El adelanto electoral obligará al espacio posconvergente a improvisar un candidato. Fracturados en tres organizaciones -Junts per Catalunya (JxCat), la Crida per la República y el Pdecat (el partido directamente heredero de Convergencia)- los nacionalistas de la cuerda del prófugo Puigdemont carecen a diferencia de ERC de un líder incuestionable para concurrir a los comicios. Por parte de los republicanos está clara la candidatura de Pere Aragonès, mano derecha del preso Oriol Junqueras y vicepresidente autonómico, mientras que las peripecias judiciales y la falta de banquillo de los posconvergentes complican la designación de un presidenciable.
Puigdemont podría dar el paso, aunque no renunciará al acta de eurodiputado y no sólo por la inmunidad, que puede decaer si prospera el suplicatorio, sino por los réditos económicos que le reporta, mucho más elevados que los del "Parlament", y que podrá seguir cobrando aunque se tenga que recluir en su mansión de Waterloo. Sería, pues, una candidato "fake" sin ninguna posibilidad de alcanzar la presidencia aunque ganase las elecciones, como ya ocurrió en los comicios del 21 de diciembre de 2017.
Laura Borràs, la jefa de filas nacionalista en el Congreso, está descartada dada la investigación judicial por las presuntas adjudicaciones irregulares cuando presidía la "Institució de les Lletres Catalanes", entre 2013 y 2017, a un individuo que recientemente ha sido condenado por tráfico de drogas y falsificación de moneda.
Puigneró, Madrenas y Batet, descartados
Sonó el nombre de Jordi Puigneró, consejero de Políticas Digital y Administraciones Públicas, para suplir a Torra en la hipótesis de agotar la legislatura. Para ese supuesto también se postulaba Albert Batet, portavoz del grupo en el Parlament. También se citó el nombre de la alcaldesa de Gerona, Marta Madrenas, fiel a Puigdemont, Todos ellos parecen ahora descartados y ante el vacío, asoman los nombres de Elsa Artadi y Artur Mas. La primera dirige el grupo municipal de JxCat en el Ayuntamiento con más pena que gloria, lejos del protagonismo que tenía como primea portavoz del ejecutivo de Torra. En cuanto a Artur Mas, se da la circunstancia de que su condena de inhabilitación concluye el próximo 23 de febrero, por lo que no habría ningún impedimento legal que le impidiese presentarse.
El expresidente Mas sigue activo en el Pdecat, trata de mantener su influencia y ha manifestado en más de una ocasión que no le importaría volver a presentarse. Es una opción ante la falta de candidatos en el entorno de Puigdemont, que sigue ejerciendo como líder natural del mundo posconvergente pero que no parece tener más conejos tipo Torra en la chistera.