicas estrategias del socialcomunismo nos indican que, cuando la catástrofe sobrepase los límites permitidos por la moral de un país, hay que buscar responsables ajenos con los que eludir la culpa.
Cabeza de turco ideal
Cabe destacar que, siguiendo esta tesis, El País, ya parece estar allanando el terreno o preparando la soga del médico por lo que pueda pasar en un futuro. Hay que estar prevenidos. En una entrevista reciente (17 de marzo y con casi 500 muertos en las gráficas) al infectólogo e investigador de la Fundación Lucha contra el Sida, el médico Oscar Mitja, el diario digital da voz por primera vez al sanitario que lleva anunciando lo que va a pasar desde que comenzara la epidemia en Wuhan.
"¿Alguien tiene que asumir responsabilidades por esta crisis?", pregunta el periodista. El infectólogo responde: "Sí. Es necesario que haya un recambio en las personas que están dirigiendo esta crisis y un nuevo plan de acción, en el que nadie tenga miedo a actuar o a ejecutar acciones. El país está en la UCI y el médico que lo trata ha cometido errores". Es mejor cambiar de médico mientras estamos a tiempo y no lamentarse cuando no haya solución", especifica el doctor.
Por su parte, Onda Cero, también se ha hecho eco de las declaraciones de Mitja: "El epidemiólogo Oriol Mitjà pide la dimisión de Fernando Simón por su 'incorrecta' gestión del coronavirus", reza el titular. Uy, uy, uy.
Y, aunque nada indica que vayan a echar la culpa Simón y lo destituyan, hay que saber que los conocimientos propagandísticos de la izquierda van por delante del pensamiento de sus oponentes políticos. De momento, Pedro Sánchez, en su comparecencia sobre las medidas económicas ya se ha hecho una puesta en escena como salvador todopoderoso del desastre. Para terminar con un "hay que seguir haciendo caso a Fernando Simón. Es una gran labor la que está llevando a cabo. Está haciendo pedagogía". Adulaciones, repetimos, por si acaso el hundimiento es peor de lo imaginado. El chivo expiatorio ya está listo.
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