A medida que avanza el calendario sin un acuerdo, se van reajustando las fechas posibles para la investidura. La intención inicial del gabinete de Pedro Sánchez era alumbrar un Gobierno en una investidura los días 16-18 de diciembre pero conforme iba comprobando que aún no hay agua en la piscina de ERC, el Ejecutivo ha ido cambiando sus planes. Tras haber reservado varias fechas en la agenda del Congreso, incluso barajando adelantar la investidura al 9-11 de diciembre para evitar que, en caso de una investidura fallida la semana siguiente, coincidieran unas terceras elecciones en Semana Santa, acabaron por desistir de su objetivo de formar Gobierno antes de Navidad.
Pero algo ocurrió en la segunda y última reunión entre PSOE y ERC que disparó el optimismo de ambas formaciones. El miércoles por la mañana, al día siguiente del encuentro tras el que se pactó un comunicado conjunto –objetivo que no pudo alcanzarse una semana antes–, interlocutores de ambas formaciones apuntaban que "el pacto está hecho, hay acuerdo". Un optimismo que se frenó en seco con la metedura de pata del presidente del Gobierno en su rueda de prensa desde Londres en la Cumbre de la OTAN: dar por hecho que habría acuerdo sin permitir que sea ERC quien pueda colgarse esa medalla.
Según las fuentes socialistas consultadas, no fue la referencia a un acuerdo dentro de la Constitución lo que motivó el malestar de ERC sino "romper la palabra dada de que evitaríamos las declaraciones públicas para no presionar a los negociadores". Una norma pensada incluso para los interlocutores más elocuentes –en ocasiones lenguaraces– como Gabriel Rufián, que la semana anterior al primer encuentro entre PSOE y ERC se felicitó por sentar a la mesa a un "Pedro Sánchez débil y derrotado". Palabras que no fueron del agrado de su homóloga socialista, Adriana Lastra, quien hacía oídos sordos al ser preguntada por la cuestión y pedía que se impusiese "la discreción". Petición que se hizo, tanto en público como en privado, cuando poco después ERC filtró los nombres de los asistentes a la mesa de negociación, entre ellos Josep María Jové, el llamado arquitecto del 1-O, provocando el malestar notable de la dirección del PSOE.
Las tensiones ya han desaparecido. "Podemos llegar a un acuerdo", dicen desde el PSOE sin desvelar cuál será la "última oferta" que el presidente Pedro Sánchez desveló que harán a ERC. Descartando ahora una reforma constitucional, y dando por hecho que "será un instrumento constitucional", algunos deslizan que podría tratarse de un referéndum no vinculante, en línea con lo desvelado por la representante de JxCat, Marta Borrás, y que cumpliría con la promesa de José Luis Ábalos de "dar cauce a la expresión para que nadie tenga que vulnerar el ordenamiento jurídico".
El Gobierno no suelta prenda sobre la fórmula pero sí destilan un inquietante optimismo. Tanto que incluso han empezado a aflorar voces que apuntan a una investidura antes del final de año. No es lo más probable, pero "sí es posible". Y por ello es clave una reunión que se celebrará el día antes de que Pedro Sánchez sea llamado a la consulta con el Rey el miércoles 11 de diciembre. Entonces ya sabrá el futuro candidato si se puede cumplir su deseo de celebrar una investidura in extremis los días 28 y 30 de diciembre.
Fuentes del PSOE no descartan incluso una comparecencia conjunta el mismo martes por la noche en Barcelona. "Es muy complicado", insisten, pero hay posibilidades de ejecutar el nuevo deseo que alberga en estos momentos el gabinete de Pedro Sánchez para empezar el año nuevo con nuevo gobierno y buen pie, pese a los últimos tropiezos.