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Del CNI a la Agenda 2030, el menguado asalto al cielo de Iglesias

Podemos logra el hito de entrar en un gobierno, pero con un peso político muy mermado y dependiente de ‘halcones’ como Calviño o Escrivá.

Podemos logra el hito de entrar en un gobierno, pero con un peso político muy mermado y dependiente de ‘halcones’ como Calviño o Escrivá.
Irene Montero y Pablo Iglesias, en sus escaños. | EFE

En casi ningún aspecto de la vida, tampoco en política, cantidad y calidad son dimensiones correlativas. Hay quien publica muchos libros, pero ninguno de interés, y hay quien se prodiga menos editorialmente pero entrega a la imprenta valiosos ejemplares. Así, mutatis mutandis, ocurre con las carteras ministeriales que, naturalmente, no se pueden medir al peso.

Por eso para Podemos, que ha logrado el indudable hito de entrar en el Gobierno de España apenas seis años después de su nacimiento como partido, lo de menos es que tenga cinco carteras, incluida la vicepresidencia de Derechos Sociales de Pablo Iglesias, de las más de veinte que componen el nuevo gabinete de Pedro Sánchez. Lo importante es el peso político de esos ministerios, las competencias que tienen, y las que no, y la repercusión nacional e internacional de esa presencia.

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Sánchez e Iglesias. | EFE

Si al Iglesias de 2014, el que pretendía tomar el cielo por asalto, como dijo triunfalmente en el primer Vistalegre, le hubieran dicho que terminaría reivindicando la Agenda 2030 de la ONU como gran activo de su acción de Gobierno, junto a unas descafeinadas carteras de Trabajo (sin Seguridad Social); Consumo (sin Sanidad) y Universidades (sin Educación ni Ciencia) ademas de Igualdad, por toda presencia en un Ejecutivo de coalición con el PSOE, le habría dado un pasmo. Parecido al que le habría dado al Iglesias de 2016, ya maleado por la experiencia parlamentaria pero que aún tenía la osadía, para escándalo del PSOE de entonces -fruto también de los 71 escaños con que contaba entonces Podemos- de pedir nada menos que la vicepresidencia primera y el control del CNI y RTVE.

Pero mucho más sorprendido, y quien sabe si indignado, se habría mostrado de decirle entonces que se sentaría en el Consejo de Ministros, una ‘paloma’ progresista tan blanca como él, con ‘halcones’ tan fieros como la izquierda siempre ha pintado a burócratas como Nadia Calviño, su compañera en la abultada área de las vicepresidencias, o con José Luis Escrivá, el hombre elegido por Rajoy y Montoro para la Autoridad Fiscal Independiente (AIREF) que ahora ocupará la cartera de Seguridad Social, la misma que le quitan a la podemita Yolanda Díaz de su rebajado ministerio de Trabajo. Es decir, que ni siquiera sobre las pensiones, una de las banderas de Podemos, podrá mandar la parte morada del nuevo Ejecutivo.

Yolanda Díaz, la podemita con mayor peso específico

Sin embargo, será Díaz, en comparación con sus compañeros de partido, quien mayor rédito, con permiso de Iglesias, podría obtener de su gestión. En primer lugar porque podría poner la guinda a uno de los aspectos más apetitosos para su electorado del acuerdo de gobierno con el PSOE, la derogación parcial (sólo la que implementó el Gobierno de Mariano Rajoy) de la reforma laboral.

Pero además porque podría ser, incluso por encima de Iglesias, quien mayor presencia internacional tuviese, por ejemplo en las reuniones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) o en los encuentros de los ministros de Trabajo de la Unión Europea (UE) unos ámbitos en los que difícilmente tendrán hueco el ministro de Comercio, Alberto Garzón, o el de Universidades, Manuel Castells. No es el Ecofín en el que se deja ver Calviño, pero tampoco es moco de pavo.

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La ministra de Trabajo in pectore, Yolanda Díaz. | EFE

Otra de las ‘ventas de producto’ que la configuración del Gobierno podría ofrecer a Podemos tiene que ver con las políticas feministas, junto al medio ambiente la gran bandera actual de la izquierda. Y en eso tiene el campo abierto Irene Montero al frente de Igualdad, donde ha situado estratégicamente a la rehabilitada Victoria Rosell al frente de la delegación para la Violencia de Género.

Otro escenario que conviene no descartar es que, paradójicamente, el diseño del Ejecutivo y el peso menguado de Podemos permita a los de Iglesias apartarse de las decisiones a priori más impopulares y, al mismo tiempo, escudarse en esa falta de peso ante su electorado cuando se le reproche falta de ambición desde la óptica de la izquierda.

De momento Iglesias tiraba de humor a última hora del viernes, encajando las chanzas sobre el elevado número de vicepresidencias y asegurando que tiene "mucho que aprender" de "tres mujeres brillantes". Un calificativo que igual en otra circunstancia no hubiese empleado para referirse a Carmen Calvo, la vicepresidenta primera, a Nadia Calviño, la vicepresidenta económica y a Teresa Ribera, la vicepresidencia de Transición Ideológica.

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