El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ha puesto en marcha su propia operación limpieza dentro del departamento. Su primera decisión, una vez que se ha mantenido al frente de la cartera, ha sido fulminar a la secretaria de Estado de Seguridad y número dos del Ministerio, Ana Botella Gómez, a la que precisamente había dedicado palabras de halago durante la toma de posesión del lunes.
La relación entre el ministro y Botella se había venido deteriorando durante los últimos meses a causa de las diferencias que mantenían en algunos criterios relativos a la gestión y actuación de las Fuerzas de Seguridad. Y es importante recordar que la hasta ahora secretaria de Estado de Seguridad fue una imposición de la dirección del PSOE a un ministro que en aquel momento llegaba de nuevas a la política y no una elección personal de Marlaska.
El nuevo secretario de Estado de Seguridad es Rafael Pérez Ruiz, un amigo personal del ministro, magistrado del Consejo General del Poder Judicial, que acompañó a Marlaska en su aventura política y había estado desempeñando en los últimos diecinueve meses el cargo de jefe de Gabinete del ministro.
Otro de los destituidos ha sido el director general de la Guardia Civil, Felix Vicente Azón. Un cambio –todavía no hay sustituto– que parece más que evidente teniendo en cuenta la mala situación por la que pasaba la relación entre Interior y la práctica totalidad de la estructura de la Benemérita. Azón no esperaba su relevo y fruto de ello es que había convocado un pleno extraordinario del Consejo de la Guardia Civil al que pretendía asistir.
Marlaska también ha decidido prescindir de los servicios de Mar Hado, su hasta ahora directora de Comunicación, una mujer con amplia experiencia en este departamento. No en vano, fue responsable varios años de la comunicación de Instituciones Penitenciarias. El ministro considera que ha sido responsable de algunos de los desajustes en materia de comunicación que ha habido en su departamento.