Cierre de filas absoluto y sin fisuras. Tras cinco meses orillando al partido, alejándolo de cualquier núcleo de toma de decisiones y sin siquiera consultar al Comité Federal del partido sobre su gobierno de coalición con Podemos, el PSOE ha reunido este sábado al máximo órgano entre Congresos que no se reunía desde septiembre, cinco meses en los que se ha cerrado el gobierno de coalición progresista y se ha avanzado en la negociación con los independentistas, que antaño constituían dos líneas rojas incuestionables para los barones del partido.
Dos años después de que los Comités Federales fueran un hervidero de amenazas de los dirigentes territoriales a Sánchez para que no se atrevieran a traspasar la línea, el PSOE se ha convertido en un paseo militar para Pedro Sánchez en el que los barones y baronesas del partido desfilan sumisos, aplaudiendo disciplinados a su líder sin atreverse siquiera a introducir matiz alguno a su inquebrantable apoyo.
Un ejemplo muy gráfico de ello ha sido el canutazo (como se llama habitualmente a las declaraciones ante las cámaras), de Susana Díaz a su llegada a Ferraz. "¿Habrá alguna crítica en el Comité federal?", le preguntaba Libertad Digital. "¿A qué?", era la respuesta que provocaba las risas y chanzas de la prensa. También de sus compañeros de partido que al término del cónclave bromeaban con la intervención de Díaz a puerta cerrada: "Es la más fan de Pedro", reía una dirigente territorial de quien fue la rival de Sánchez y su principal contrincante interno.
El silencio actual de quien fuera la todopoderosa baronesa andaluza, venida a menos tras perder el poder en Andalucía, es compartido por la mayoría de los barones que, si bien discrepan en privado, callan en público con la contada excepción del manchego Emiliano García Page, que con mucha sutileza ha advertido de que no sólo el Gobierno marca la agenda del día a día porque "hay otros, como ERC, que marcan también el día a día amenazando la unidad del país y la igualdad de todos los españoles".
Una crítica soterrada ya que no ha verbalizado su oposición a la negociación en la mesa de diálogo entre gobiernos. Page ha resaltado que "hay estabilidad orgánica, entre todos no apostamos por rupturas internas" pero también ha dejado claro que "tenemos una distinta visión y opinión desde el PSOE de Cataluña que la que tenemos en el PSOE de Castilla-La Mancha y se trata de sumarlas en el interés de España".
Una obsesión por la suma y no por la resta de la que hizo gala la ex presidenta andaluza, Susana Díaz, quien en los últimos tiempos se ha caracterizado por apoyar a pies juntillas la línea de la dirección de Pedro Sánchez. Díaz dijo estar "segura y convencida" de que "diálogo y legalidad irán de la mano" para la resolución del conflicto catalán, lo cual le lleva a la "tranquilidad" frente al tono "histriónico de la oposición en el Congreso de los Diputados" que están "provocando que la gente rechace la política". Díaz incluso entonó el cántico argumental del Ejecutivo en relación a que "en sólo un mes ha conseguido aprobar muchas medidas en defensa de los trabajadores, como la subida del Salario Mínimo Interprofesionales. El mismo discurso y casi con las mismas palabras que utilizó minutos después Pedro Sánchez en su informe de gestión dentro del Comité Federal.
Por parte de los barones más sanchistas, el valenciano Ximo Puig y el catalán Miquel Iceta defendieron que "hay un apoyo mayoritario" a la línea del secretario general porque "el único camino es el diálogo" con lo que "vamos a perseverar en ello sabiendo que no es fácil". Y se mostraron confiados en que esta negociación de sus frutos y permita avanzar con la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado y un apoyo de ERC.
Un Comité tranquilo, sin sobresaltos como evidencia que los barones y dirigentes territoriales han comenzado a abandonar Ferraz a partir del mediodía. El aragonés Javier Lambán lo hacía el primero, sin hacer declaraciones ni intervenir ante el plenario por un "compromiso" en su agenda presidencial en Aragón, según su entorno. Mismo motivo que alegó el segundo presidente, el valenciano Ximo Puig, en marcharse. Ambos, como todos, ante la evidencia de que "está todo el pescao vendido" y ningún cuchillo a la vista.